
Días pasados se conocieron los resultados de las Pruebas Aprender, cuyos porcentajes dan cuenta de la comprensión lectora de niños de 3° grado. Los datos obtenidos ponen en agenda la crisis de la escuela y en evidencia sus causas: la desinversión educativa, las consecuencias de la pandemia y, en especial, la ausencia de capacitación docente.
También deja en claro que un 55% de los chicos de 8 años no comprende lo que lee, cifra que varía según las provincias, pero no con grandes diferencias. Formosa, Córdoba y Ciudad Autónoma de Buenos Aires fueron las jurisdicciones que pudieron garantizar -en mayor medida- oportunidades de alfabetización, pero ninguna pasó el 60%.
No hay duda de que los resultados de esta Prueba nos muestran la necesidad urgente de cambiar las prácticas educativas. Pero para que los niños y niñas argentinas puedan comprender lo que leen, es necesario entender que la alfabetización es un proceso que dura toda la vida y que educar es tarea de la escuela y también de la familia.
Pero, como los tiempos cambiaron, hay que evitar replicar la enseñanza que tuvimos nosotros, adultos de más de 30 años, formados con un pensamiento analógico.
A modo de ejemplo, hasta hace unos años, si queríamos acceder a las noticias, debíamos comprar el diario en el kiosco de la esquina. Hoy por hoy, clickleamos en un dispositivo móvil y accedemos a decenas de portales que nos informan. Y si bien encontraremos mucha basura textual, detectando la ideología de base podremos informarnos desde múltiples perspectivas.
En este sentido, asumiendo los cambios epocales, debemos incluir a todos los chicos en nuevas prácticas sociales producto de otras formas de lectura y escritura.
Una buena experiencia podría ser explicarles para qué es necesario leer y escribir: para informarnos, para divertirnos o para enviar/recibir un mensaje, entre otras. En ese marco, desde muy chiquititos, podemos hacerlos jugar con etiquetas, folletos, recetas, noticias, cuentos y distintos tipos de textos para ir insertándolos en el mundo de la cultura letrada.
A su vez, destacarles la importancia de escribir correctamente; es decir, que, si bien entre amigos, pueden enviar mensajes con palabras abreviadas o apócopes, es necesario mantener cierto requerimiento si el destinatario es formal.
En un planeta saturado de información, leer y escribir es un derecho que permite comprender el mundo, pero también hablar y expresar las ideas de manera clara y precisa y ganar autonomía de pensamiento y de acción. Es posibilitar a cada ser humano decir “aquí estoy” con voz propia y que pueda ser escuchada.
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