
Guapa, como en cada cita, Ernestina Díaz Lavalle entra al Centro Nacional de Salud Renal de EsSalud con paso firme y coqueto, irradiando la misma vitalidad que la ha acompañado durante sus 102 años de vida. A su llegada, familiares, personal médico y administrativo la recibieron cantando “Feliz cumpleaños”, en un emotivo homenaje por su reciente aniversario y por la fortaleza que demuestra en cada sesión de tratamiento.
Pese a vivir con hipertensión y portar un marcapasos, Ernestina afronta con optimismo su enfermedad renal crónica. Desde hace cuatro años recibe diálisis tres veces por semana en una clínica contratada por EsSalud en San Juan de Lurigancho. El procedimiento, que reemplaza la función de sus riñones, le permite mantener un estado de salud estable y una rutina activa.
“Acabo de cumplir 102 años. Tengo seis hijos, 15 nietos, 18 bisnietos y tres tataranietos. Soy la segunda hija de ocho hermanos: tres hombres y cinco mujeres. Ahora solo quedo yo y agradezco a Dios que me siga dando vida”, contó emocionada, recordando la trascendencia de su historia familiar.

El presidente ejecutivo de EsSalud, Dr. Segundo Acho Mego, destacó el ejemplo de Ernestina y felicitó al personal de salud que la atiende. “Nos sentimos orgullosos. Tener a Doña Ernestina en vida significa fortaleza, esperanza, lucha por la familia”, expresó durante la celebración.
Una vida de esfuerzo y servicio
Ernestina nació el 15 de agosto de 1923 en Surco Viejo, cuando esa zona de Lima estaba rodeada de chacras y casas de campo. Fue asentada días después de su nacimiento, como era costumbre en la época. “Tuve una infancia muy feliz ayudando a mi papá en la chacra. Mi padre falleció joven y desde los 10 años trabajé en casas de gente adinerada como ayudante de cocina y de lavandería”, relató.
A los 24 años conoció a su esposo, Víctor Zelayarán, con quien formó una familia de seis hijos. Con esfuerzo y trabajo constante logró sacarlos adelante, inculcándoles valores que hoy se reflejan en varias generaciones de descendientes. “Me siento bendecida porque todos son buenos y tienen muchos valores”, afirmó con orgullo.
Su vida profesional también estuvo ligada al sector salud. En 1962, cuando tenía 39 años, postuló y obtuvo un puesto en el Departamento de Dietoterapia y Nutrición del Hospital Edgardo Rebagliati, entonces llamado Hospital del Empleado. “Siempre me gustó mi trabajo. Era muy responsable y, con mucho amor, me dediqué a mis pacientes. Recuerdo con satisfacción que recibí un diploma en el auditorio principal”, recordó.

Tras décadas de servicio, se jubiló a los 70 años, asegurando una pensión y manteniendo el vínculo con la Seguridad Social. Hoy, como paciente, se muestra agradecida: “El Seguro Social me permitió desarrollarme como profesional y ahora me atiende bien en esta etapa de mi vida”.
Enfrentando la enfermedad con optimismo
El diagnóstico de insuficiencia renal crónica llegó hace cuatro años, pero Ernestina nunca perdió su actitud positiva. “Me someto a la diálisis con la mejor disposición”, aseguró, consciente de que este tratamiento es indispensable para limpiar la sangre, eliminar desechos y equilibrar líquidos en su organismo.
Su historia refleja no solo un camino personal de resiliencia, sino también la importancia de la atención médica especializada en adultos mayores. Según datos de EsSalud, miles de personas mayores con enfermedades crónicas reciben cobertura integral, un servicio clave para garantizar su calidad de vida.
El caso de Ernestina también pone en valor la atención primaria y especializada del Seguro Social, que no solo cubre procedimientos médicos como la diálisis, sino que acompaña a los pacientes con apoyo emocional, nutricional y terapéutico.