
En la madrugada del viernes, el canal de streaming oficialista Carajo sentenció en un tuit irrebatible: “Récord Guiness. Seis horas de entrevista. Fin”. Al mismo tiempo, otro de los medios alineados con el Gobierno, La Derecha Diario tituló: “Milei rompió el récord de la entrevista más larga de la historia”. En la nota, LDD detalló: “Con esta hazaña, superó la marca anterior que ostentaba el ex presidente brasileño Jair Bolsonaro, quien había estado cinco horas y 22 minutos en un medio”. Carajo y La Derecha Diario se referían a la kilométrica entrevista que el presidente Javier Milei le había concedido al grupo de admiradores que conduce Daniel Parisini –el Gordo Dan- cada noche en el programa de streaming “La Misa”.
Tres semanas antes, Milei había intentado superar a su amigo Bolsonaro en otra entrevista con Alejandro Fantino, pero había llegado, apenas, a las 4 horas, 43 minutos. En aquel largo diálogo –el segundo en extensión hasta ahora— hubo un momento muy simpático, cuando pasadas las tres horas de transmisión, el conductor le pidió al Presidente permiso para ir al baño. “Yo puedo aguantar. No soy humano”, bromeó Milei.
Hay motivos para inferir que el récord era un objetivo deliberado, porque en ambas notas, cuando sus interlocutores ya no tenían qué preguntarle, Milei los desafió. “Yo estoy para seguir, ¿eh?”. A los pocos minutos de que el récord de Bolsonaro hubiera sido batido, los medios oficialistas se encargaron de valorarlo a coro, como si hubieran recibido una directiva. La colonia libertaria difundía su algarabía en las redes: otra hazaña del león.

Los récords han sido, desde siempre, la ambición de algunos seres humanos especiales. Algunos, claro, son más valorados que otros, pero las razones de esa clasificación no son tan claras y cambian con el tiempo. Nadie discutiría que es un gran mérito de talento y esfuerzo ser el mejor tenista de la historia como lo es Novak Djokovic. Otras personas, en cambio, podrían pensar que tener el récord en la cantidad de panchos que uno come en diez minutos es una rareza y no un mérito. Sin embargo, esa competencia existe y sus seguidores se la toman muy en serio. Durante muchos años se dirimió en un célebre parque de diversiones de Brooklyn. Pero se hizo tan popular que en 2024 se realizó en un super estadio de Las Vegas y fue transmitida al mundo en vivo por Netflix. Ese día, Joey Chestnut destronó al mítico japonés Takeru Kobayashi, la figura dominante en las últimas décadas. Chestnut engulló 83 hotdogs, 8 y un tercio por minuto.
La pelea de Milei por batir récords en cantidad de horas al aire lo ubica entre un reducido grupo de dirigentes políticos que deslumbraron al mundo con capacidades similares. Uno de ellos, está dicho, es Jair Bolsonaro. Pero hay otros que, a primera vista, fueron muy distintos a Milei. En 1998, Fidel Castro fue reelegido por enésima vez como secretario general del Partido Comunista cubano hasta 2003. Tenía 71 años y pronunció un discurso de 7 horas y media. Unos años después, el 14 de enero del 2012, el venezolano Hugo Chávez lo superó al dirigirse al parlamento durante 9 horas y media. El discurso arrancó a las 14.30 y terminó pasada la medianoche. Chávez acababa de regresar de su primer tratamiento contra el cáncer. Unos días antes había sostenido un programa de cinco horas por radio. Chávez cantaba en esas intervenciones, como lo hizo Milei frente a Fantino, el día que entonó el hit: “Mandril, decime qué se siente”.
Hace casi una década, la politóloga María Esperanza Casullo publicó un libro interesantísimo titulado ¿Por qué funciona el populismo?. En ese texto desarrollaba la historia de esa categoría –populismo— y explicaba por qué podía englobar a líderes de izquierda y de derecha. Allí explicó que el magnetismo populista radica en la estructura de un relato donde se presenta un líder carismático, que defiende al pueblo contra la aristocracia que lo oprime. Esa construcción consta de tres elementos: el héroes, la masa subyugada que lo adora y la casta explotadora. Apenas el primero triunfe sobre la tercera, el pueblo resultará liberado de sus ataduras.
Ese líder único, ese héroe, cultiva un tipo de comunicación emotiva y personal con su pueblo, cuenta Casullo. Es extremadamente autorreferencial. Recurre a anécdotas personales en las que siempre se presenta como triunfador. Apela a múltiples instrumentos emocionales: la canción es uno de ellos. Se rodea de aplaudidores o de funcionarios de distintas áreas que lo adulan en términos que, mirados desde fuera de la tribu, parecen realmente abyectos. Crease o no, todo esto está escrito mucho antes de la aparición de Milei.
El reportaje más largo de la historia, el premio Nobel judío, el referente más importante de la libertad a nivel mundial, el futuro premio Nobel de economía, la idea de que el Papa se puso el nombre por él son, en ese sentido, distintos elementos que alimentan el mito. Los ajenos podrán reaccionar con perplejidad, como quienes no entienden la competencia por comer más panchos en diez minutos. Pero para los admiradores, todo eso es alimento que nutre la emoción de seguir a un líder inigualable.
Uno de los elementos centrales que unifican a este tipo de líderes es su combate contra la prensa o contra los periodistas. Eso tiene una lógica impecable. Los periodistas son los encargados, en las sociedades libres, de buscar el pelo en la sopa, la mosca en la leche. Día a día se preocupan por explicar que el rey está desnudo. Una pregunta puede cumplir ese rol. O un reportaje a alguien que piensa distinto al presidente. O una nota de análisis. O la investigación de un hecho de corrupción. No es que al líder le molestan las mentiras, aunque argumente eso. Le molestan las preguntas, los análisis, las noticias que prefiere ocultar: el hecho mismo de la existencia del debate sobre él.
Con dolor, con molestia, aun con irritación, cualquier líder democrático acepta que debe convivir con ese caos. Para un líder que se presenta como un salvador, en cambio, son voces que hay que silenciar porque atentan cotidianamente contra la piedra basal del relato, que se expresa por una voz única, la suya. De allí, en distintas épocas, líderes de este estilo han aplicado censura, escraches, amenazas, denuncias judiciales, por el aprietes económicos o una combinación de esas cosas. Milei ha repetido hasta el cansancio en los últimos días: “La gente no odia lo suficiente a los periodistas” o “Son las prostitutas de los políticos. Si odian a los políticos, odien más a los periodistas”. Es casi una convocatoria a peleas callejeras. Ha iniciado querellas contra colegas de convicciones políticas muy diferentes, por cosas que no han dicho. Los ataques son cada vez más serios y permiten anticipar que la democracia será puesta en tensión en esta escalada, como otras veces, por un líder de estas características.

