El lado bueno de la “preocupante” situación demográfica en Argentina

La demografía no define el destino de un país, pero la innovación sí

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La inteligencia artificial podría convertirse
La inteligencia artificial podría convertirse en el próximo motor de la productividad, o quizá surja otro invento que hoy nadie imagina (Foto AP/Natacha Pisarenko)

¿Entorpecerá la demografía argentina la recuperación económica del país? Los alarmistas advierten que el desplome de la natalidad derivará en una escasez de mano de obra que pondrá en jaque a las empresas, mientras que el envejecimiento poblacional aumentará las cargas sobre los trabajadores. Nada de eso tiene sentido. Aunque el mito persiste, la historia demuestra con creces que una población joven no es la clave del éxito económico. Veamos por qué.

El discurso demográfico plantea diversas cuestiones sociológicas y políticas, por lo que conviene ceñirse a los datos. Es cierto que la población de Argentina está envejeciendo. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en 1970, el 6,7% de la población argentina tenía 65 años o más. En la actualidad, esta cifra supera el 12%. La tasa de dependencia de la tercera edad en Argentina (que refleja el número de personas de 65 años o más por cada 100 personas en “edad de trabajar”) pasó de un 12,2 a más de 21 durante ese período. La OCDE estima que, para 2050, la cifra llegará a 33,7 y alcanzará el 51,8 en 2070. Esto implicará que habrá menos de dos trabajadores por cada persona mayor, un dato que, a primera vista, parece negativo.

Las cifras sobre la natalidad de Argentina en 2023 alimentan la preocupación, pues solo se registraron 9,9 nacimientos por cada 1000 habitantes: una caída del 41% desde 2014. Con 1,4 hijos por mujer, Argentina se encuentra por debajo de la tasa de reemplazo poblacional, por lo que su situación se asemeja más a la del envejecido continente europeo que a la de una economía emergente.

Los alarmistas advierten que el desplome de la natalidad derivará en una escasez de mano de obra que pondrá en jaque a las empresas, mientras que el envejecimiento poblacional aumentará las cargas sobre los trabajadores

¿Es motivo suficiente para alarmarse? Definitivamente no. Los pesimistas se limitan a extrapolar las tendencias recientes, pero no es posible predecir si la tasa de natalidad de un país seguirá cayendo o cómo los nuevos inventos impulsarán la eficiencia a nivel mundial. El capitalismo fomenta la innovación y la historia cuenta con numerosos ejemplos de nuevas tecnologías que permitieron a los trabajadores ser más eficientes. Basta con recordar el impacto del microchip o de Internet.

La inteligencia artificial podría convertirse en el próximo motor de la productividad, o quizá surja otro invento que hoy nadie imagina. De cualquier modo, siempre que continúen las reformas de libre mercado, las innovaciones no se detendrán, ni en Argentina ni en el resto del mundo.

Las proyecciones demográficas más preocupantes no condenan a una economía, siempre que se deje prosperar al capitalismo y la innovación; Estados Unidos es un claro ejemplo de ello. En 1970, la tasa de dependencia de la tercera edad del país era de 18,7. En la actualidad, es de 31,4. Sin embargo, a Estados Unidos le ha ido bien. ¿Por qué? Porque, gracias a la innovación, la producción económica por hora se ha cuadruplicado.

Si Argentina logra el éxito económico sostenido, probablemente se enfrentará a una población aún más envejecida, lo cual es positivo. A medida que el nivel de vida aumenta y mejora la atención sanitaria, la esperanza de vida se alarga; como consecuencia, la población es más productiva durante más tiempo. En muchas economías avanzadas, cada vez son más las personas mayores que no desean jubilarse en la edad establecida. Yo tengo 74 años y no contemplo la idea de jubilarme. Además, su experiencia puede favorecer la productividad, especialmente en las economías actuales (más orientadas a los servicios y al conocimiento), sin olvidar que suelen gastar e invertir, lo que alimenta la dinámica del crecimiento capitalista.

La población de Argentina está envejeciendo. Según la OCDE, en 1970, el 6,7% de la población argentina tenía 65 años o más. En la actualidad, esta cifra supera el 12%

Analicemos esta cuestión desde otra perspectiva: ¿qué países presentan “buenos” datos demográficos? La mayoría se encuentran en África, donde persisten la pobreza, la baja esperanza de vida y la alta mortalidad infantil. En lo que respecta a sus economías y mercados bursátiles, aún se encuentran en un nivel precario.

Los más pesimistas creen que el débil crecimiento registrado a nivel mundial (por ejemplo, en Italia) se debe a los datos demográficos e ignoran los verdaderos motores de la economía, como las horas trabajadas, la inversión y la composición sectorial. A su vez, pasan por alto que países como Suecia, Alemania y Países Bajos (con elevados índices de dependencia de la vejez) han registrado algunas de las mayores ganancias bursátiles de las últimas dos décadas.

¿Cómo afecta esta cuestión a la renta variable? Los mercados descuentan los factores que afectan a los beneficios empresariales en un horizonte de entre 3 y 30 meses aproximadamente, no más allá. Dado que las tendencias demográficas evolucionan con lentitud a lo largo de varias décadas, los mercados cuentan con tiempo suficiente para adaptarse.

En definitiva, la demografía no define el destino de un país, pero la innovación sí. No permita que los pronósticos más pesimistas le alejen de los mercados.