
La ciudad de Puquio ubicada en la provincia de Lucanas en Ayacucho fue el epicentro del más reciente sismo registrado por el Instituto Geofísico del Perú (IGP). El movimiento telúrico ocurrido a las 08:57:57 del 17 de junio fue el número 401 en lo que va del año y 32 del mes en curso.
De acuerdo con la información publicada por el IGP, el movimiento telúrico se produjo a una profundidad de 92 kilómetros, lo que corresponde a un sismo de foco intermedio. Las coordenadas geográficas del epicentro fueron latitud -14,51 y longitud -73,99, datos que permiten precisar la ubicación exacta del fenómeno en el mapa sísmico nacional.

El reporte sísmico, identificado como IGP/CENSIS/RS 2025-0401, detalla que el evento se sintió en áreas cercanas a Puquio, aunque hasta el momento no se han reportado daños materiales ni víctimas. Según el Instituto Geofísico del Perú, los sismos de magnitud 4,0 suelen ser percibidos por la población local, especialmente en edificaciones de varios pisos o en zonas cercanas al epicentro.
Cómo reaccionar ante un temblor
Reaccionar adecuadamente ante un temblor puede salvar vidas y reducir riesgos. Al sentir el movimiento, conservar la calma resulta esencial. Si se está en un edificio, lo mejor es protegerse en una zona segura previamente identificada: bajo un mueble fuerte como una mesa o junto a una columna, siempre cubriendo la cabeza y el cuello con los brazos. Alejarse de ventanas, estanterías y objetos que puedan caer es vital, así como no usar ascensores ni intentar salir corriendo durante el sismo.
Si el temblor sorprende en el exterior, conviene alejarse de postes, cables eléctricos, muros, árboles y construcciones, buscando zonas abiertas. Si una persona se encuentra manejando, debe detenerse lentamente en un área segura, evitando puentes, túneles y estructuras elevadas.
Una vez que el temblor finaliza, es importante cortar la electricidad y el gas, ya que así se previenen posibles incendios o fugas. Antes de regresar a un edificio, se recomienda evaluar posibles daños estructurales. Escuchar información oficial por radio u otros medios y estar atentos a réplicas permite mantener la seguridad. Preparar una mochila de emergencia y acordar un punto de reunión familiar mejora la respuesta y la capacidad de recuperación frente a nuevos movimientos.
Mochila de emergencia
Una mochila de emergencia cumple la función de asegurar la supervivencia y el bienestar de las personas durante las primeras horas o días tras un desastre como un sismo, inundación o incendio. Su contenido debe permitir afrontar necesidades básicas al encontrarse lejos de ayuda inmediata o enfrentar cortes de servicios.
El primer elemento esencial es el agua potable, en envases sellados o bolsas purificadas, suficiente para al menos tres días (dos litros por persona por día). Los alimentos no perecibles, fáciles de consumir, como barras energéticas, enlatados, frutos secos y galletas, evitan la desnutrición hasta que se restablezca el acceso a comida regular.
Un botiquín básico incluye gasas, vendas, antiséptico, analgésicos, tijeras y medicamentos personales. La higiene se cuida con toallas húmedas, papel higiénico, jabón en barra y bolsas plásticas, reduciendo riesgos de infecciones.
La comunicación y la información se mantienen mediante una radio a pilas o dínamo y linterna con baterías de repuesto. Las luces químicas y las mantas térmicas ayudan contra el frío y la oscuridad. Llevar documentos personales, dinero en efectivo en billetes pequeños y copias de llaves resulta esencial para identificación y acceso a propiedades.

Una navaja multiusos, cinta adhesiva, silbato y cuaderno con lápiz aportan utilidad para diferentes situaciones de emergencia. Agregar mascarillas, guantes descartables y cargador portátil de celular responde a necesidades actuales y tecnológicas.
Cada elemento se elige para ofrecer autonomía y seguridad frente a eventuales cortes, demoras o peligro al esperar asistencia. Adaptar la mochila según necesidades familiares, niños o adultos mayores, es fundamental para garantizar una protección adecuada.