Alguien así tampoco acepta compartir el poder, por lo tanto las coaliciones son prácticamente descartadas, salvo en caso de extrema necesidad. Los conflictos de Milei con personajes que podrían ser sus aliados grafican eso. Los ejemplos más elocuentes son los de Victoria Villarruel y Mauricio Macri. La ruptura con Macri podría ser letal para las ambiciones de Milei. De haber intentado un acuerdo con él, la elección porteña del domingo próximo sería muy sencilla. Ahora puede perderla. La pelea con Villarruel puede derivar en la conformación de frentes que le disputen su mismo electorado, como ocurre en estos días con la lista que encabeza Ramiro Marra, que se quedará con algunos puntos decisivos en territorio porteño. Lo mismo puede suceder en la elección bonaerense donde un proceso sencillo se puede complicar ante la sucesión de conflictos de índole personal que estimula el caudillo.
Pero el poder no admite disidencias. Negociar significa admitir que hay otros dirigentes que pueden sentarse a su mesa en condiciones de interlocutores válidos. “No hay lugar para ambiciones personales, no hay lugar para mezquindades, no hay lugar para el ‘yo’, no hay lugar para el ego. Lo que está en juego es simplemente demasiado grande como para darle espacio a aspiraciones individuales. Porque, como decía Lenin —que, si bien era un zurdo reventado, a veces decía cosas interesantes y merece ser escuchado—: ‘Sin teoría revolucionaria, no puede haber un movimiento revolucionario’”, dijo el propio Presidente durante un discurso en Roma.
El libro Guinness, al que cita muy apropiadamente el canal de streaming Carajo, colecciona récords realmente increíbles. Sidney de Carvalho es un brasileño que desde 2022 ostenta el récord de los ojos más saltones. El hombre nació con luxación ocular, una característica que le permite decidir a su antojo si sus ojos permanecen o saltan por fuera del globo ocular. Gracias a eso ha divertido a sus amigos y familiares en toda su vida y animado fiestas de todo tipo. “Es uno de los días más felices de mi vida” dijo, al ser reconocido por Guinness. Cristiano Ronaldo fue el jugador de fútbol que más plata ganó en un año: 260 millones de dólares en 2024. James Goss es el humano con mayor cantidad de túneles faciales, 17 en total. En el libro Guiness lo demuestra con una foto donde posa con fideos crudos que entran por su boca y salen por sus mejillas.
¿Genialidades? ¿Rarezas? ¿Quién tiene derecho a juzgar?
En cualquier caso, el Presidente argentino va por más. En su encuentro con los fans de “La Misa” explicó que está planeando hacer una obra de teatro en el Muro de Berlín, donde él será el defensor del capitalismo. “Habrá jueces, un fiscal, yo seré el defensor y también estarán mis rubias voluptuosas disfrazadas de la estatua de la libertad”.
Se trata, evidentemente, de un hombre especial, incansable y que no se priva de nada.
ultimas
Autonomía municipal y federalismo inconcluso
Si no se determina con precisión qué se espera de un municipio, ni se le asignan los medios necesarios para cumplir con esas funciones, la autonomía deviene en una ficción jurídica

LUCHA: Reconfigurando cómo nace y crece el impacto en América Latina
Esta organización impulsa emprendimientos con impacto social y ambiental desde una visión innovadora y colaborativa. No es solo un fondo o aceleradora, sino un socio que co-crea soluciones con líderes para transformar el activismo en impacto medible

El Oesterheld de Verbitsky
Reinterpretar El Eternauta bajo la lente de una militancia que no existía en 1957 distorsiona su sentido original y construye una narrativa que sirve más al mito político que a la verdad histórica

Los legados de Bergoglio
El impulso espiritual y social que sembró el Papa Francisco en los barrios más humildes del Gran Buenos Aires se transforma hoy en un proyecto comunitario que busca perpetuar su nombre y su obra

Es probable que el primer “selector” que vea tu currículum sea una IA
La automatización del reclutamiento transforma el mercado laboral, desplaza a consultoras tradicionales y plantea nuevas reglas para candidatos, empresas y quienes diseñan los procesos de selección
