
Para Lola, “la planificación es fundamental”. Con una mirada estratégica, explica cómo prever plazos, coordinar proveedores y cuidar el flujo de stock se vuelve esencial para sostener la rentabilidad y el movimiento de la moda nacional.
¿Cuál es la actualidad del sector de la moda en Argentina?
La moda argentina tiene una propuesta muy interesante. Hay muchas marcas emergentes y otras más históricas que logran sostenerse pese a los contextos cambiantes del país. Es un sector muy creativo, lleno de ideas y de gente talentosa.
¿Qué lugar ocupa Argentina como exportador de moda?
Argentina tiene muchísimo talento y una identidad fuerte, pero no somos del todo competitivos a nivel internacional. Producir es caro, los impuestos son altos y eso dificulta exportar.
Aun así, la moda argentina genera admiración afuera. En países vecinos como Chile y Uruguay hay muchas marcas argentinas que funcionan muy bien, y en mi caso he vendido en lugares como Venezuela, México o Los Ángeles. A la gente le atrae nuestro estilo y la impronta que tiene el diseño nacional.
¿Cómo describirías la logística en el mundo de la moda local?
La logística en Argentina es compleja y costosa, como casi todo el proceso productivo. Trabajo con una empresa de logística para nuestro e-commerce y funciona muy bien, pero los costos son altos. Eso impacta en la competitividad, tanto para el mercado interno como para exportar. Transportar no es barato, y eso influye en los márgenes de las marcas, sobre todo en las más chicas.
Bajar costos es una prioridad, porque los gastos logísticos pesan mucho en la estructura. A veces preferimos trabajar sin intermediarios para cuidar los precios, aunque eso implique un esfuerzo mayor. En mi sector, la logística es clave: tanto para el funcionamiento interno como para exportar. Cuando está bien aceitada, marca la diferencia. Te permite llegar a tiempo, evitar errores y optimizar recursos.
¿Qué desafíos enfrentás al importar o exportar?
El principal desafío es que todo llegue a tiempo. En mi caso, trabajo con producción nacional, pero quienes importan telas o avíos saben que cualquier demora corta la cadena de producción. También al exportar, los tiempos son fundamentales. Cuando un cliente compra desde otro país, es clave cumplir los plazos: la experiencia del envío también forma parte del producto.
¿Cómo afectaron los cambios normativos del último año al comercio internacional?
Algunas cosas mejoraron. Hoy hay más facilidades para importar materias primas que antes eran difíciles de conseguir. Muchas marcas incluso traen sus propias telas, lo que permite diversificar la oferta. Sin embargo, seguimos siendo un país caro para producir. La carga impositiva y la inestabilidad dificultan competir con marcas del exterior, especialmente con el fast fashion, que tiene una escala imposible de igualar.

¿Cómo manejás los volúmenes y el stock?
En esta industria trabajamos con objetivos claros: si vendemos más del 80% de la colección, la consideramos exitosa. Buscamos siempre quedarnos con el menor stock posible. Cuando sobran prendas, recurrimos a ferias o acciones especiales para liberar mercadería y reinvertir en materia prima. Es parte de la dinámica del negocio: cuidar el flujo y optimizar cada recurso.
¿Qué importancia tiene la planificación en tu día a día?
La planificación es fundamental. Trabajamos con seis meses o incluso un año de anticipación. Aunque el contexto sea inestable, hay que prever lo máximo posible. Cuando planificás bien, reducís errores, podés comparar presupuestos, tomar decisiones con tiempo y bajar costos. En la moda, eso es esencial.
¿Qué parte de tu trabajo disfrutás más?
Lo creativo, sin dudas. Tengo una pyme, así que paso por todas las áreas, pero lo que más disfruto es diseñar, pensar los detalles, elegir materiales y armar las campañas editoriales. La parte creativa me apasiona. Es donde más libre me siento.
¿Qué historia querés contar con tus colecciones?
Siempre pienso en enaltecer a la mujer. Cada colección nace de imaginar cómo esa mujer atraviesa una temporada, cómo vive un verano o un invierno. Me gusta visualizarla en diferentes situaciones y traducir eso en prendas que la acompañen y la hagan sentir bien.
¿Cómo influye la estacionalidad en tu trabajo?
La moda está atravesada por la estacionalidad, pero me parece fundamental incluir prendas atemporales dentro de cada colección. Eso permite que las clientas puedan usarlas más allá de una estación. En mi marca lo considero un valor: crear ropa que trascienda la temporada.
¿Dónde encontrás la inspiración?
En muchos lugares. En lo social, en los viajes, en la gente que conozco. Soy muy curiosa y me encanta observar. A veces me inspiro en una exposición, una fiesta o una charla casual. Incluso sueño ideas y me levanto a escribirlas o dibujarlas. Estoy todo el tiempo tomando notas, pensando en texturas, colores y conceptos para las próximas temporadas.
¿Cómo ves el futuro de la industria de la moda en el país?
Mi perspectiva siempre es seguir trabajando y adaptándome a los contextos. Emprender es crear tu propio escenario, reinventarte cada vez que el entorno cambia. A lo largo de los años pasé por muchos contextos distintos, y siempre la clave fue volver a empezar con la misma pasión.
¿Qué consejo les darías a quienes quieren emprender?
Que crean en sus proyectos. Emprender es trabajar los sueños con constancia y con fe. Siempre hay oportunidades, incluso en los momentos más difíciles. Muchas veces los mejores proyectos nacen en los contextos más complejos. Lo importante es animarse, crear y seguir adelante.
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