
Cada vez es más frecuente escuchar de personas que padecen dolores en la mandíbula, tensión facial, chasquidos al abrir la boca o incluso cefaleas frecuentes. Muchas veces, estas molestias están relacionadas con el bruxismo o con los trastornos de la articulación temporomandibular (ATM). Sin embargo, aunque pueden compartir síntomas similares, no son lo mismo.
En el Perú, el bruxismo ha ido en aumento, especialmente a raíz del estrés cotidiano y los cambios emocionales provocados por la pandemia. Según datos del Ministerio de Salud (Minsa) y del Seguro Social de Salud (EsSalud), se estima que entre el 30% y 40% de los adultos peruanos presentan algún grado de bruxismo, aunque muchos no son conscientes de ello. Además, los trastornos temporomandibulares también afectan a un número considerable de personas, particularmente mujeres entre los 20 y 40 años. Ambos problemas pueden impactar de forma significativa en la calidad de vida si no se tratan a tiempo. Por eso, es fundamental comprender sus diferencias para poder actuar de manera adecuada.
¿Qué es el bruxismo?
El bruxismo es una condición que se caracteriza por apretar o rechinar los dientes de manera involuntaria, principalmente durante el sueño, aunque también puede presentarse de día. Este hábito suele estar vinculado al estrés, la ansiedad, la tensión emocional, y en algunos casos, a problemas de alineación dental o alteraciones del sueño.

El bruxismo puede ser consciente o inconsciente. En la forma nocturna, muchas personas no se dan cuenta de que lo padecen hasta que sienten dolor en la mandíbula, sensibilidad dental o se los informa el dentista debido al desgaste en sus piezas dentales.
Los síntomas más comunes incluyen:
- Dolor o rigidez en la mandíbula al despertar
- Dolores de cabeza o de cuello
- Dientes desgastados, fracturados o flojos
- Sensibilidad dental
- Trastornos del sueño
¿Qué son los trastornos de la articulación temporomandibular?
La articulación temporomandibular (ATM) es la que conecta la mandíbula con el cráneo, y permite movimientos esenciales como masticar, hablar o bostezar. Un trastorno de la ATM ocurre cuando hay un problema en esta articulación o en los músculos que la rodean.
Estos trastornos pueden deberse a lesiones, artritis, tensión muscular crónica, malas mordidas o incluso al bruxismo no tratado. Son más comunes en personas con antecedentes de estrés crónico, y pueden estar asociados a hábitos como masticar chicle en exceso o apoyarse el mentón con frecuencia.

Los síntomas típicos de un trastorno ATM incluyen:
- Dolor en la mandíbula, frente a los oídos o en la cara
- Dificultad o molestia al masticar
- Ruidos articulares (chasquidos o crujidos) al abrir o cerrar la boca
- Bloqueo o rigidez mandibular
- Dolor de cabeza o cuello, similar al del bruxismo
Diferencia entre el bruxismo y los trastornos de la articulación temporomandibular
Aunque ambos trastornos están relacionados con la función mandibular y pueden presentar síntomas similares, tienen orígenes y mecanismos distintos:
- Causa principal: el bruxismo es un hábito involuntario, principalmente relacionado con el estrés o trastornos neuromusculares. Los trastornos ATM suelen deberse a problemas estructurales o mecánicos de la articulación, aunque también pueden verse agravados por el bruxismo.
- Movimiento vs. estructura: el bruxismo implica un movimiento repetitivo (apretar o rechinar), mientras que el trastorno ATM afecta la estructura de la articulación y su capacidad de movimiento normal.
- Duración del dolor: el dolor del bruxismo suele aparecer en la mañana (por el rechinar nocturno), mientras que el de ATM puede estar presente durante todo el día, especialmente al hablar o masticar.
- Tratamiento: el bruxismo suele tratarse con férulas dentales, terapia para reducir el estrés y ejercicios de relajación mandibular. Los trastornos de ATM, en cambio, pueden requerir fisioterapia, medicamentos antiinflamatorios, aparatos ortopédicos, y en casos severos, cirugía.
Además, es importante señalar que una condición puede influir en la otra. Por ejemplo, el bruxismo prolongado puede dañar la articulación temporomandibular y desencadenar un trastorno ATM. Por eso es vital detectar y tratar el problema a tiempo.