
El oro atravesó en octubre un período de alta volatilidad tras alcanzar máximos históricos. Luego de marcar un pico de USD 4.356 por onza el 20 de octubre, el metal retrocedió cerca de 5,1% hasta el viernes 24. Este descenso respondió a una ola de toma de ganancias por parte de inversores que consideraron excesiva la magnitud del reciente repunte y optaron por frenar posiciones. Así, tras nueve semanas de subas casi ininterrumpidas, el mercado decidió ajustar posiciones.
El recorrido alcista del oro debe entenderse en el marco de un escenario internacional convulsionado:
- La crisis política en Francia, con la renuncia del primer ministro Sébastien Lecornu y el fracaso en la contención del déficit fiscal más alto de la eurozona;
- El segundo shutdown más largo en la historia de Estados Unidos, que acumula más de 24 días con parte del gobierno paralizado.
- La inminente asunción de Sanae Takaichi en Japón reavivó tensiones internas, mientras nuevas pérdidas en bancos regionales estadounidenses generaron inquietud sobre la estabilidad financiera global. Cada noticia sumó incertidumbre a los mercados.
En ese entorno, las tasas de los bonos del Tesoro de EEUU bajaron y numerosos inversores buscaron refugio en el oro, impulsando una suba de más del 20% desde fines de septiembre hasta octubre.
El oro emerge como reserva de valor frente al deterioro del dinero fiduciario
El metal recuperó así su clásico rol de activo refugio en momentos turbulentos. Detrás de esta escalada estuvo el llamado “debasement trade”, que describe la tendencia de los inversores a protegerse ante la depreciación de las monedas por el aumento de los déficits fiscales. El oro emerge como reserva de valor frente al deterioro del dinero fiduciario.
Adicionalmente, crecieron las expectativas de un recorte de tasas por parte de la Reserva Federal antes de fin de año, fortaleciendo la percepción de que el dólar podría debilitarse y el oro ganar atractivo. En abril, el anuncio de nuevos aranceles entre Estados Unidos y China ya había potenciado la demanda de oro como refugio ante la volatilidad. Aunque en esta ocasión el comportamiento de los demás activos fue diferente, el patrón prevaleció: miedo, cobertura y búsqueda de estabilidad.
Tras alcanzar su punto máximo, el optimismo tornó en cautela. La corrección coincidió con señales de distensión entre Estados Unidos y China, que suavizaron la demanda de activos refugio.
A partir del 20 de octubre, el oro acumuló una baja de 5,1%, aunque mantiene una mejora superior al 57% en lo que va del año, un desempeño extraordinario para un activo típicamente defensivo.
En este escenario, bancos internacionales advirtieron sobre una posible sobreexposición al metal en carteras globales. Algunos estrategas sugirieron que el mercado se anticipó a los fundamentos económicos, propiciando una corrección natural tras varias semanas de euforia.
A partir del 20 de octubre, el oro acumuló una baja de 5,1%, aunque mantiene una mejora superior al 57% en lo que va del año
Entre tanto, el último dato de inflación en Estados Unidos aportó cierto alivio. En septiembre, el índice general pasó de 0,4% a 0,3% mensual y acumuló un 3,0% anual, por debajo del 3,1% previsto. La inflación núcleo, que excluye alimentos y energía, también se moderó con 0,2% mensual y 3,0% interanual, confirmando el enfriamiento de los precios.
Este dato fortaleció la percepción de desinflación y abrió la puerta a un posible recorte de tasas de la Fed en su próxima reunión.
Frente a esta realidad, la desaceleración inflacionaria restó impulso al oro en su rol defensivo, justo tras la fuerte suba. No obstante, si la Fed confirma un viraje hacia tasas más bajas, el metal podría volver a captar interés en el mediano plazo, aunque con una dinámica más estable y menos abrupta que la de las últimas semanas.
La autora es Analista de PPI (Portfolio Personal Inversiones)
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