
Llevar una vida activa es uno de los pilares fundamentales para mantener una buena salud, tanto física como mental. El movimiento regular del cuerpo ayuda a prevenir enfermedades, mejorar el estado de ánimo, fortalecer los músculos y huesos, y aumentar la esperanza de vida. Según el Ministerio de Salud (Minsa), al menos el 54% de los peruanos no realiza suficiente actividad física para mantenerse saludable. Por su parte, el Seguro Social de Salud (EsSalud) advierte que el sedentarismo es un factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares, obesidad, diabetes tipo 2 y algunos tipos de cáncer.
Promover una rutina activa es, por lo tanto, clave para mejorar la calidad de vida. Sin embargo, es común confundir dos términos que, aunque relacionados, no significan lo mismo: actividad física y ejercicio. Conocer la diferencia es importante para establecer metas realistas y sostenibles, y para comprender mejor cómo moverse de manera beneficiosa según las necesidades y posibilidades de cada persona.
¿Qué es la actividad física?
La actividad física se refiere a cualquier movimiento corporal que implique un gasto de energía, y puede realizarse en diferentes contextos de la vida diaria. No requiere necesariamente una estructura o planificación, y abarca desde caminar al trabajo o subir escaleras, hasta limpiar la casa, bailar o jugar con los niños.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), se considera actividad física cualquier movimiento que haga trabajar los músculos y requiera más energía que estar en reposo. Este tipo de actividad puede dividirse en categorías como recreativa, ocupacional, doméstica o de transporte.

La clave de la actividad física está en incorporarla de forma natural en la rutina diaria, ya que incluso acciones simples como caminar 30 minutos al día pueden tener un impacto positivo en la salud.
¿Qué es el ejercicio?
El ejercicio, por su parte, es una forma específica y planificada de actividad física. Se realiza con un objetivo claro, como mejorar la condición física, aumentar la fuerza muscular, reducir el peso corporal o desarrollar resistencia. Suele tener una estructura definida: se establece una frecuencia, duración, intensidad y tipo de actividad. Algunos ejemplos incluyen correr, nadar, levantar pesas, hacer yoga o asistir a clases dirigidas en un gimnasio.
A diferencia de la actividad física espontánea o incidental, el ejercicio requiere cierto nivel de compromiso y constancia. Según EsSalud, para que un ejercicio sea efectivo en la mejora de la salud cardiovascular o metabólica, debe realizarse al menos 150 minutos a la semana, distribuidos en varias sesiones.
¿Cuál es la diferencia entre actividad física y ejercicio?
La principal diferencia entre ambos conceptos radica en la intencionalidad y la estructura. Mientras que la actividad física es un concepto amplio que abarca cualquier movimiento del cuerpo que queme energía, el ejercicio es una actividad física más específica, planificada, repetitiva y con un objetivo claro.

Por ejemplo, si caminas al mercado o subes las escaleras de tu casa, estás realizando actividad física. En cambio, si sales a correr tres veces por semana durante 30 minutos para mejorar tu condición física, estás haciendo ejercicio. Ambas prácticas implican movimiento, pero el ejercicio tiene un propósito definido, un diseño estructurado y una frecuencia regular.
Entender esta diferencia permite a las personas identificar oportunidades de movimiento en su vida cotidiana, sin necesariamente pensar que deben inscribirse en un gimnasio o seguir una rutina estricta desde el primer día.
¿Por qué la actividad física es clave para combatir el sedentarismo?
El sedentarismo se ha convertido en una epidemia silenciosa en todo el mundo, especialmente en contextos urbanos donde predominan el trabajo de oficina, el transporte motorizado y el entretenimiento digital. En Perú, el Minsa ha alertado que el 40% de los escolares tiene hábitos sedentarios, lo que incrementa el riesgo de enfermedades desde edades tempranas.
La ventaja de la actividad física frente al ejercicio es que puede integrarse fácilmente en la rutina diaria sin necesidad de equipos especiales, membresías en gimnasios ni mucho tiempo disponible. Caminar en lugar de tomar un taxi, hacer pausas activas durante el trabajo, o realizar tareas del hogar de forma más dinámica son formas sencillas de reducir el sedentarismo.
Además, promover la actividad física en casa, el trabajo y la comunidad fomenta un estilo de vida más saludable de forma colectiva. EsSalud recomienda fomentar ambientes que incentiven el movimiento, como parques accesibles, ciclovías y programas de recreación familiar.