Ministerio Público: agente de cambio para el acceso a la justicia

Esa misión exige una Fiscalía que investigue con objetividad, pero también que comunique con claridad por qué acusa o archiva

Guardar
Fiscalía de la Nación -
Fiscalía de la Nación - Ministerio Público

El Ministerio Público no solo acusa sino orienta, protege y abre puertas a la justicia para quienes más lo necesitan. Por mandato constitucional, su función de defender la legalidad y los derechos fundamentales lo coloca en el centro del control social democrático. ¿Cómo se traduce esto en la vida de una víctima o un testigo? En decisiones fiscales oportunas, transparentes y motivadas, en medidas de protección eficaces y en investigaciones que no se quedan en el expediente, sino que buscan verdad, sanción y reparación.

Esa misión exige una Fiscalía que investigue con objetividad, pero también que comunique con claridad por qué acusa o archiva. La discrecionalidad fiscal está acotada por la razonabilidad y la proporcionalidad, es decir, no caben decisiones caprichosas. Informar y motivar bien protege a la víctima, da garantías al investigado y fortalece la confianza ciudadana.

Ser agente de cambio implica prevenir. Hoy la persecución estratégica del delito se apoya en información del Observatorio de la Criminalidad para focalizar “puntos calientes”, y en programas que trabajan con adolescentes y familias. Iniciativas como “Fiscales Escolares”, “Jóvenes Líderes” y “Padres Construyendo Hijos de Éxito” han evolucionado hacia un enfoque de justicia penal restaurativa, que busca responsabilizar, reparar y reinsertar, en lugar de solo castigar. Ese giro no es cosmético debido a que tiene por objetivo cortar el ciclo de reincidencia.

También supone priorizar a las poblaciones vulnerables. La Fiscalía debe garantizar accesibilidad, celeridad, lenguaje claro, trato sin discriminación y servicios en lenguas originarias. En los casos de violencia, su articulación con el Instituto de Medicina Legal es decisiva para evaluar daño físico y psicológico y para realizar, con prioridad, pruebas de ADN que eviten impunidad.

Ninguna Fiscalía actúa sola. La coordinación con la Policía Nacional bajo protocolos, y con entidades como RENIEC, SUNARP, Migraciones, SUCAMEC, salud y telecomunicaciones, permite pericias e intercambios de información que aceleran la verdad procesal, sin afectar el derecho de defensa.

Sin duda, el reto es enorme. La criminalidad innova más rápido que el Estado. Por eso la Fiscalía necesita tecnología, analítica, talento especializado y presupuestos que acompañen su mandato. Pero la palanca decisiva es su coherencia cotidiana: investigar con objetividad, proteger a víctimas y testigos, exigir medidas cautelares cuando corresponda y promover salidas restaurativas que sean útiles.

Un Ministerio Público que hace todo lo anterior y lo explica de cara a la ciudadanía no solo procesa casos, sino cambia realidades. Ese es el estándar que nuestro país espera y merece.