
La posibilidad de que el citomegalovirus permanezca en el organismo de por vida tras la infección inicial representa uno de los desafíos más relevantes en el manejo de este virus, especialmente para quienes presentan sistemas inmunitarios debilitados o se encuentran en estado de gestación.
Mayo Clinic advierte que, aunque la mayoría de las personas infectadas no manifiestan síntomas, el riesgo de complicaciones graves se incrementa considerablemente en estos grupos vulnerables. Se trata de un virus extendido que puede afectar a casi cualquier individuo. Su transmisión ocurre a través de fluidos corporales como sangre, saliva, orina, semen y leche materna. Una vez contraída la infección, el virus permanece latente en el cuerpo, sin posibilidad de erradicación definitiva.
No obstante, existen medicamentos que pueden ayudar a controlar los síntomas, aunque no eliminan el virus. En personas sanas, la infección suele pasar inadvertida o provocar síntomas leves. Sin embargo, quienes presentan sistemas inmunitarios comprometidos, como los pacientes sometidos a trasplantes de órganos, médula ósea o células madre, así como aquellos con infección por el virus de la inmunodeficiencia humana, enfrentan un riesgo elevado de complicaciones severas e incluso mortales.
Afectaciones durante el embarazo y en bebés
Si tu sistema inmunitario está debilitado, puedes experimentar serios problemas en los siguientes órganos:
- Ojos
- Pulmones
- Hígado
- Esófago
- Estómago
- Intestinos
- Cerebro
La mayoría de las personas saludables que se contagian presentan pocos síntomas o ninguno. Al infectarse por primera vez, algunos adultos pueden tener síntomas similares a la mononucleosis infecciosa, como los siguientes:
- Fatiga
- Fiebre
- Dolor de garganta
- Dolores musculares
Cuándo deberías llevar a tu hijo al médico

El diagnóstico del citomegalovirus se realiza mediante pruebas de laboratorio, que incluyen análisis de sangre, otros fluidos corporales o muestras de tejido. Para las mujeres embarazadas, resulta relevante determinar si han estado expuestas previamente al virus, ya que la presencia de anticuerpos reduce significativamente el riesgo de transmisión al feto en caso de reactivación. Si se detecta una infección reciente durante el embarazo, la amniocentesis puede confirmar si el feto está infectado. Esta prueba, que consiste en el análisis de una muestra de líquido amniótico, suele indicarse cuando la ecografía revela anomalías compatibles con la infección.En los recién nacidos, la detección del citomegalovirus congénito debe realizarse en las primeras tres semanas de vida si existe sospecha clínica. Si se confirma la infección, se recomienda evaluar la función de órganos como el hígado y los riñones. Para las personas inmunodeprimidas, como quienes viven con VIH o han recibido un trasplante, el seguimiento regular mediante análisis específicos es fundamental para detectar y tratar posibles complicaciones.El tratamiento no suele ser necesario en niños y adultos sanos, ya que la recuperación suele producirse sin intervención médica. En cambio, los recién nacidos y las personas con inmunidad debilitada requieren tratamiento cuando presentan síntomas. Los medicamentos antivirales constituyen la principal opción terapéutica, ya que pueden ralentizar la replicación viral, aunque no erradican el virus. Mayo Clinic destaca que la investigación continúa en busca de nuevos fármacos y vacunas para mejorar la prevención y el tratamiento del citomegalovirus.
