
Hasta el más débil de los clubes de fútbol suele contar con una cantera de jóvenes talentosos en sus divisiones menores. Lamentablemente, por falta de inversión —algunos sin presupuestos y otros sin una visión de largo plazo— muchos de estos chicos nunca desarrollan su potencial. Así, con el tiempo, el club nunca despega, mantiene actuaciones mediocres en su liga o en torneos internacionales y, para colmo, ve cómo sus mejores jugadores migran desde temprana edad a ligas de mayor exigencia, donde sí logran potenciar su talento.
Eso mismo viene ocurriendo en el Perú con el bono demográfico. Este se produce cuando la población en edad de trabajar de un país supera ampliamente a su población dependiente, es decir, a los niños y adultos mayores. En teoría, ello debería favorecer el desarrollo económico. Sin embargo, el PBI per cápita del Perú apenas se multiplicó por 1.75 en las últimas dos décadas, según cifras del BCRP. Otros países multiplicaron sus ingresos per cápita invirtiendo en educación, investigación y desarrollo, además de implementar incentivos para la formalización. Corea del Sur, por ejemplo, lo multiplicó por más de 8 veces desde que inició el suyo en 1977.
En nuestro país, poco o nada se ha hecho para corregir problemas estructurales que limitan la productividad, como la informalidad. Ni hablar de los niveles de capacitación: en 2020, apenas un 25% de la población de 30 años había accedido a educación universitaria y menos de la mitad había cursado algún tipo de educación superior, según el BCRP.
El talento ya migra, o tiene pensado hacerlo. Más del 75% de los jóvenes entre 18 y 25 años está dispuesto a emigrar, según una encuesta de Ipsos. A principios de año, desde ComexPerú expusimos resultados sobre emigrantes peruanos al extranjero. La mayoría estaba en edad de trabajar, lo que tiene un efecto directo en la pérdida de la fuerza laboral. Entre 2020 y 2023, un 34.9% de los emigrantes eran capacitados, siendo los profesionales más comunes: administradores de empresas (10,725), ingenieros (9,262), técnicos (9,246), choferes profesionales (7,333) y docentes (5,130). En contraste, entre 2010 y 2019, solo un 28.8% de los emigrantes tenía dicho perfil.
Otra categoría que también destacamos fue la de los estudiantes. Entre 2020 y 2023 ascendieron a 127,744 personas y representaron un 23.1% del flujo total de emigrantes durante dicho periodo. La fuga de talentos, marcada por una contracción del empleo juvenil, es una realidad. En el tercer trimestre de 2024, el empleo juvenil (14 a 29 años) disminuyó en 245,623 puestos de trabajo en relación con el mismo periodo de 2023, según estimaciones de la Encuesta Permanente de Empleo Nacional (EPEN).
En el Perú, con un bono demográfico de cuarenta años —iniciado en 2005— solo nos quedarían alrededor de veinte años para aprovecharlo. No obstante, el panorama y las expectativas de cambios en materia de promoción del empleo formal son bastante sombrías. Es tiempo de ponerse serios y juiciosos. Mantener la misma receta, con los mismos actores políticos entorpeciendo toda iniciativa de modernización y flexibilidad del régimen laboral, así como limitando el desarrollo de la educación en nuestro país, no nos llevará a ningún lado. Perderemos la oportunidad del bono demográfico, seguiremos perdiendo talento y frenando el desarrollo de la economía peruana.
