
Los costos de movilidad representan decisiones cotidianas que encierran un dilema más grande de lo aparente. Viajar diariamente desde casa al trabajo puede hacerse en auto propio, taxi o plataformas para traslado personalizado, pero detrás de cada elección aparecen números que sorprenden.
No solo se trata del gasto mensual para moverse, sino también del destino del capital que queda atado a un vehículo e inmovilizado, fuera del circuito financiero.
Para estructurar el análisis, se utiliza un caso concreto: una persona que recorre 22 kilómetros diarios, ida y vuelta al trabajo, durante veinte días hábiles al mes. La primera pregunta es: ¿cuánto cuesta ese trayecto bajo cada modalidad? Con un auto modelo 2025, el costo mensual estimado es de $762.262, incluyendo cochera, estacionamiento laboral, seguro, patente, nafta, lavadero, service programado y elementos de seguridad. Los gastos anuales están prorrateados en doce meses para lograr una comparación homogénea.
No solo se trata del gasto mensual para moverse, sino también del destino del capital que queda atado a un vehículo e inmovilizado, fuera del circuito financiero
Si en vez de usar auto se opta por taxis, dos viajes de once kilómetros por día totalizan un gasto mensual de $499.200. En el caso de uso de una plataforma digital, la cifra asciende a $580.000, considerando tarifas en hora pico.
El primer dato es contundente: mantener un auto resulta más caro que las alternativas de transporte por aplicaciones o taxi. Los números desmienten la idea habitual de que “el auto es más barato”.
De todos modos, es cierto que el auto tiene un valor apreciado por muchos usuarios. Ofrece disponibilidad permanente, sin depender de conductores o tiempos de espera, y la posibilidad de modificar rutas, realizar múltiples paradas, concretar viajes largos o salir a horarios poco habituales. También permite llegar a lugares donde las plataformas tienen baja cobertura.

Tener un auto implica más que gastos mensuales: significa mantener inmovilizado un capital relevante. Si se decide vender el vehículo, con una valuación de $25 millones, surge la opción de colocar ese dinero en el sistema financiero. ¿Puede la renta de las inversiones cubrir el costo de movilidad?
Con un plazo fijo que paga una Tasa Nominal Anual (TNA) de 54% anual a 30 días, equivalente a una Tasa Efectiva Anual (TEA) de 69,6% y una Tasa Efectiva Mensual (TEM) de 4,5%, serían $1.125.000 mensuales de interés, más del doble del gasto en taxi. En una billetera virtual, con TNA de 37% (TEA de 44,3%, TEM de 3,1%), se obtendrían $775.238 cada mes, también por encima del costo estimado de transporte privado personalizado.
De este modo, tanto el plazo fijo como la billetera digital permiten financiar la movilidad sin utilizar el capital inicial en el corto plazo.
Tanto el plazo fijo como la billetera permiten financiar la movilidad sin utilizar el capital inicial en el corto plazo
El análisis puede profundizarse. Si en vez de retirar los intereses mensualmente se reinvierten durante un año, el capital crece gracias al interés compuesto. La movilidad, en este período, se financia con los ingresos corrientes, y desde el segundo año se podría vivir de los intereses acumulados.
En plazo fijo, los $25 millones se transforman en $42.397.035 tras doce meses, elevando los intereses mensuales a $1.907.866, monto que supera el salario promedio del trabajador registrado y cubre ampliamente los gastos de taxi o Uber. En la billetera virtual, pasado el primer año el capital llega a $36.065.514, generando intereses mensuales cercanos a $1.118.374 para el segundo año.

Al considerar otros instrumentos, los bonos ajustados por CER ofrecen otra dinámica. Por ejemplo, con el TX25 (CER + 1,8%), y la inflación proyectada en 27,3% para el cierre de 2025, según el REM, el rendimiento estimado anual ronda 29,1%. Así, el capital asciende a $32.275.000 al año, y los intereses mensuales en el segundo año rondarían los $782.669. Esta cifra financia cómodamente el taxi y se aproxima a las tarifas de la competencia de otros transportes personalizados.
Capitalización de intereses
Estos cálculos son aproximados: las tasas pueden variar, la inflación no siempre sigue las proyecciones y el escenario político agrega volatilidad, especialmente cerca de elecciones. Aun así, el ejercicio ilustra cómo cambia el panorama al reinvertir los intereses en vez de retirarlos mes a mes.
Un aspecto importante es la falta de cobertura inflacionaria en plazos fijos y billeteras virtuales. Cuando los precios bajan, esta debilidad pierde peso. Si la inflación se acelera, el rendimiento real puede deteriorarse. Por el contrario, los bonos CER protegen ante la inflación, aunque asumen riesgo de crédito soberano y pueden tener menor liquidez ante una venta anticipada.
Mantener un auto propio es la opción más costosa tanto por el gasto mensual como por el capital inmovilizado
En definitiva, el análisis evidencia que mantener un auto propio es la opción más costosa tanto por el gasto mensual como por el capital inmovilizado. Taxi y uso de plataformas para la movilidad resultan alternativas más económicas y, si se vende el vehículo, las inversiones permiten cubrir con comodidad los gastos de movilidad. Los bonos indexados funcionan como cobertura ante la inflación y ofrecen rendimientos razonables, aunque más ajustados en un contexto de precios descendentes como sugiere el REM.
La decisión final dependerá de prioridades personales. Quienes valoran la disponibilidad y el control total sobre los tiempos seguirán eligiendo el auto, aun asumiendo un mayor costo pero con la tranquilidad de contar con movilidad propia.

Quienes buscan eficiencia financiera pueden encontrar en el taxi y las inversiones una alternativa más atractiva. Y quienes prefieren esperar y reinvertir pueden aspirar a un segundo año más rentable gracias al interés compuesto, aunque siempre dentro de la incertidumbre habitual de la economía argentina.
Lo cierto es que no basta con calcular cuánto cuesta moverse cada mes. El desafío real está en comprender la relación entre ese gasto, el uso -o la inmovilización- del capital y las diferentes alternativas para poner el dinero a trabajar en vez de dejarlo estacionado.
En un país donde la movilidad financiera resulta tan trascendente como la física, comparar un auto con un taxi o un bono es parte de una decisión cotidiana que puede definir el bolsillo de cada argentino.
El autor es Analista económico y director de Focus Market
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