Un cabello humano en un quipu cambia la historia: los registros incas no eran exclusivos de la élite

La dieta registrada en el cabello indica un origen campesino, lo que rompe con siglos de relatos coloniales que atribuían la producción de quipus solo a las élites incas

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Los quipus: sistema de registro
Los quipus: sistema de registro avanzado del imperio Inca. (Museo Larco / Al Poniente)

La historia de los quipus, aquellos complejos dispositivos de cuerdas anudadas que los incas emplearon para almacenar información, acaba de adquirir un matiz inesperado. Un hallazgo reciente sugiere que su uso no estaba restringido a las élites burocráticas del imperio, sino que alcanzaba también a personas de sectores más modestos. La clave de esta conclusión no provino de los nudos ni de los colores de los cordones, sino de un detalle casi inadvertido: una hebra de cabello humano entrelazada en el cordón principal de un antiguo dispositivo.

El descubrimiento, publicado en la revista Science Advances, ha reabierto el debate sobre quiénes podían fabricar y utilizar estos instrumentos de registro. Durante siglos, los cronistas coloniales afirmaron que la producción de quipus estaba reservada a funcionarios especializados, encargados de contabilizar tributos, censos y movimientos de recursos. Sin embargo, el análisis químico de este fragmento de cabello apunta a una realidad más amplia y menos jerárquica.

“El cabello en los antiguos Andes era una sustancia ritualmente poderosa que representaba al individuo del que provenía”, explicaron los investigadores. Su presencia dentro del quipu estudiado funciona como una especie de firma, un rastro personal que permite vincular el objeto con su creador. Y lo que esa muestra reveló contradice una de las creencias más repetidas sobre la cultura inca.

El quipu de 1498 y su origen inesperado

Un quipu subastado en Alemania,
Un quipu subastado en Alemania, datado en 1498, contiene cabello humano en su cordón principal. (Captura de pantalla)

El dispositivo analizado apareció en una subasta en Alemania y fue posteriormente datado en el año 1498 d.C. Su cordón principal, de aproximadamente 104 centímetros, estaba elaborado con cabello humano doblado y torcido. Los especialistas calcularon que la longitud correspondía a unos ocho años de crecimiento capilar. A partir de esa base, se aplicaron técnicas modernas de análisis químico que aportaron detalles sorprendentes.

Las mediciones de elementos como carbono, nitrógeno y azufre revelaron que la dieta del individuo al que pertenecía el cabello estaba compuesta mayoritariamente por tubérculos y vegetales. Esa alimentación era común entre los sectores populares, en contraste con la dieta a base de maíz y carne reservada a quienes formaban parte de la administración imperial. En otras palabras, el creador de este quipu no era un burócrata, sino un ciudadano de rango bajo dentro de la estructura social inca.

Análisis adicionales de oxígeno e hidrógeno permitieron ubicar a esta persona en la región que actualmente corresponde al sur de Perú o al norte de Chile. Con ello, el estudio no solo rompe con la idea de que los quipus eran exclusivos de las élites, sino que también permite precisar el lugar de origen de este registro.

“Contrariamente a suposiciones previas, los plebeyos del Imperio Inca aparentemente también crearon quipus de estilo inca”, señalaron los científicos en su informe.

Una práctica más inclusiva de lo que se creía

Algunos quipus no siguen los
Algunos quipus no siguen los patrones de numeración decimal y son considerados un misterio. (Peru Travel)

El hallazgo se suma a otros estudios recientes que cuestionan las versiones transmitidas por los cronistas coloniales. Hasta ahora, la narrativa oficial sostenía que solo los hombres pertenecientes a la élite podían confeccionar y leer los quipus. Esta visión reducida ignoraba la posibilidad de una alfabetización más extendida, que abarcara tanto a campesinos como a mujeres.

De hecho, investigaciones en las últimas décadas han documentado la producción de quipus en el siglo XIX y principios del XX entre comunidades campesinas andinas. Esos registros tardíos sugerían que la práctica pudo tener raíces más amplias desde la época incaica. El análisis del cabello refuerza esa hipótesis, proporcionando evidencia directa de que los sectores populares también participaron en el sistema de registros.

“La alfabetización quipu en el Imperio Inca puede haber sido más inclusiva y extendida de lo que se creía hasta ahora”, escribieron los autores del estudio. Con esta frase, sintetizaron la magnitud de la reinterpretación que plantea la investigación.

Los khipus fueron durante mucho tiempo vistos como herramientas técnicas al servicio de una burocracia altamente organizada. Sin embargo, el hecho de que personas fuera de la élite los elaboraran obliga a repensar su papel en la vida cotidiana. No solo eran instrumentos de contabilidad estatal, sino que también podían servir para fines comunitarios, familiares o rituales.

La inclusión de cabello humano, interpretada como un gesto personal de identificación, propone además un vínculo íntimo entre el creador y el objeto. Para los investigadores, este detalle demuestra que los khipus podían ser más que simples archivos numéricos: eran también portadores de la identidad de quienes los fabricaban.

Si los sectores populares tuvieron acceso a este tipo de registro, la dimensión de la alfabetización inca adquiere una nueva escala. No se trataba únicamente de una élite especializada, sino de un conocimiento compartido por diferentes grupos sociales, lo que amplía la comprensión sobre la circulación de información en el Tahuantinsuyo.