Una red criminal operaba dentro de una empresa de transporte en Lima a través de un chofer que admitió haber recolectado dinero para extorsionar a sus propios compañeros. El implicado, identificado como Edwin Omar Alcalde Honorio, reconoció ante la policía haber sido reclutado bajo el alias de Colorao para servir como intermediario entre los transportistas y la organización criminal.
La infiltración, una estrategia que siembra desconfianza
Edwin Omar Alcalde Honorio, de 40 años, declaró ante agentes de la división de investigación de robos de la Policía Nacional del Perú (PNP) que su función principal era recoger el dinero de los denominados “cupos” y entregarlo a los líderes de la banda criminal. Según los investigadores, se introdujo en la empresa de transportes La Rojita bajo la apariencia de chofer, con el objetivo de enmascarar sus actividades delictivas y facilitar el trabajo de la organización delictiva.
El coronel Juan Carlos Montúfar, responsable de la mencionada división policial, explicó que esta modalidad criminal permite a las bandas infiltrarse en empresas legítimas y operar desde la estructura misma de las organizaciones, lo que dificulta la detección de los responsables y genera un ambiente de desconfianza entre el personal. “Lo habrían ingresado como un miembro más de la empresa, como conductor, para tratar de enmascarar todo este trabajo criminal que venía realizando”, sostuvo Montúfar a Panamericana Noticias.

El impacto en los trabajadores y la expansión del temor
Para los choferes de transporte público esta modalidad representa una amenaza directa, ya que deja a los trabajadores expuestos, sin saber si uno de sus propios colegas está colaborando con los extorsionadores. Un conductor de la compañía relató que estas bandas suelen infiltrar a sus miembros poco a poco, ganándose la confianza de los empleados y accediendo a los grupos internos de comunicación. “Suponemos que los extorsionadores hacen su labor de campo para hacerse amigo o infiltran a alguien. Una vez que ingresan a los grupos de WhatsApp y empiezan a mandar mensajes uno tras otro, a todos, entonces ya crea una zozobra”, explicó uno de los trabajadores.
La dinámica reportada por los involucrados muestra cómo las redes criminales obtienen información estratégica como las rutas de viaje, la ubicación exacta de los conductores y la organización de las empresas, lo que les permite ejercer un control más eficaz sobre el cobro de extorsiones.

Nuevas modalidades y el reto de combatir bandas transnacionales
El caso de Colorao y la banda denominada Los Topos de la 52, Nueva Generación, expone los esfuerzos de grupos delictivos para evolucionar sus métodos y mantener influencia en sectores como el transporte público. Estas organizaciones buscan el anonimato y difícilmente pueden ser identificadas por las propias empresas afectadas.
El periodista ecuatoriano Jean Paul Pinto, subraya la necesidad de cooperación regional. “Yo te diría que solos no se va a poder, ni Colombia, ni Perú, ni Ecuador van a poder resolver esto. Es un problema muy complejo de bandas transnacionales”, señaló a Panamericana Noticias. Pinto enfatizó que únicamente mediante políticas y estrategias conjuntas, así como el intercambio de información y recursos, los países podrán afrontar una problemática que supera las fronteras nacionales.
La fuerza pública frente a una ola de extorsión
La policía ha intensificado los operativos en Lima y ha identificado a varios sospechosos vinculados con estas redes. El caso de Edwin Omar Alcalde Honorio ilustra el nivel de sofisticación con el que estos grupos delictivos operan. Las extorsiones muestran una tendencia al alza y exponen la urgencia de fortalecer los mecanismos de inteligencia y cooperación internacional para intentar frenar la amenaza que afecta cada vez más a los trabajadores del rubro.