
Cada vez se hablará menos de “cambiar de trabajo” y más de atravesar una transición de carrera. No es lo mismo.
Cambiar de trabajo puede significar simplemente pasar de una empresa a otra, asumir un nuevo rol o liderar un proyecto distinto.
Una transición de carrera, en cambio, es mucho más que eso: es una revisión profunda de la identidad profesional.
Implica preguntarse quién soy, qué quiero hacer y cómo quiero que eso dialogue con la vida que estoy construyendo.
Reinventarse ya no es una crisis, es una habilidad recurrente
No se trata solo de mover piezas, sino de redibujar el tablero.
Y en ese proceso, aparecen la ambigüedad, la experimentación, el aprendizaje y la posibilidad de redefinirse.
¿Por qué es un tema clave ahora?
- Viviremos más y trabajaremos más años. La expectativa de vida global sigue en aumento. Estudios como el de Gratton y Scott (2016) en The 100-Year Life anticipan que las carreras lineales son cosa del pasado. Si vamos a vivir más de 90 años, trabajar hasta los 70 u 80 es esperable. Pero nadie quiere (ni puede) hacer lo mismo durante 50 años.
- Los modelos laborales están en transformación. Las trayectorias tradicionales, educación, trabajo estable, jubilación, están dando paso a lo que Herminia Ibarra (2004) llama “identidades en transición”: profesionales que pivotan hacia nuevas áreas, crean proyectos propios o combinan múltiples roles. Las transiciones hoy son continuas, no eventos aislados.
- La disrupción tecnológica acelera la obsolescencia. La inteligencia artificial, la automatización y las plataformas digitales están reconfigurando el mercado laboral. Según el Future of Jobs Report del World Economic Forum (2023), el 44% de las habilidades requeridas para un trabajador cambiarán en los próximos cinco años. Ya no alcanza con capacitarse una vez: hay que reinventarse.
Qué dicen los estudios
En Working Identity, Ibarra propone que las transiciones reales no ocurren “pensando y luego actuando”, sino actuando primero: a través de pequeños experimentos de identidad, roles paralelos y redefinición de redes personales y profesionales.
Un paper clave de Bridgstock (2011) sobre capacidad de carrera sostiene que la habilidad para gestionar transiciones será una de las competencias más importantes del siglo.
En el mundo corporativo, un estudio de Gartner (2022) mostró que el 60 por ciento de los empleados que se sienten estancados no buscan nuevas posiciones externas, sino un nuevo significado en su trayectoria. La transición ya no es externa: es interna.
Entonces, ¿en qué se diferencia una transición de un cambio de trabajo?
A diferencia de un simple cambio de puesto, que puede resolverse con un nuevo CV y algunas entrevistas, una transición de carrera es un proceso profundo, de más largo plazo, que involucra emociones, exploración y a menudo, incertidumbre. Mientras que el cambio de trabajo es táctico, la transición de carrera es estratégica. Uno se mide en meses; el otro, en años. Uno puede resolver necesidades inmediatas; el otro redefine la dirección vital.
¿Cómo se vive hoy una transición de carrera?
No es solo reskilling. Es un proceso de autoexploración, de diseño de futuros posibles. En mi trabajo de mentoring con profesionales senior, veo que el verdadero punto de inflexión no aparece cuando tienen un plan, sino cuando se animan a reconectar con un sentido más profundo de quiénes son y qué quieren aportar. Esa reconexión trae claridad. No necesariamente certezas absolutas, pero sí la lucidez suficiente para dar un próximo paso genuino, alineado con lo que sienten que quieren habitar. La transformación no empieza por saber adónde van, sino por permitirse hacerse nuevas preguntas sobre su identidad profesional.
Se busca validar ideas con pequeños pasos: cursos, side projects, entrevistas exploratorias. Las personas más resilientes no son las que más planifican, sino las que se animan a iterar, a ajustar y a sostener la incomodidad creativa del “in between”.
Sumar la mirada exponencial
Imaginar el futuro de nuestras carreras también exige incorporar tecnologías exponenciales. No solo para aprender IA, sino para pensar con IA, prototipar escenarios, automatizar aprendizajes y conectar con comunidades globales. La IA, bien usada, no reemplaza al profesional: lo potencia, lo enfoca y hasta lo inspira. El desafío no es tecnológico, es identitario.
¿Por dónde arrancar?
- Revisar tu narrativa personal: ¿cuál fue tu historia profesional hasta ahora y qué querés que venga?
- Prototipar identidades posibles: no se trata de elegir una cosa para siempre, sino de testear versiones de vos.
- Construir una red de la transición: mentores, pares, coaches, antiguos colegas. Las redes son clave para explorar nuevos mundos.
- Permitir la pausa: la transición no es lineal. A veces necesitás bajar el ritmo para poder pensar diferente.
- Repetir este proceso con naturalidad. Reinventarse ya no es una crisis, es una habilidad recurrente.
La autora es cofundadora de NeXthumans y embajadora Global de Singularity University
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