
El alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, presentó un plan para construir un megatúnel vehicular de casi siete kilómetros bajo la avenida Abancay, con el fin de eliminar el tráfico de la superficie y convertir la vía en un eje exclusivo para peatones y áreas verdes. La iniciativa plantea una remodelación radical del centro histórico, conectando la zona de La Victoria con Barrios Altos y San Juan de Lurigancho, a través de una infraestructura subterránea cuyo costo estimado se aproxima a 600 millones de soles.
De acuerdo con reportes de La República, el proyecto municipal contempla que el nuevo corredor subterráneo arranque desde la intersección con avenida Grau, en el límite de La Victoria, y concluya en la avenida Próceres de la Independencia. El túnel incluirá cuatro estaciones y ocho accesos vehiculares, además de la intervención de unos 64.000 metros cuadrados sobre la superficie, reservados para transición peatonal, zonas verdes y áreas recreativas.
La propuesta ha desatado reacciones opuestas entre distintos sectores. Algunos analistas y parte de la ciudadanía respaldan la idea de liberar el centro de la ciudad para revitalizarlo. No obstante, urbanistas, comerciantes y técnicos han advertido de riesgos, sobrecostos y posibles interferencias técnicas. Entre las mayores preocupaciones figura la proximidad del trazado del megatúnel con el de la futura línea tres del Metro de Lima, lo que podría complicar la ejecución de ambos proyectos ya que correrían paralelos bajo el subsuelo.

El urbanista Augusto Ortiz cuestionó en declaraciones a La República que la intervención puede resultar más estética que funcional. Sostuvo que “la gestión del centro histórico no se resuelve únicamente con túneles”, y que resulta indispensable diseñar una estrategia integral de ordenamiento urbano y transporte, especialmente en áreas con intensa actividad comercial y miles de peatones diarios.
Durante las primeras jornadas de consulta, comerciantes de la avenida Abancay expresaron su preocupación por las posibles afectaciones a sus negocios durante la construcción. “¿De dónde vamos a pagar nuestros locales?” preguntó un vendedor, anticipando pérdidas económicas y posible caída en el flujo de compradores. La hipótesis de una transformación súbita y caótica del entorno también inquieta a residentes y actores locales.
Inesperada reconciliación
El alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, anunció haber restablecido una relación cordial con el ministro de Transportes y Comunicaciones, César Sandoval, con el objetivo de evaluar la viabilidad técnica del proyecto del tren Lima–Chosica. Según reveló durante un acto público en Ate, López Aliaga explicó que priorizó el bienestar colectivo y decidió comunicarse directamente con el ministro, en un esfuerzo por dejar atrás tensiones previas. Esta actitud fue bien recibida por Sandoval, quien no descartó el diálogo, aunque aseguró que la postura técnica del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) respecto a la iniciativa ferroviaria no cambiará.

Sandoval declaró que la disposición para dialogar está presente, siempre que el debate se centre en criterios técnicos sólidos. Sostuvo que el MTC no se opone al proyecto, pero recalcó la necesidad de responsabilidad, cumplimiento de procedimientos y evaluación de aspectos como paraderos y estaciones. “Nosotros no vamos a cambiar de opinión desde el punto de vista técnico”, afirmó el ministro, reiterando que la viabilidad del proyecto dependerá del análisis normativo y técnico exhaustivo.
El jefe del Gabinete Ministerial, Eduardo Arana, también expresó su respaldo a la convocatoria de reuniones, subrayando que el Ejecutivo facilitará la continuidad del diálogo, siempre bajo condiciones técnicas claras. A pesar del acercamiento reciente, las diferencias públicas entre las autoridades han incluido críticas de López Aliaga a Sandoval y cuestionamientos técnicos por parte del MTC, que considera el proyecto inviable en el corto plazo y advierte posibles irregularidades en la adquisición de material rodante.