El Perú rinde homenaje cada 30 de junio a los granos andinos, con una celebración que reconoce no solo su riqueza nutricional, sino también su aporte al desarrollo agrícola y cultural.
Quinua, cañihua, kiwicha y tarwi son mucho más que ingredientes: son símbolo de una sabiduría heredada, un sostén para miles de familias campesinas y una alternativa frente a los desafíos de la seguridad alimentaria.
Esta fecha busca fortalecer su consumo, estimular su producción sostenible y posicionarlos como superalimentos peruanos que trascienden fronteras. En la mesa y en el campo, estos granos construyen bienestar y soberanía.
Quinua: emblema nutricional del Perú para el mundo

La quinua es, sin duda, el grano más reconocido internacionalmente dentro del grupo andino. Su prestigio se ha ganado con justicia: es uno de los pocos vegetales que contiene todos los aminoácidos esenciales, convirtiéndolo en una proteína completa. Rica en hierro, zinc, calcio, magnesio y fibra, es ideal para combatir la anemia, regular el azúcar en sangre y fortalecer el sistema inmune.
Su versatilidad culinaria la ha llevado de los campos altiplánicos a las cocinas gourmet de todo el mundo. Desde guisos tradicionales hasta productos innovadores como cereales, pastas, galletas o hamburguesas vegetales, la quinua ha demostrado su capacidad para adaptarse sin perder su esencia.
En el Perú, la quinua representa cerca del 85 % de la producción total de granos andinos. Solo en 2022, se cultivaron más de 120 000 toneladas, una cifra que refleja su importancia económica y social.
Miles de pequeños agricultores viven de su siembra, beneficiándose de programas de exportación, valor agregado y asistencia técnica. Sin embargo, queda el desafío de fomentar su consumo interno, especialmente en zonas urbanas, para que no sea un producto solo de exportación, sino también parte del plato cotidiano de todos los peruanos.
Cañihua: resistencia nutricional desde las alturas

Menos conocida que su hermana quinua, la cañihua es un superalimento de altísimo valor que crece en condiciones extremas, por encima de los 3 800 metros de altitud. Su fortaleza como cultivo resistente a las heladas y suelos pobres la convierte en una aliada frente a la inseguridad alimentaria en zonas vulnerables.
A nivel nutricional, la cañihua no se queda atrás. Destaca por su alto contenido de proteínas, hierro, antioxidantes naturales y ácidos grasos esenciales. Al no contener gluten, es perfecta para personas celíacas o con intolerancias alimentarias. También tiene un índice glucémico bajo, ideal para dietas de control de peso o diabetes.
A pesar de sus beneficios, su consumo y producción aún son limitados. Las políticas públicas buscan incentivar su inclusión en programas alimentarios escolares y comunitarios.
Su sabor suave y textura agradable la hacen fácil de incorporar en recetas dulces y saladas. Revalorar la cañihua es apostar por una nutrición de calidad en las zonas más altas del país.
Kiwicha: el grano diminuto que encierra un poder inmenso

La kiwicha, también conocida como amaranto, es uno de los cultivos más antiguos de América. Fue consumida por culturas prehispánicas como los incas y los mochicas, y hoy regresa con fuerza a la mesa contemporánea. Aunque su tamaño es mínimo, su impacto nutricional es enorme.
Este grano es rico en lisina, un aminoácido escaso en otros cereales, lo que lo convierte en un gran complemento proteico, sobre todo para niños en crecimiento. También es fuente de calcio, fósforo y vitaminas del complejo B. Su consumo regular fortalece huesos, mejora el sistema nervioso y contribuye a una dieta equilibrada.
En la cocina, la kiwicha es altamente versátil. Puede usarse en sopas, panes, postres, bebidas energéticas y granolas. Además, es un cultivo de ciclo corto, ideal para pequeñas parcelas.
Campañas recientes han promovido su uso en desayunos escolares y snacks saludables. Reinsertar la kiwicha en la dieta nacional es un paso clave para diversificar nuestra alimentación con productos nativos de alto valor.
Tarwi: la legumbre andina que supera a la soya

El tarwi, conocido también como chocho, es una leguminosa andina que ha sido parte de la dieta de los pueblos altoandinos desde tiempos ancestrales. Su característica más notable es su alto contenido proteico, incluso superior al de la soya, con la ventaja adicional de no estar asociado a monocultivos ni a la deforestación.
Además de su riqueza en proteínas, el tarwi ofrece ácidos grasos omega, calcio, hierro y fibra. Tiene propiedades que ayudan a reducir el colesterol, controlar la presión arterial y mejorar la salud intestinal.
Eso sí, debido a su sabor amargo natural, requiere un proceso de desamargado antes de su consumo, que forma parte de las prácticas tradicionales transmitidas de generación en generación.
El tarwi es especialmente valioso en regiones donde el acceso a fuentes de proteína animal es limitado. Su cultivo mejora la fertilidad del suelo y requiere poca agua, lo que lo hace ideal en contextos de cambio climático. Desde humitas hasta cremas y hamburguesas vegetales, el tarwi empieza a abrirse camino como una alternativa alimentaria de alto nivel en el Perú.



