
El reciente posteo en X emitido por el Presidente con referencia al Bullying ha encendido el debate entre aquellas asociaciones y profesionales que nos dedicamos a abordar la problemática. En este momento, la violencia verbal y simbólica ocupa un lugar alarmante en las redes sociales, y por supuesto la escuela no es un ente que podamos recortar de la realidad social. Pero este tipo de discursos, cuando provienen de un líder político, adquieren una relevancia mayor.
La referencia al bullying tomada de manera ligera subestima la gravedad de la problemática que afecta a muchos estudiantes de todo el mundo. No podemos caer en el riesgo de legitimar las conductas abusivas como una forma natural de comunicarnos. Este tipo de mensajes se replica en las aulas y en los entornos digitales.
Como alumna de la Universidad, puedo dar testimonio de que nos encontramos ante un fenómeno relativamente nuevo con gran impacto en la población más joven: el uso de redes sociales como plataforma para difundir ideas y hacer campañas políticas, una nueva dimensión para captar votantes u hostigar y marginalizar a quienes piensen diferente.
En este contexto, el rol de los líderes es crucial, no sólo porque deberían ser modelos a seguir con sus conductas, sino también porque sus palabras y actitudes son replicadas por las poblaciones más jóvenes. Por eso, cuando un referente emite un mensaje que trivializa una problemática tan grave como el bullying, se corre el riesgo de que los chicos con una personalidad en formación asuman una postura equivocada y naturalicen la violencia como una forma de expresión.
La educación en valores como el respeto, la inclusión y la empatía son fundamentales para prevenir el Bullying en todas sus formas. Esta tarea no recae exclusivamente en las escuelas o las familias, sino también en los medios de comunicación y las figuras públicas, por lo que especialmente aquellas que detentan poder deben ser conscientes de la influencia que ejercen en las generaciones más jóvenes.
Más allá de esta publicación en X, lo que debe preocuparnos es la creciente tendencia a la normalización de la violencia verbal y el uso del desprecio y descalificación como herramienta de debate. Polemicemos y discutamos sobre las ideas, pero alejémonos de discursos que buscan deshumanizar al otro, creando un enemigo sobre el que se justifica la agresión. En esta era de redes sociales, este tipo de mensajes se difunden más rápidamente y tienen un impacto duradero, lo que contribuye a la polarización social.
El poder de la palabra es inmenso, y en manos de líderes políticos es mayor. En tiempos de discursos polarizados, el bullying y la utilización de términos insultantes para descalificar no deben ser normalizados ni asumidos como una broma sin importancia. Por el contrario, debe ser un llamado de reflexión sobre la responsabilidad que todos tenemos en la construcción de una sociedad más inclusiva y respetuosa.
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