
El Perú se acerca a una nueva contienda electoral en 2026, marcada por la desconfianza, la polarización ideológica, y una ciudadanía vulnerable a la desinformación. En este escenario, la inteligencia artificial será capaz de moldear mensajes, construir narrativas y, potencialmente, influir en la intención de voto. Ahora más que nunca, debemos tener cuidado con el efecto que puede tener esta tecnología en el desarrollo del proceso democrático.
El impacto de la IA en la política ya es evidente en varios rincones del mundo porque su uso ya está redefiniendo la forma de hacer campaña política. En 2026, los partidos políticos peruanos que logren dominar la IA tendrán una ventaja competitiva que será decisoria en el resultado de la contienda electoral. Dicho esto, un partido político tradicional que no aproveche la IA dentro de su campaña quedará en desventaja frente a aquellos que sí. Ahora es más fácil diseñar mensajes personalizados para públicos muy específicos, más aún en el electorado joven. Esto optimizará el gasto en campañas digitales, priorizando recursos hacia los grupos objetivo.
El contenido hecho por IA generativa ya ha mostrado beneficios en campañas políticas alrededor del mundo. Por ejemplo, en la India, un partido político usó el sistema inteligente Bhashini, para traducir su discurso a las 22 lenguas oficiales del país y así llegar a un volumen más grande de personas. En Corea del Sur, un candidato que no pudo atender una conferencia creo un avatar para no perder la oportunidad de conectar con posibles votantes.
Lo que antes requería horas de trabajo como el concepto de campaña, el diseño de slogans y mensajes clave, la elaboración de banners, ahora se hará con IA en menos tiempo y a mayor calidad, lo cual podrá influir de forma positiva en la versatilidad publicitaria de todos los partidos. Pensemos en los jingles o canciones de campaña, antes elaborar una requería el costo de contratar un compositor y pasar semanas aterrizando la pieza. Hoy la IA es capaz de construir una canción en distintos idiomas y en varios géneros en tan solo un par de horas, y encima tendrá más potencial de llegada a través de los nuevos canales de comunicación.
Sin embargo, no todo es color de rosas, la IA puede generar un gran volumen de Deepfakes. Esto gracias a su capacidad de automatizar la producción y difusión masiva de contenido político sin supervisión humana. La IA puede ser instrumentalizada para amplificar propaganda, simular apoyo popular o incluso desacreditar adversarios con fake news.
En un país como el Perú, donde los niveles de alfabetización digital son aún desiguales, el riesgo de desinformación masiva podría distorsionar seriamente el proceso democrático. Sin una regulación clara, estas herramientas podrían convertirse en armas electorales que pongan en peligro la democracia.
Por otro lado, los partidos políticos podrán utilizar simuladores electorales basados en modelos predictivos, que permiten proyectar escenarios futuros según variables como intención de voto, cambios de discurso o alianzas políticas. También será útil para analizar y comparar planes de gobierno de forma automatizada, traduciendo propuestas complejas a formatos simples y comprensibles. Esto permitirá al votante identificar inconsistencias, contrarrestar discursos populistas o promesas inviables con mayor facilidad, e identificar si el candidato coincide o no con su discurso.
La IA va a tener de todas maneras un rol protagónico, por lo cual es urgente establecer un marco de regulación específico para su uso en campañas electorales, que evite la competencia desleal, limite la desinformación, prevenga la polarización y garantice la transparencia del proceso. Es por eso que el Estado debe terminar de reglamentar la ley de Inteligencia Artificial (Ley Nº31814) con el objetivo de poner reglas claras ante este escenario. Mi pregunta final es: ¿está realmente preparada la ONPE o el JNE para garantizar una contienda electoral justa y limpia en cuanto al uso de inteligencia artificial?
