“No existen cárteles de la droga como tales en Perú; lo que hay son clanes familiares que acopian y venden la droga a representantes de cárteles internacionales”, afirmó el general PNP Nilton Reynaldo, jefe de la Dirección Antidrogas de la Policía Nacional del Perú (Dirandro), en una entrevista con Exitosa Noticias el 3 de octubre.
Esta diferencia, según la máxima autoridad antidrogas del país, define la dinámica actual del narcotráfico en Perú: los grupos locales se dedican a la producción y el acopio, mientras que cárteles extranjeros controlan la logística, la distribución y el lavado de dinero a nivel global. El fenómeno, que afecta tanto a la sociedad como a la seguridad del país, se intensifica por el crecimiento constante de la demanda internacional de drogas.
Según el jefe de la Dirandro, la organización del narcotráfico en Perú se basa en la existencia de clanes familiares o grupos comunitarios asentados en las principales zonas de producción. Estos clanes, que se diferencian de los cárteles en sentido tradicional, se especializan en reunir grandes volúmenes de droga, procedentes de su propia producción o adquirida a pequeños acopiadores. Luego, representantes de cárteles internacionales llegan al país para coordinar con los principales acopiadores, quienes concentran la mercancía según los requerimientos del mercado.

“El cártel maneja el producto, la distribución, la logística del transporte, la recolección y el blanqueo del dinero, así como el disfrute de esas ganancias”, explicó el jefe policial. En este modelo, el representante extranjero asume la tarea de sacar la droga del país, utilizando sus propias rutas y recursos logísticos.
Rutas de salida
La relación entre los clanes peruanos y los cárteles internacionales se distingue por una coordinación precisa. De acuerdo con el jefe de la Dirandro, los representantes extranjeros no se limitan a comprar la droga, sino que asumen la logística completa para sacarla del país.
“Viene un representante o un grupo de afuera, de cárteles, al Perú, coordinan con un acopiador mayor y ese se encarga de juntar, dependiendo la demanda. Proveen y ese señor es el responsable de llevarlo, no el peruano, no el que te vende”, detalló el funcionario. Así, los cárteles internacionales controlan el transporte y la distribución en los mercados de destino, además de la recolección y el blanqueo de las ganancias.

Las rutas y los métodos de transporte de drogas desde Perú son diversos y sofisticados. El jefe de la Dirandro explicó que la droga sale por vía aérea, debido a la falta de interdicción en el espacio aéreo nacional. Avionetas procedentes de Bolivia y Brasil ingresan al territorio peruano, aterrizan en pistas clandestinas ubicadas en la selva, cargan la mercancía en pocos minutos y parten de inmediato. También se emplean rutas terrestres y fluviales, especialmente en las zonas de frontera.
La demanda de la cocaína
Frente a este panorama, las acciones de interdicción y los retos para las autoridades son considerables. El jefe de la Dirandro destacó que, en los últimos años, la erradicación de cultivos ilícitos ha mostrado resultados consecutivos, mientras que las operaciones de interdicción —realizadas por la Policía Nacional, Aduanas, la SUNAT y la Marina de Guerra— también han aumentado. Sin embargo, la magnitud del problema se ve agravada por el crecimiento de la demanda global.
Según el jefe policial, un estudio reciente estimó que existen casi 1 millón de nuevos consumidores anuales, lo que obliga a los países productores como Colombia, Perú y Bolivia a incrementar su oferta. Esta presión se refleja en el aumento de los decomisos año tras año, aunque la falta de personal policial y la liberación de cabecillas continúan dificultando la lucha contra el narcotráfico.
Clanes familiares y su operación en el narcotráfico
Según investigaciones de la Fiscalía Especializada en Delitos de Tráfico Ilícito de Drogas, en marzo de 2023 se identificaron sesenta y cinco clanes familiares dedicados al narcotráfico, distribuidos en ocho regiones del país.
Estos grupos participan en la producción, acopio y exportación de pasta básica y clorhidrato de cocaína, y han construido redes que exceden el ámbito nacional. Entre los cabecillas destacados figuran Jorge Bazán Aguilar, conocido como “Gordo Tobi”, y Emerson Quispe Pariona, alias “El Chavo”, además de clanes como Los Quispe Palomino. A pesar de los operativos policiales, varios líderes han recuperado su libertad por decisiones del Poder Judicial.

La presencia de estos clanes resulta particularmente fuerte en ciertas regiones. En el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM), se ha identificado a cinco familias que controlan el tráfico de drogas desde Ayacucho hacia Bolivia. Los líderes de estos grupos —Víctor Rivera Muñoz, Eliu Vásquez Pérez, Hugo Blanco Huallanca, Celestino Calderón Ochoa y Efraín Zamora Figueroa— coordinan con ciudadanos bolivianos el envío de la droga, la cual es trasladada en avionetas que aterrizan en pistas clandestinas en la selva.
En la provincia de Ayabaca, Piura, operan 12 clanes familiares que, además de acopiar y procesar sustancias ilícitas, emplean empresas fachada, como grifos, maquinaria pesada, compañías de transporte y bienes inmuebles, para lavar activos. La escasez de personal policial en estas zonas ha permitido la consolidación de estas estructuras criminales.