El litoral de Pisco enfrenta un proceso de transformación irreversible. El mar, con una fuerza constante y desbordada, viene deteriorando los últimos vestigios del antiguo muelle fiscal, una estructura levantada en 1880 que marcó una etapa clave en la historia económica del país. Lo que en su momento fue un centro neurálgico de intercambio y exportación, hoy se encuentra reducido a fragmentos dispersos que apenas recuerdan su imponente presencia.
Vecinos, pescadores y visitantes observan cómo, con cada semana que pasa, las olas consumen lo poco que queda en pie. La escena despierta preocupación y descontento. “Les damos esta lamentable noticia. Miren cómo se encuentra Pisco Playa, el malecón de Pisco Playa ha sido consumido por completo”, expresó un ciudadano al registrar en video el estado actual del lugar. Las imágenes muestran maderas, fierros y restos de la infraestructura esparcidos por la arena, generando riesgos evidentes para quienes transitan por la zona.
Más del 80 % del muelle ya no existe. Los especialistas recuerdan que este espacio jugó un papel fundamental en la explotación del guano, recurso vital para la economía peruana del siglo XIX. Con el paso del tiempo, también se consolidó como atractivo turístico y como soporte para la pesca artesanal. Sin embargo, a pesar de ese valor histórico, las gestiones por conservarlo quedaron en el papel y nunca se concretaron medidas eficaces.
Fragmentos de historia en peligro

Hoy solo permanecen dispersos los restos de madera y metal que la fuerza del mar arrastró hasta la playa. Ciudadanos que acuden a la zona describen un panorama de inseguridad.
El abandono institucional se percibe en cada rincón. “En este punto del malecón no hay siquiera un serenazgo, ningún ente municipal para dar indicaciones si alguien ingresa al muelle”, denunció otra voz vecinal. Solo cintas amarillas rodean parte de la zona, sin señalización adecuada ni presencia de seguridad. Los pobladores recuerdan que durante años se permitió el ingreso de mototaxis y motos lineales, lo que aceleró el deterioro de la estructura.
La pérdida del muelle no solo afecta la memoria histórica de Pisco, también golpea actividades cotidianas. Hasta hace pocos años, turistas nacionales y extranjeros recorrían la estructura para contemplar el mar o practicar la pesca de especies locales. Comerciantes y pescadores artesanales dependían de este espacio para sostener su economía. Con el colapso, estas prácticas quedaron interrumpidas, dejando a decenas de familias en una situación incierta.
Los vecinos insisten en que el peligro es inmediato. “Un peligro total. ¿Dónde están las autoridades? Esto es historia, señores, debería ponerse en resguardo”, reclamó un poblador, recordando que las maderas podrían formar parte de un futuro museo o de un proyecto turístico. Sin embargo, la falta de decisiones concretas mantiene la amenaza de que el último rastro del muelle desaparezca definitivamente.
Llamado a las autoridades

En mayo de este año, un oleaje similar destruyó la mitad de la infraestructura, lo que encendió las alertas. La estructura original, de unos 700 metros de largo y 20 de ancho, ya había perdido 200 metros en esa ocasión. Hoy, el panorama es aún más crítico. Las piezas esparcidas en la playa representan un riesgo de accidentes, y algunos ciudadanos incluso recolectan clavos y vigas para venderlos como chatarra, lo que incrementa la inseguridad en la zona.
Ante este escenario, los pobladores de Pisco reiteran la necesidad de una respuesta inmediata. “Deberían de emergencia tener al menos un patrullero ahí orientando a la gente... No hay ningún letrero, solo han puesto una cinta amarilla”, señaló un testigo. El pedido es claro: proteger lo que queda de esta infraestructura y planificar una estrategia que permita conservar, aunque sea en fragmentos, un símbolo de la identidad local.