
En 2023, el Hospital Grau del Seguro Social de Salud (EsSalud) realizó por primera vez un procedimiento en base a una técnica mínimamente invasiva para pacientes con várices, una condición muy común que afecta a millones de personas en todo el mundo, especialmente a mujeres mayores de 40 años.
Estas venas dilatadas y visibles suelen aparecer en las piernas y los tobillos, acompañadas de dolor, pesadez y, en algunos casos, picazón o calambres. Aunque en un principio pueden parecer un problema estético, en realidad son una manifestación de un trastorno en el flujo sanguíneo venoso.
Cuando las válvulas de las venas no funcionan adecuadamente, la sangre tiene dificultad para regresar al corazón y se acumula en las extremidades inferiores, provocando la hinchazón de las venas. Esta mala circulación no solo genera molestias, sino que puede derivar en complicaciones si no se trata a tiempo.
Afortunadamente, la naturaleza ofrece soluciones efectivas para el buen funcionamiento del sistema circulatorio. Una de ellas es el romero, una planta medicinal ampliamente conocida por sus propiedades estimulantes, antiinflamatorias y antioxidantes. El romero puede ser un excelente aliado para quienes padecen várices, ya que ayuda a mejorar la circulación y a reducir los síntomas asociados.
El romero mejora el flujo sanguíneo en las piernas

El romero (Rosmarinus officinalis) es una hierba aromática originaria del Mediterráneo que se ha utilizado durante siglos con fines culinarios y medicinales. Entre sus múltiples beneficios, destaca su capacidad para estimular la circulación sanguínea. Esto se debe a la presencia de compuestos activos como el ácido rosmarínico, los flavonoides y los aceites esenciales como el cineol y el alcanfor.
Estos compuestos favorecen la vasodilatación, es decir, la expansión de los vasos sanguíneos, lo que facilita el paso de la sangre y evita su acumulación en las extremidades. Además, el romero tiene un efecto tonificante sobre las paredes de las venas, lo que mejora su elasticidad y funcionamiento.
Consumido en forma de infusión o aplicado como aceite esencial mediante masajes, el romero estimula la circulación local, reduce la sensación de pesadez en las piernas y previene la formación de nuevas várices.
El romero alivia las várices
El romero no solo mejora la circulación, sino que también actúa directamente sobre los síntomas molestos de las várices. Su acción antiinflamatoria ayuda a disminuir la hinchazón y el dolor en las piernas, mientras que sus antioxidantes combaten el daño celular en los vasos sanguíneos.

Además, al mejorar el flujo sanguíneo, el romero favorece el retorno venoso y evita la acumulación de sangre en las venas dilatadas. Esto contribuye a desinflamar las várices ya presentes y a prevenir su empeoramiento. Su uso regular puede reducir el tamaño y la visibilidad de las venas afectadas, especialmente si se combina con otros hábitos saludables como caminar, elevar las piernas y evitar estar mucho tiempo de pie o sentado.
Otras hierbas que mejoran el flujo sanguíneo en las piernas
Además del romero, otras plantas medicinales que mejoran el flujo sanguíneo en las piernas incluyen el ginkgo biloba, conocido por sus propiedades vasodilatadoras que favorecen la circulación. La vid roja es otra aliada, rica en antioxidantes que fortalecen los vasos sanguíneos. El castaño de Indias reduce la hinchazón y mejora el retorno venoso, aliviando síntomas como pesadez y calambres. También el jengibre y la cúrcuma ayudan a fluidificar la sangre y reducir la inflamación.
Cómo las várices afectan la salud
Aunque muchas veces se consideran solo un problema estético, las várices pueden tener consecuencias serias para la salud si no se tratan a tiempo y de manera adecuada. Algunas de las complicaciones más comunes incluyen las siguientes:
- Flebitis: inflamación de las venas, que puede causar dolor, enrojecimiento y sensibilidad al tacto.
- Úlceras venosas: heridas que se desarrollan en la piel, especialmente alrededor de los tobillos, debido a la mala circulación y a la presión constante.
- Trombosis venosa superficial o profunda: formación de coágulos de sangre que pueden obstruir las venas, con el riesgo de que se desprendan y viajen a los pulmones, provocando una embolia pulmonar.
- Hiperpigmentación: cambios en la coloración de la piel debido a la ruptura de vasos sanguíneos y la acumulación de sangre en los tejidos.
Várices en mujeres mayores de 40 años

Las várices afectan con mayor frecuencia a las mujeres mayores de 40 años debido a cambios hormonales, especialmente durante la menopausia. Las hormonas femeninas, como los estrógenos, influyen en la elasticidad de las venas y, al disminuir durante la menopausia, pueden causar que se debiliten las venas.
Además, factores como embarazos previos, la genética, el sedentarismo y el uso de tacones altos o ropa ajustada contribuyen al deterioro del retorno venoso. Con la edad, las válvulas de las venas pierden eficacia, provocando acumulación de sangre y la formación de várices.
Para prevenir las várices en mujeres a partir de los 40 años, es fundamental adoptar hábitos saludables que favorezcan la circulación. Se recomienda realizar actividad física regularmente, como caminar, nadar o andar en bicicleta, evitando el sedentarismo. Mantener un peso saludable reduce la presión sobre las venas.
Es importante evitar estar mucho tiempo de pie o sentada; si es necesario, mover las piernas o elevarlas periódicamente. Usar ropa cómoda y evitar tacones altos también ayuda. Además, una dieta rica en fibra y baja en sal mejora la salud vascular. Consultar al médico ante molestias o antecedentes familiares es clave.