El izamiento de una bandera colombiana en la plaza principal de la comunidad nativa Tres Fronteras, en Putumayo, reavivó el malestar entre los pobladores, quienes reclaman al Gobierno una respuesta inmediata para garantizar la soberanía. El hecho ocurrió el 7 de septiembre y generó tensión en esta provincia de Loreto, donde la ausencia estatal se percibe como un riesgo creciente en un territorio estratégico.
Aunque el Ejército retiró la bandera extranjera, los dirigentes comunales cuestionaron que no se haya repuesto con el pabellón peruano. La preocupación se incrementa por la falta de logística de las fuerzas armadas, la paralización de proyectos de conectividad y el abandono de las comunidades que viven en condiciones precarias a orillas del río Putumayo, donde la presencia colombiana se hace cada vez más visible.
Reclamo de los líderes comunales
El alcalde de la provincia de Putumayo advirtió que la situación puede escalar si no se asignan recursos de manera urgente. Señaló que el propio presidente del Consejo de Ministros, Eduardo Arana, se comprometió a impulsar una comisión multisectorial para atender la frontera, pero aún no hay resultados. “Estamos muy preocupados, porque si no se actúa ahora, más adelante no habrá cómo responder”, declaró.
El dirigente recordó que la presidenta Dina Boluarte anunció el 28 de julio de 2024 la construcción de la carretera Flor de Agosto–Puerto Rico con apoyo del Ejército y el Gobierno Regional de Loreto, sin embargo, un año después el proyecto no ha avanzado. Para las autoridades locales, la falta de conectividad limita el despliegue militar y agrava el aislamiento de las comunidades que esperan atención desde hace décadas.
Movimiento en la cuenca del río Putumayo
Los pobladores denuncian que el tránsito de embarcaciones colombianas en la cuenca es constante y cada vez más notorio. De acuerdo con las autoridades locales, las fuerzas militares de Colombia despliegan operaciones y colocan banderas en la zona alta del río, lo que genera temor de que la situación se extienda hacia la parte media y baja.
La comunidad advierte que mientras Colombia, Ecuador y Brasil han electrificado sus localidades fronterizas y mantienen vigilancia permanente, el lado peruano permanece desprotegido. La ausencia de servicios básicos dificulta identificar a quienes cruzan el río y aumenta la vulnerabilidad de los habitantes frente a incursiones externas.
Deficiencias en seguridad y abandono estatal

Los puestos policiales del Putumayo son descritos por los propios comuneros como los de peor infraestructura en toda la región. Los agentes carecen de recursos logísticos para trasladarse entre las comunidades, lo que los obliga a depender de embarcaciones prestadas por los vecinos para realizar cualquier diligencia.
Aunque la provincia se encuentra bajo estado de emergencia, los dirigentes aseguran que no se ha destinado presupuesto adicional ni para el patrullaje militar ni para los gobiernos locales. “No hay obras, no hay proyectos en marcha y no tenemos cómo responder a estas amenazas”, indicó un vocero comunal, subrayando que la situación es insostenible.
Reacción de la población en Tres Fronteras
Tras la aparición de la bandera extranjera en la plaza, los habitantes exigieron que se refuerce la presencia estatal con acciones concretas y permanentes. Para ellos, la retirada del símbolo colombiano sin la colocación de la bandera peruana refleja la debilidad de la respuesta oficial. “Sentimos que vivimos en tierra de nadie”, expresó uno de los dirigentes.
La indignación en Tres Fronteras se suma a los pedidos históricos de mayor atención en la cuenca del Putumayo. Los pobladores reclaman vigilancia, infraestructura básica y respaldo a las comunidades que permanecen alejadas de los centros urbanos. El llamado de los líderes es que el Gobierno asuma el compromiso antes de que el control del territorio se vea comprometido de manera irreversible.