A la altura del paradero Acobamba, en Puente Piedra, choferes y cobradores de la Línea 41 decidieron paralizar sus labores y colocar sus buses atravesados en la vía en dirección al sur. Lo que para algunos usuarios parecía un hecho planificado, en realidad fue, según los propios protagonistas, una acción improvisada para visibilizar una problemática que, dicen, ya no soportan: las extorsiones de bandas criminales.
La protesta interrumpe el tránsito y deja aislado al distrito de Puente Piedra. La Policía Nacional del Perú llegó hasta el lugar para restablecer el orden y evitar que la situación escalara. Sin embargo, los transportistas insistieron en que no buscaban enfrentamientos, sino ser escuchados. “Esto no ha sido planeado, pero nos estamos sumando a muchos colegas que están haciendo su protesta con sus unidades”, señaló un conductor frente a las cámaras.
El bloqueo fue la respuesta inmediata a una seguidilla de ataques sufridos por empresas de transporte público. El más reciente ocurrió en Villa El Salvador, donde un bus de la misma línea fue atacado a balazos en plena madrugada y recibió una carta con amenazas directas contra la gerencia. El incidente, registrado por cámaras de seguridad, encendió las alarmas dentro del gremio y terminó por detonar el malestar acumulado.
“Nosotros tenemos hijos, como todos ustedes, pero somos los más vulnerables. Nos están matando a diario, quedan desamparados niños y esos futuros se pierden”, expresó otro de los choferes que se sumó a la protesta en la Panamericana Norte.
Extorsión y violencia en el transporte público
El ataque contra el bus de la Línea 41, registrado en la avenida Mariano Pastor Sevilla de Villa El Salvador, mostró una dinámica que se repite con frecuencia: un vehículo particular se acerca, delincuentes disparan y dejan un mensaje extorsivo. En este caso, los atacantes utilizaron el limpiaparabrisas para colocar una carta en la que exigían el pago de un cupo, acompañado de un número telefónico con extensión extranjera.
“Es una pena que su gerencia poco o nada les importe la integridad de sus colaboradores. Desde mucho tiempo tienen conocimiento y no dan respuesta. Comuníquense con mi persona. Soy la seguridad. Se terminó la paciencia”, decía el mensaje difundido en un noticiero matutino.
El ataque no dejó heridos porque la unidad estaba estacionada en una cochera improvisada. Sin embargo, los disparos en la parte frontal y cerca de los faros del vehículo dejaron clara la amenaza. Los conductores de la empresa decidieron no iniciar su servicio habitual y estacionaron las unidades en la misma avenida como medida preventiva.
La protesta y el reclamo de los transportistas

La manifestación de la Línea 41 no se limitó a un acto de bloqueo. Fue también un espacio de denuncia pública. “Queríamos llegar al Congreso, pero los policías nos cerraron la vía. Ellos quieren capturar a las cabezas, por eso evité hablar antes. Pero ahora digo la verdad: estamos reclamando porque ya no se puede más”, explicó uno de los voceros improvisados durante la movilización.
Los transportistas denunciaron además que cada vez que intentan organizar protestas formales son objeto de persecución. “No vamos a convocar, esto va a ser improviso. Cada vez que planificamos en los sindicatos, ya nos esperan en Lima con bombardas o nos siembran cosas. No vamos a permitir que nos calumnien”, advirtió un chofer.
En algunos de los vehículos que participaron de la protesta se observaron stickers que, según la Policía, serían marcas utilizadas por las mafias para identificar a las empresas que deben pagar cupos.
Otras protestas en Lima por la misma causa
El malestar no quedó circunscrito a Puente Piedra. Ese mismo día, en San Juan de Lurigancho, choferes y cobradores de distintas empresas realizaron bloqueos en avenidas como la 9 de Octubre. Allí también la Policía intervino para evitar que los manifestantes llegaran al Congreso.
“Cinco líneas se han sumado a esta movilización y probablemente se replique en otros sectores de Lima y Callao, porque la inseguridad impera en todos los lugares; y la muerte se está dando casi a diario a los conductores de transporte público formal”, declaró un transportista.
En este distrito del este de la capital, los ataques contra choferes se han multiplicado. El 23 de septiembre, un conductor de la empresa Santa Catalina fue baleado en plena vía pública. Horas más tarde, otro chofer de la empresa Las Flores resultó herido en un atentado similar. En un tercer ataque, un sicario que se hizo pasar por pasajero disparó contra un conductor de la empresa Huáscar. Un niño de siete años que viajaba en la unidad resultó herido en el fuego cruzado.