¿Qué es el Síndrome de Brugada? El enemigo silencioso del corazón

Muchos casos pasan desapercibidos hasta que surgen complicaciones graves, por lo que la vigilancia médica y el diagnóstico oportuno resultan esenciales

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El síndrome de Brugada incrementa
El síndrome de Brugada incrementa el riesgo de arritmias ventriculares potencialmente mortales, muchas veces sin manifestaciones evidentes. (Imagen ilustrativa Infobae)

La ausencia de síntomas claros en el síndrome de Brugada representa uno de los mayores desafíos para su detección temprana, ya que muchas personas desconocen que padecen esta afección hasta que se manifiestan complicaciones graves. Según información de Mayo Clinic, este trastorno del ritmo cardíaco, aunque poco frecuente, puede resultar potencialmente mortal y, en ocasiones, tiene un componente hereditario.

Este mal incrementa el riesgo de desarrollar arritmias que se originan en los ventrículos, las cámaras inferiores del corazón. La mayoría de los afectados no presenta síntomas evidentes, lo que dificulta el diagnóstico. Sin embargo, algunos signos pueden alertar sobre su presencia, como mareos, desmayos, dificultad respiratoria nocturna, palpitaciones, latidos cardíacos extremadamente rápidos y caóticos, e incluso convulsiones.

Hallazgos que prenden los focos rojos

El síndrome de Brugada incrementa
El síndrome de Brugada incrementa el riesgo de arritmias ventriculares potencialmente mortales, muchas veces sin manifestaciones evidentes. (Adobe Stock)

Un hallazgo clave suele ser algún resultado anómalo en el electrocardiograma (ECG), una prueba que registra la actividad eléctrica del corazón. El diagnóstico suele realizarse en adultos y, en menor medida, en adolescentes, ya que en niños pequeños los síntomas suelen pasar inadvertidos.

El proceso diagnóstico comienza con un examen físico y la auscultación cardíaca. Posteriormente, se emplean diversas pruebas para confirmar la presencia del síndrome. El electrocardiograma, con o sin la administración de medicamentos, permite detectar alteraciones en el ritmo y la estructura cardíaca. Si durante esta prueba se identifican irregularidades, puede recurrirse a un monitor Holter de 24 horas, un dispositivo portátil que registra la actividad cardíaca durante todo el día y la noche.

En algunos casos, los primeros electrocardiogramas y exámenes con Holter pueden arrojar resultados normales, a pesar de la presencia de síntomas. En estas situaciones, se realizan pruebas adicionales que incluyen la administración intravenosa de fármacos capaces de desencadenar arritmias, con el objetivo de evidenciar el trastorno.

El ecocardiograma, que utiliza ondas sonoras para generar imágenes del corazón, no permite diagnosticar el síndrome de Brugada por sí solo, pero resulta útil para descartar anomalías estructurales.

Otra herramienta es la prueba electrofisiológica y mapeo, en la que se introducen catéteres con electrodos a través de los vasos sanguíneos hasta el corazón para analizar la transmisión de las señales eléctricas. Esta técnica se reserva para casos en los que existe una sospecha fundada del síndrome.

El abordaje terapéutico depende del riesgo individual de sufrir arritmias graves. Aquellos con antecedentes personales de arritmias severas, desmayos o paro cardíaco repentino presentan un riesgo elevado. En cambio, quienes no manifiestan síntomas suelen tener un riesgo bajo y, en muchos casos, no requieren un tratamiento específico. No obstante, se recomienda adoptar medidas preventivas para reducir la probabilidad de episodios peligrosos.

Cómo prevenir y tratar el Síndrome de Brugada

La quinidina y el desfibrilador
La quinidina y el desfibrilador cardioversor implantable son opciones terapéuticas para prevenir arritmias graves en pacientes con síndrome de Brugada. (Archivo)

Entre las estrategias preventivas destaca el tratamiento agresivo de la fiebre, ya que esta puede desencadenar arritmias en personas con síndrome de Brugada. Ante la aparición de fiebre, se aconseja administrar medicamentos antipiréticos de inmediato.

Además, se debe evitar el consumo de fármacos que puedan inducir latidos cardíacos irregulares, incluidos ciertos medicamentos para el corazón y antidepresivos, así como el consumo excesivo de alcohol. En algunos casos, se recomienda abstenerse de practicar deportes competitivos, especialmente en personas con alto riesgo de arritmias graves.

El tratamiento farmacológico puede incluir la quinidina, indicada para prevenir ritmos cardíacos potencialmente peligrosos. Este medicamento puede administrarse solo o en combinación con un desfibrilador cardioversor implantable. Este dispositivo, de pequeño tamaño y alimentado por baterías, se coloca en el pecho y monitoriza de forma continua el ritmo cardíaco, enviando descargas eléctricas cuando detecta irregularidades. La implantación del desfibrilador suele requerir una noche de hospitalización. Es importante considerar que estos dispositivos pueden emitir descargas innecesarias, por lo que se debe analizar cuidadosamente su conveniencia con el equipo médico.

En situaciones donde el desfibrilador no logra controlar eficazmente los síntomas, se recurre a la ablación con catéter por radiofrecuencia. Este procedimiento consiste en introducir un catéter a través de un vaso sanguíneo hasta el corazón, donde se aplica energía para destruir el tejido responsable de la arritmia.

El seguimiento médico regular resulta fundamental para quienes padecen el síndrome de Brugada, ya que permite monitorizar la evolución del trastorno y detectar posibles complicaciones de manera precoz. Los controles periódicos facilitan la evaluación de la necesidad de modificar el tratamiento y contribuyen a un manejo adecuado de la enfermedad.