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La integración de servicios financieros en plataformas digitales está redefiniendo el rol de los bancos, abriendo nuevas oportunidades de negocio, inclusión y escalabilidad. En este nuevo paradigma, la colaboración entre tecnología y finanzas no es opcional: es el camino para seguir siendo relevantes.

La industria financiera está atravesando una transformación profunda, impulsada por la integración de servicios y productos en plataformas digitales y cadenas de valor no tradicionales. Así como Netflix reinventó el entretenimiento y Uber transformó la movilidad, las finanzas embebidas están reconfigurando silenciosamente la forma en que se distribuyen y consumen los servicios financieros.

Este modelo permite que cualquier empresa, sin importar su industria, integre productos financieros directamente en sus plataformas o cadenas de valor. Por ejemplo, una tienda de electrodomésticos puede ofrecer financiación instantánea en el punto de venta, y una estación de servicio puede gestionar pagos, créditos o seguros desde su app. Esto muestra que ya no se trata de si hay que transformarse. La discusión es cuándo y cómo hacerlo para maximizar resultados de negocio.

Las entidades bancarias tradicionales se encuentran ante una decisión crítica: transformarse o quedar atrapadas en modelos obsoletos. La pandemia aceleró esta necesidad, obligando a los bancos a repensar su rol y su estrategia. Operar como lo han hecho históricamente ya no es una opción viable.

Las finanzas embebidas ofrecen una vía concreta para esta evolución. Permiten adoptar tecnologías de next-gen, optimizar recursos y ampliar el alcance o cobertura. Las proyecciones para Latinoamérica son contundentes: según datos aportados por consultoras como Bain y McKinsey, más de USD 200.000 millones en nuevos ingresos estimados para los próximos 3 años, con pagos sin contacto y préstamos embebidos como principales motores de crecimiento.

Pero el impacto va más allá de lo económico. Este modelo tiene el potencial de abordar uno de los desafíos más urgentes de la región: la inclusión financiera. Con más de 300 millones de personas y 25 millones de empresas desatendidas en Latinoamérica, integrar servicios financieros en plataformas digitales no solo elimina barreras de acceso sino que crea nuevas oportunidades para millones de consumidores, empresas y negocios.

En este contexto, algunos actores ya están liderando esta transformación. Mercado Libre ha evolucionado de e-commerce a gigante financiero regional con Mercado Pago. YPF Digital, desde el sector energético, ha desarrollado una billetera con millones de usuarios activos. RappiBank, desde el mundo del delivery, se ha convertido en una plataforma financiera integrada en México y otros mercados. Estos casos demuestran que la innovación no depende del sector, sino de la visión y capacidad de ejecución.

Este fenómeno es multi-segmento, multi-industria y multi-tamaño. Los first movers no solo capturarán más mercado, sino que descubrirán nuevos océanos azules antes inexplorados. El futuro de la banca no está (solo) en los bancos. Está en la capacidad de co-crear con partners estratégicos e integrar servicios financieros donde realmente agregan valor.

La llegada del Open Finance a la Argentina, siguiendo los pasos de Brasil, Colombia y México, marca un avance decisivo. Al permitir el uso compartido de datos con consentimiento del usuario, se fomenta la competencia, se mejora la oferta y se impulsa la inclusión. Más información significa más trazabilidad y por ende mejores análisis de scores crediticios y productos más accesibles.

En este contexto, el modelo de Banking-as-a-Service (BaaS) cobra más relevancia que nunca. La infraestructura se vuelve invisible pero el valor se multiplica. La transformación no tiene por qué ser solitaria. La clave está en co-crear.

Desde nuestro lugar de orquestadores de estos sistemas, lo vemos todos los días: bancos, cooperativas, FMCGs, aseguradoras, retailers y nuevos jugadores enfrentan el dilema de do or die, buscando cómo seguir siendo relevantes en un entorno donde la tecnología ya no es un valor agregado, sino un requisito para competir.

La banca del futuro se definirá por su capacidad de integrarse en ecosistemas digitales que ofrezcan experiencias personalizadas, escalables y sin fricciones.

La banca del futuro será invisible, integrada y colaborativa. Los que entiendan esto hoy, serán sin dudas los que definan el mañana.

El autor es CEO & Founder de Finket

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