
La reciente controversia entre Perú y Colombia por la soberanía de la isla Santa Rosa, ubicada en la triple frontera sobre el río Amazonas, puso la atención internacional sobre la estabilidad de los límites entre ambos países. En medio de acusaciones por parte del presidente colombiano Gustavo Petro y la reacción oficial del gobierno peruano, académicos y diplomáticos han intervenido para precisar el alcance del impasse y su posible impacto en la región sudamericana.
Oscar Vidarte, docente y especialista en relaciones internacionales de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), enfatiza que actualmente no existe un conflicto limítrofe entre ambos países. Sostiene. además, que “no hay un conflicto limítrofe activo. Las fronteras están definidas desde 1934. Esto es más un gesto político que una amenaza concreta”.
De acuerdo con el también doctor en ciencia política, la situación surgida tras el mensaje del presidente Petro en la red social X no configura un escenario bélico ni una disputa territorial formal.

Vidarte atribuye a razones políticas internas este tipo de pronunciamientos desde el Ejecutivo colombiano, aunque resalta que las palabras emitidas por una autoridad de Estado siempre tienen relevancia en la agenda bilateral y en la relación entre ambos países.
Para el internacionalista de la PUCP, la reacción de Perú, expresada a través de la Cancillería, resulta proporcional y diplomática, pues reafirma los límites ya estipulados en base a los tratados internacionales vigentes.
“El mensaje también podría funcionar como una cortina de humo frente a la compleja coyuntura que enfrenta Colombia”, analiza Vidarte al evaluar la posible motivación política detrás de las declaraciones de Petro.

Trasfondo histórico y legal
La isla Santa Rosa se sitúa en una zona estratégica donde confluyen las fronteras de Perú, Colombia y Brasil. El Tratado Salomón-Lozano de 1922 y el Protocolo de Canje de 1934 establecieron el marco legal que define la línea divisoria y la soberanía sobre los territorios ribereños del Amazonas.
En este contexto, tanto la isla —donde está asentado el distrito de Santa Rosa— como otras islas surgidas en el curso del río Amazonas, han estado bajo la jurisdicción y administración peruana desde hace varias décadas.
La Cancillería peruana dejó claro que la soberanía sobre la isla y el distrito de Santa Rosa se sostiene en los acuerdos binacionales, los trabajos de demarcación y la práctica pública y permanente de actos de jurisdicción nacional.
Estos fundamentos fueron reafirmados ante las recientes notas diplomáticas enviadas por Colombia, en las que solicitaba reactivar la Comisión Mixta Permanente para la Inspección de la Frontera Colombo-Peruana (COMPERIF).

Vidarte, en tanto, precisa que la reacción del gobierno peruano responde a la necesidad de hacer respetar la integridad territorial sin escalar el tono de la disputa. “No se trata de encender alarmas, sino de responder con criterio”, subraya, tras remarcas la importancia de mantener la diplomacia y el diálogo multilateral en cuestiones fronterizas.
Vida cotidiana en la frontera
La isla Santa Rosa alberga a una comunidad de aproximadamente 3.500 personas y es un punto de convivencia habitual para pobladores de Perú, Colombia y Brasil. La dinámica social y económica de la localidad depende en gran parte del entendimiento mutuo y la cooperación fronteriza. Por eso, cualquier señal de disputa suele generar preocupación entre los residentes y, en ocasiones, es interpretada por analistas como un reflejo de la situación política interna más que una verdadera pugna territorial.
“Santa Rosa es un punto de convivencia entre pobladores de ambos países y cualquier señal de disputa afecta directamente a las dinámicas cotidianas”, advierte Vidarte. En su análisis, recuerda que la interdependencia fronteriza y la integración amazónica están por encima de los debates políticos coyunturales.
La opinión de Vidarte coincide con la de otras voces diplomáticas que recomiendan resolver cualquier desacuerdo a través de canales institucionales y sin apelar a manifestaciones públicas que puedan agravar el clima bilateral.
Canales diplomáticos
En respuesta a las declaraciones de Petro, la Cancillería peruana fue enfática al señalar que “no existe ninguna controversia limítrofe pendiente”. El comunicado oficial destacó que la jurisdicción peruana sobre la isla Santa Rosa está avalada por tratados y confesiones previas de ambas cancillerías.
Por su parte, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia lamentó el incidente sucedido durante una Mesa Técnica de Seguridad Fronteriza en Leticia, en la que un funcionario colombiano puso en cuestión la soberanía peruana sobre la isla.

Vidarte destaca que este tipo de intercambios diplomáticos forman parte del manejo habitual de las relaciones internacionales y no constituyen, en ningún modo, señales de un conflicto inminente.
“Estas declaraciones no ayudan a la relación entre ambos países ni al proceso de integración amazónica”, sostiene, subrayando la importancia de mantener abiertos los canales de diálogo para tratar cualquier diferencia.
Desde la perspectiva del internacionalista, si bien la afirmación de una autoridad de Estado puede tensar la agenda regional, la solidez de los instrumentos legales y la cooperación histórica en la región brindan garantías de que la situación no se transformará en un conflicto.

Factores y contexto político
La reciente creación del distrito peruano de Santa Rosa de Loreto, mediante Ley Nº 32403, motivó parte de la reacción diplomática de Bogotá, que considera el surgimiento de nuevas islas como un tema pendiente de asignación. Sin embargo, el gobierno peruano ratificó que la delimitación vigente y la asignación de islas se realizó a partir de la posición de las riberas más cercanas, criterio aceptado por ambos países en tratados anteriores.
Según los expertos, las fronteras entre Perú y Colombia están cerradas desde hace más de 90 años y las diferencias que surgen en torno a islas menores no configuran una amenaza palpable para la estabilidad o la seguridad regional. “No estamos ante una amenaza real ni un desconocimiento formal de límites. Se trata más bien de un asunto que altera la percepción pública si no se desactiva a tiempo”, afirmaron.
A pesar del llamado de la parte colombiana a reactivar dispositivos mixtos para evaluar la situación sobre el terreno, la posición de Lima se mantiene firme sobre la base de la legalidad y la práctica histórica en la región amazónica.

La integración amazónica
El caso de la isla Santa Rosa ejemplifica la relevancia de los mecanismos de cooperación en regiones fronterizas complejas. Vidarte aclara que las declaraciones como las del presidente Petro, aunque generan tensiones momentáneas, suelen tener más impacto político interno que repercusiones territoriales reales.
La prioridad, insiste, debe centrarse en fortalecer la convivencia y apoyar la integración amazónica, en la que las poblaciones de ambas naciones han logrado niveles de interacción y cooperación que superan coyunturas puntuales.
Para Vidarte, mantener la rigurosidad en la defensa de los intereses nacionales, sin exacerbar ánimos nacionalistas ni escalar verbalmente, es clave para evitar cualquier afectación seria en la relación bilateral. Así, la pequeña isla en el Amazonas no se convierte en el eje de un conflicto entre Perú y Colombia, sino en una oportunidad para robustecer los lazos diplomáticos y la integración regional.