
Una vez más, el fútbol, la gran pasión nacional, fue testigo de un episodio de barbarie. Un evento que en teoría es una fiesta, se transformó en un escenario de violencia y delitos graves.
¿Acaso desconocemos a los violentos que operan en cada club? Los que están inmersos en el mundo del fútbol, de manera inevitable, manejan los perfiles de estos grupos, conocen sus disputas, sus vínculos políticos y los mensajes ocultos en cada acto violento. Esta información es imposible de ignorar.
Y las fuerzas de seguridad, ¿no están preparadas para organizar un operativo que garantice la seguridad? La logística de un partido de alto riesgo exige un planeamiento que incluya la distancia entre las hinchadas. Lo que vimos no fue un accidente, fue la consecuencia de una falla sistémica.
Frente a esta situación, ¿qué debemos hacer los operadores de la justicia? Los incidentes no fueron simples desórdenes. Según los trascendidos en los medios de comunicación y los registros, se cometieron delitos flagrantes y graves: abuso sexual, intento de homicidio y lesiones graves. Los videos muestran con claridad que los barras actuaron con un sistema de roles, como una verdadera organización.
Por eso, la pregunta clave es cómo se debe caratular esto: ¿Es un simple caso de resistencia a la autoridad o, como se desprende de los videos, un caso de asociación ilícita? Con el agravante de que hubo mujeres y menores de edad entre las víctimas. La expectativa de pena justifica, al menos, la prisión preventiva de los responsables.
La realidad es que el panorama es aún más preocupante. No es llamativo que, en situaciones de connivencia con las fuerzas de seguridad, solo haya detenidos mayoritariamente de un solo equipo, ha pasado en otras ocasiones. Estas preguntas nos muestran que detrás de los violentos hay un contexto mucho más complejo. Es un problema que requiere un análisis profundo y la determinación de responsabilidades directas de quienes tienen la obligación de velar por la seguridad pública en un espectáculo de talla internacional. La sociedad espera respuestas, y sobre todo, justicia.
Celsa Ramírez fue fiscal de eventos masivos en CABA. Actualmente se desempeña como fiscal de Delitos Complejos.
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