Evasión tributaria: “ponerse los pantalones” empieza por probárselos

Reconocer el problema es el primer paso para poder abordarlo: como dice el refrán, lo que no se mide no se gestiona

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Si hoy los ingresos tributarios
Si hoy los ingresos tributarios equivalen al 28% del PBI, en un escenario sin evasión llegarían a representar entre el 47% y el 56%, es decir, entre 19 y 28 puntos más

Días atrás en la ciudad de Mar del Plata, en el marco del coloquio IDEA, los empresarios pusieron de relieve un tema que desde el Centro de Estudios Tributarios (CET) de la Universidad Austral monitoreamos de forma anual desde el 2023 a la fecha: la informalidad tributaria.

Específicamente, resaltaron que la evasión le “cuesta 4 puntos del PBI” al Estado, que “se tiene que poner los pantalones”. Asimismo, sugirieron que la presión tributaria efectiva de hecho —considerando lo que realmente pagan los contribuyentes formales— se eleva desde cerca de 28% del PBI hasta alrededor de 45%.

Estos dos números, por sí solos, nos dicen mucho más que simples cifras, y vale la pena poner la lupa en ellos para entender la importancia práctica y económica que tiene este tema.

Entonces, ¿de qué magnitud estamos hablando cuando se trata de evasión en Argentina? Las estimaciones indican que representa alrededor del 28% del total de la economía. Si el cálculo se realiza solo sobre el sector formal, el índice asciende al 45%, lo que refleja que casi el 40% de la economía permanece en la informalidad.

Según lo expuesto en IDEA, la presión sobre el sector formal rondaría el 45%

Supongamos que en 2024 la recaudación total fue de 160 billones de pesos y el PBI alcanzó los 580 billones. Esto equivale a una presión tributaria del 28% sobre el total de la economía.

Ahora bien, si queremos estimar la presión tributaria solo sobre la economía formal, debemos dividir la recaudación por el PBI correspondiente a ese sector. Según lo expuesto en IDEA, la presión sobre el sector formal rondaría el 45%. Para que esa relación se cumpla, los 160 billones de recaudación deben compararse con un PBI formal de unos 350 billones de pesos.

En otras palabras, de los 580 billones del producto total, solo 350 billones provendrían de la economía formal. El resto (unos 230 billones de pesos, equivalentes al 40% del PBI) corresponde a la economía informal.

La serie calculada desde el CET ubica a la evasión tributaria en valores cercanos al 50% para los años bajo análisis (2004-2007 y 2015-2022).

Una evasión tributaria del 40% al 50% implica que el Estado deja de percibir entre el 40% y el 50% de la recaudación que podría obtener

¿Por qué se dice que la evasión le “cuesta 4 puntos del PBI” al Estado? Una evasión tributaria del 40% al 50% implica que el Estado deja de percibir entre el 40% y el 50% de la recaudación que podría obtener. Si hoy los ingresos tributarios equivalen al 28% del PBI, en un escenario sin evasión llegarían a representar entre el 47% y el 56%, es decir, entre 19 y 28 puntos más. Por eso, cuando se afirma que la evasión le cuesta 4 puntos del PBI, se está suponiendo que solo una parte de ese monto sería efectivamente recuperable, lo cual, por cierto, resulta razonable.

Específicamente, si eliminar por completo la evasión le diera entre 19 y 28 puntos del PBI de recaudación al Estado, para “recuperar” los 4 puntos del PBI que le cuesta la evasión de acuerdo con lo mencionado en IDEA, solo tendría que “conseguir” entre el 21% y el 14% de la evasión. Esto sería llevar la evasión al 32% y al 43% respectivamente. Esto significa que, incluso con una evasión cercana al 30%, se recuperaría el costo que indican los empresarios para el Estado.

¿Por dónde empezar? Reconocer el problema es el primer paso para poder abordarlo: como dice el refrán, lo que no se mide no se gestiona. Por eso, desde el CET colaboramos midiendo este fenómeno todos los años. Además, señalamos la importancia de dar pasos pequeños pero firmes hacia la formalización, abordando la problemática de manera inclusiva y no como un enfrentamiento contra quienes operan en la informalidad.

De nada sirve combatir la informalidad atacando o estigmatizando a quienes están en esa situación. El objetivo debe ser acompañarlos en el camino hacia la formalidad, generando una situación de beneficio mutuo: positiva para el Estado, para quienes hoy trabajan en la informalidad y también para quienes ya forman parte del sector formal.

Para empezar, consideramos que es clave focalizar los esfuerzos en los sectores con mayor potencial de recuperación de ingresos, aquellos que combinan una alta participación en el PBI con elevados niveles de informalidad. El comercio y los servicios son dos ejemplos claros: registran niveles de evasión de entre el 50% y el 60% y, en conjunto, representan más del 60% del producto total.

En definitiva, si de “ponerse los pantalones” se trata, el desafío no pasa solo por exigir más control o aumentar la presión, sino por diseñar un esquema que premie la formalidad y reduzca los incentivos a permanecer en la sombra. Formalizar no debería ser sinónimo de castigo, sino de oportunidad: una estrategia que amplíe la base tributaria, otorgue mayor previsibilidad al financiamiento del Estado y, al mismo tiempo, genere un círculo virtuoso en el que la economía formal crezca, la evasión disminuya y todos los actores se beneficien en el proceso.

El autor es co-director del Centro de Estudios Tributarios de la Universidad Austral