
En América Latina, el transporte urbano es responsable de la mayor parte de las emisiones del sector: más del 75% provienen del transporte terrestre motorizado convencional, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Este dato evidencia con claridad que apostar por sistemas más limpios, eficientes y accesibles no es una opción secundaria, sino una prioridad para la salud, la economía y el futuro del planeta.
En un contexto marcado por la creciente preocupación por el cambio climático y la contaminación, Lima no es ajena a esta realidad. La percepción del transporte sostenible en la ciudad está estrechamente vinculada con la calidad de vida de sus ciudadanos y refleja, al mismo tiempo, las deficiencias en el funcionamiento urbano. Entre los principales problemas que enfrenta la capital, el tráfico y la congestión vehicular destacan con un 58%, una situación que dificulta la movilidad diaria y limita la productividad, según señala una encuesta sobre la capital realizada por el Instituto de Opinión Pública de la Pontificia Universidad Católica en el 2024.

Desde nuestro rol como principal sistema de transporte público sostenible de pasajeros en Lima, en la Línea 1 del Metro hemos asumido desde hace varios años el compromiso de impulsar activamente la sostenibilidad del país. La Semana de la Movilidad Sostenible nos invita a reflexionar sobre cuánto hemos avanzado, cómo se mueven nuestras ciudades y, sobre todo, hacia dónde queremos llevarlas.
En el caso de nuestra ciudad, la congestión vehicular se traduce en contaminación, pérdida de productividad y horas de vida desperdiciadas. ¿Podemos tener un transporte que no solo sea más rápido, sino también limpio y eficiente? ¿O es acaso una aspiración reservada para países desarrollados?

La evidencia ha demostrado que sí es posible y que venimos trabajando en ello. Nuestra operación en la Línea 1 del Metro de Lima evita en promedio 26 mil toneladas de emisiones de CO₂al año, una cifra que puede alcanzar las 33,3 mil toneladas en escenarios de alta congestión. Esa reducción equivaldría a retirar de las calles a miles de autos particulares, buses y otros vehículos de transporte “convencional”, con beneficios directos en el aire que respiramos millones de peruanos. Según un estudio elaborado por el Ministerio de Transportes y Comunicaciones.

Pero la movilidad sostenible no es solo hablar de CO₂. Según estudios del Banco de Desarrollo de América Latina y El Caribe (CAF), apostar por políticas integrales que combinan sistemas de transporte masivo, corredores de buses, ciclovías, una mejor gestión del tráfico y espacios pensados también para los peatones se traducen en ciudades más productivas y con mejor calidad de vida.
En el marco del Acuerdo de París, el Perú se ha comprometido a reducir en 40% sus emisiones al 2030 y alcanzar la carbono neutralidad al 2050, compromisos que seguiremos impulsando desde nuestro frente. En este marco, la Semana de la Movilidad Sostenible nos recuerda que movernos de manera más limpia y eficiente es posible y que los beneficios se sienten en todos los ámbitos: aire más puro, menos ruido, más tiempo en familia y ciudades más competitivas. El desafío ahora es sostener el impulso y hacerlo realidad en cada proyecto de transporte y en cada decisión de política pública.
Estamos convencidos de que el cambio más sustancial ocurre cuando más personas eligen el transporte público en lugar de utilizar sus autos particulares. Ese paso no solo representa una transformación en la manera en que concebimos nuestras ciudades, sino que abre el camino hacia un futuro más equitativo y sostenible. Para lograrlo, se requiere infraestructura moderna, sistemas eficientes y, sobre todo, la confianza de los ciudadanos en que el transporte masivo puede ser una alternativa real, moderna y sostenible para el futuro de Lima.
