
El primer amor es inevitable y universal, pero está lejos de ser una burbuja en la que sus protagonistas ven la vida color rosa. Infobae Perú conversó en exclusiva con Diego Víctor Chávez, el autor de ‘Lo que queda de nosotros’, una novela que narra en sus páginas cómo la experiencia del primer amor puede estar influenciada por las tragedias que pueden ocurrir lo largo de la vida y cómo surge en las personas la necesidad de recurrir a la escritura para sanar las heridas que el tiempo, en ocasiones, no puede curar.
— ¿De dónde nace el impulso de escribir sobre algo tan universal como es el primer amor? La novela se siente muy personal
Tuve una una experiencia que me motivó. Tuve una primera relación en mi juventud que me marcó bastante para bien y sin embargo que sí estuvo conflictuada por dramas familiares, internos míos y de ella. Varios años después que habíamos perdido contacto, pero en el año 2013 recibí una llamada y super que era ella. A partir de ese momento nos volvimos a encontrar, conversamos, reconectamos, y ese encuentro fue lo que me llevó a escribir.
Yo quería escribir un cuentito de una pareja de jóvenes que después de varios años se reencuentran y y tienen que decidir qué hacer con con ese amor de su juventud. Esa fue mi primera intención, pero al escribir llegó un punto en el que me di cuenta que perfilaba más para una novela, pero yo no me propuse escribir una. Tenía miedo.
Empecé a llevar talleres, a leer más, a replantear cosas de la historia. Tenía hitos importantes a los que yo quería llegar, pero no tenía idea de cómo iba a llegar. Eso es algo rico de la novela, porque no la escribí con mucha planificación, sino fue como ir caminando en la niebla y a cada paso ir descubriendo cosas. Me acuerdo perfectamente el momento en el que decidí que cuál iba a ser el evento más importante de la novela. Me llegó y yo tuve que parar de escribir porque no era lo que yo quería que pase. La historia de alguna manera cobró tanto cuerpo que me llevó hacia un lugar que yo no había planificado.
— Háblame del origen del título: ‘Lo que queda de nosotros’ ¿Ya lo tenías pensado o hubo otras opciones?
El título llegó también de una manera inesperada. Mi título inicial era uno que ahora me parece muy débil: ‘La sonrisa de Luna’. La idea era que justamente este personaje iba a ir descubriendo que detrás de esa sonrisa de la chica con la que él quería y con la que había crecido, había mucho dolor, había mucha oscuridad; que no siempre la sonrisa significa lo que creemos. Con el tiempo la historia fue saliéndose de estos estereotipos para profundizar en personajes mucho más reales.
En un taller en el que yo estaba, escribí un cuento y a ese cuento lo titulé ‘Lo que queda de nosotros’. Me resonó mucho con la historia que yo estaba escribiendo, pero ya no desde el punto de vista romántico. Al final las cosas como las vivimos y las recordamos son muy subjetivas y cada uno tiene su propia forma de recordarlo, pero al final lo que queda es la historia que se cuenta. Los relatos son lo que queda de nosotros. ¿Esa fue la verdad? ¿Así pasaron las cosas? No lo sabemos.
— Un aspecto que se inserta desde muy temprano en la novela y que se desarrolla a lo largo de todo el texto ella es la salud mental ¿Tuviste un tipo de acompañamiento psicológico, una investigación que te ayude a profundizar mucho más en sobre cómo es que puedes describir los síntomas o las señales que dan a entender que estos personajes sufren o van a sufrir este tipo de trastornos?
Siendo muy honesto, hubo cero investigación. Lo que hubo es mucha observación y mucha conexión con mi entorno. Desde que yo entré a la universidad empecé a tener mucho contacto con gente que sufría trastornos de salud mental duros, que los hacían vivir en soledad, que los hacían sufrir muchísimo. Mi vida, por alguna razón, ha estado llena de relaciones así, familiares, amicales, incluso sentimentales. Eso me volvió muy sensible.

En el momento en que empecé a desarrollar la novela empecé a plasmar todas esas vivencias en diferentes personajes sin darme cuenta, porque realmente no era mi intención escribir una novela que ponga sobre la mesa el tema de la salud mental. Solamente se muestran síntomas, conflictos. Y tú dices: “Oye, pero ¿por qué este personaje es tan obsesivo con esto?“. Recién al final de la novela se habla más explícitamente de eso. No es una obra que habla de la salud mental con una intención aleccionadora o moralista, sino que simplemente muestra los síntomas de lo que es vivir con dificultades de salud mental sin uno saber que los tiene y los estragos que causa eso en la vida de las personas desde su infancia hasta su adultez.
— ¿Cuál es el personaje con el que compartes más la forma de ver el mundo y cuál sería el personaje que más te gustó escribir?
Si tengo que decir el personaje en el que más he puesto de mí, definitivamente es Fabricio, el personaje principal. Pero siento que es una versión dramatizada de mí. La historia ameritaba no quedarse en los grises, sino llevarlo un poquito hacia el extremo para que dé pie a conflictos mucho más dramáticos y mi vida no es tan interesante (...) Si me preguntas cuál fue el personaje que más me gustó escribir... me divertí mucho con un personaje secundario que es Jimmy. Es el amigo del grupo, es como el bufón. Me gustó escribirlo porque de alguna manera me permitió explorar una parte de mí que no me permito explorar en el día a día. Me permitió explorar mi lado más irreverente, menos político, más honesto y de pronto salió un personaje que es muy espontáneo, odioso a veces, pero querido al mismo tiempo.
