
Un nuevo lote de objetos arqueológicos prehispánicos regresará al país tras una serie de gestiones diplomáticas realizadas en Europa. Se trata de piezas de alto valor histórico que fueron entregadas de manera voluntaria por ciudadanos neerlandeses, en un acto de restitución que fortalece la preservación del patrimonio cultural.
La ceremonia de entrega se realizó en la Embajada del Perú en Países Bajos, donde la embajadora Franca Deza Ferreccio recibió 54 piezas pertenecientes a la colección privada de Esther Cohen, así como otros seis artículos provenientes de la colección del médico y arqueólogo aficionado Hans Feriz (1895-1970). Las piezas, en su mayoría textiles y muñecas de la cultura Chancay, serán repatriadas oficialmente durante este 2025.
Piezas de las culturas Moche, Chimú, Chancay e Inca regresan al país

De acuerdo con la información oficial, la primera entrega se realizó el pasado 22 de septiembre en La Haya, cuando Esther Cohen cedió voluntariamente 54 piezas a la representación diplomática peruana. Estos objetos habían sido coleccionados por su madre, la artista visual Janneke Tas, durante un viaje realizado en 1970. La colección reúne artículos de diferentes estilos, entre ellos Moche, Casma, Chimú, Chancay e Inca, que se desarrollaron en los periodos Intermedio Temprano, Intermedio Tardío y Horizonte Tardío.
Entre los artículos devueltos destacan principalmente telares y muñecas de tela de la cultura Chancay, una sociedad prehispánica que floreció entre los años 1000 y 1476 d.C. Estos elementos son considerados fundamentales para comprender las dinámicas sociales y artísticas de la época. Su identificación fue posible gracias al trabajo conjunto entre el Ministerio de Relaciones Exteriores, el Ministerio de Cultura y especialistas en arqueología, quienes verificaron su autenticidad antes de aprobar la repatriación.
La segunda devolución se concretó semanas antes, el 3 de septiembre, cuando seis piezas pertenecientes a la colección privada de Hans Feriz fueron entregadas a la embajadora peruana en una ceremonia realizada en Wassenaar. Estos objetos fueron recolectados en 1947 por el propio Feriz, en una de sus primeras excavaciones, y ofrecen una mirada directa a las estructuras sociales, sistemas políticos y creencias de las civilizaciones antiguas.
Para este proceso se contó con el apoyo de Martin Berger, profesor de la Facultad de Arqueología de la Universidad de Leiden, y de Marja van Hesse, inspectora senior del Ministerio de Educación, Cultura y Ciencia de Países Bajos, quienes colaboraron en la revisión y registro de las piezas antes de ser entregadas oficialmente.
El creciente reto de frenar el tráfico ilícito de patrimonio cultural

El tráfico ilícito de bienes culturales se ha convertido en una de las principales amenazas para la preservación del legado histórico en América Latina. Cada año, miles de piezas arqueológicas y coloniales son extraídas ilegalmente y comercializadas en mercados negros internacionales, donde alcanzan precios millonarios debido a su rareza y valor simbólico. Esta práctica no solo despoja a los países de su herencia cultural: también priva a la investigación científica de información clave sobre civilizaciones antiguas.
La situación es particularmente crítica en naciones con gran diversidad arqueológica, como las ubicadas en la región andina y mesoamericana, donde los saqueos suelen estar vinculados a redes organizadas que operan con logística transnacional. Expertos señalan que la falta de controles efectivos en zonas rurales y la alta demanda en coleccionistas privados de Europa y Estados Unidos facilitan la salida ilegal de piezas, algunas de ellas de incalculable valor histórico.
Ante este panorama, organismos internacionales como la Unesco han intensificado campañas de sensibilización y cooperación multilateral para combatir el tráfico ilícito. Al mismo tiempo, varios países han endurecido sus marcos legales y han impulsado la creación de registros digitales de bienes patrimoniales. Sin embargo, especialistas advierten que la clave no está solo en las devoluciones posteriores, sino en prevenir los saqueos y garantizar la protección de los sitios arqueológicos aún vulnerables.