El personaje de Luna es una mezcla entre personas que he conocido, pero también mi parte más idealista, mi parte más romántica, que al final termina siendo igual golpeada por la realidad. Creo que ese es un, un patrón en los personajes. Crecen con mucha ilusión hacia la vida, pero todos, de alguna manera, terminan siendo manchados por la experiencia humana, En esos tres personajes, Fabricio, Luna y Jimmy, está el corazón de la novela.
— Cuéntame un poco sobre los autores que te influenciaron para escribir ¿has tenido referentes para lograr tu primer libro?
Ernesto Sábato, fue lo primero que empecé a leer en la temporada en la que yo empecé a escribir el libro. Como lo escribí durante tanto tiempo, he tenido muchas influencias en diferentes temporadas. Estaba leyendo ‘El túnel’ y estaba leyendo ‘Pedro Páramo’ de Juan Rulfo, autor mexicano. Leí ‘Madame Bovary’. Me acuerdo de esos tres libros porque en esta época no me sentía digno de escribir una novela. Tenía que leer más. Le pedí ayuda a un amigo lector y me llevó por primera vez a Quilca. Compramos esos tres libros. Yo no sabía que me estaba metiendo en libros de tremenda jerarquía universal. Creo que eso marcó un poquito mi estilo. Ernesto Sábato, desde lo psicológico y lo melancólico; Juan Rulfo con ‘Pedro Páramo’, desde lo poético, lo onírico; Flaubert desde el realismo y la humanidad de los personajes.
— Con respecto al cine, ¿alguna película influenció ciertos pasajes?
Siempre tiendo a disfrutar las historias de crecimiento. La más popular: ‘Los años maravillosos’. Me resultaba muy lindo este descubrir desde la infancia hasta la adolescencia y cómo los amores van y vienen. Los conflictos que en ese momento te parecen gigantes, realmente no son tan graves cuando creces, pero igual te marcan. ‘Las vírgenes suicidas’, de Sofía Coppola, creo que es una película que marca mucho la nostalgia y drama de ‘Lo que queda de nosotros’.
— Ya que tú dijiste que no te considerabas digno de escribir esta novela ¿crees que esta novela sea digna de una adaptación al cine?
A partir de la publicación del libro empecé a recibir comentarios positivos de lectores. Ahora veo el libro y digo: “oye, hay algo bueno aquí”. La gente disfruta mucho el libro, que lo lee muy rápido y le quedan cosas. Creo que esa es una de las cosas que yo más deseaba de este libro y me alegra estar consiguiéndolo: Que sea algo fácil de leer, pero difícil de olvidar. A partir de esas críticas, me imagino la historia adaptada al audiovisual. Alguien tendría que ser muy capo para pasarlo, porque como es una historia muy introspectiva, ¿cómo se plasma eso ya en un lenguaje audiovisual? Habría que tener una visión distinta de la historia, pero sí siento que es una historia que podría adaptarse al cine o a la pantalla chica en una serie. Le veo bastante potencial comercial, honestamente.

— Este libro lo habías publicado ya hace un año ¿Qué ha crecido en ti y qué impulso de escribir tienes ahora? ¿Tienes ganas de seguir explorando más de tu faceta como escritor?
Cuando terminé de escribir esa novela pensé que iba a ser el único libro que iba a escribir, porque soy mucho de pulsiones; pero ya tengo otra que está cumpliendo esa función de venir a mí todos los días, de alimentarse de lo bueno y de lo malo que me pasa y cada día está creciendo. Cuando me preguntan esto, digo que vengo escribiendo mi nueva novela hace como un año y medio, pero hasta ahora no toco la computadora porque está en mi cabeza.
Mi plan es que es el próximo año debo sentarme a escribirla, porque este año tengo un proyecto como cantautor y en setiembre estoy lanzando mi nuevo disco, entonces voy a darle unos mesecitos al disco para que se mueva. Me gustaría explorar un poquito más esa fusión entre la música y la literatura.
— ¿Cómo ha sido esta experiencia de terminar de escribir el libro y dedicarle también el tiempo a tu otra pasión, que es la música?
Eso es lo, lo más difícil, porque además de eso tengo una agencia de publicidad. La mayoría del día estoy en la oficina y realmente eso es a lo que más dedico tiempo, porque esa es mi chamba y de lo que vivo. Felizmente tengo bastante flexibilidad. Lo manejo por temporadas. En septiembre que sale el disco, voy a ponerme un sombrero de músico y por unos meses voy a estar promoviendo la música. Mientras, voy escribiendo la nueva novela y así me voy turnando. Así lo voy alternando, pero el año pasado encontré un formato y que voy a seguir explorándolo. Se llama Confesiones: Canto mis canciones y, entre canciones, leo textos míos. Después abro el micrófono al público para que también me acompañen en la conversación y terminan saliendo historias hermosas, muy personales.
Lo he hecho dos veces el año pasado en el teatro de Lucía y normalmente cuando se salen de ahí del teatro, lo primero que quieren hacer es comprar mi libro, porque se quedan con ese deseo de conocer más. Ahorita estoy en la misión de unificar esos dos universos para que la gente me conozca, no solo como escritor, no solo como cantante, sino como un contador de historias.
— ¿Podemos inferir que el personaje principal de tu próxima novela va a ser un músico?
Sí, así es. Eso es interesante porque en ‘Lo que queda de nosotros’ traté de alejar el personaje de mi realidad para poder dotarle de cosas más internas sin que se le relacione mucho a mí. Este personaje es totalmente ajeno a la música. Fabricio casi no habla de música. Luna es un poquito más cercana a la música y ella le enseña cosas, pero sí, en el texto vas a encontrar citas a canciones que ya no pude contener.
Ahora sí la nueva novela que estoy preparando va a girar el 100 % en torno al mundo de la música, de las canciones. Al final todas las historias se tratan de relaciones que van acompañadas por el entorno de la música y de la presencia que tiene en nuestro día a día.