
Al referirse a las particularidades de la logística en el sector eléctrico, Ariel comenta que “las empresas están reduciendo sus stocks y piden más entregas”. En esta entrevista, analiza cómo los cambios macroeconómicos, la transformación del e-commerce y la evolución tecnológica reconfiguran el trabajo logístico en un rubro que exige precisión y adaptación constante.
¿Cuáles son las particularidades logísticas de los insumos eléctricos?
En nuestro rubro hay que dividirlo en dos enfoques: el consumidor final (B2C) y el cliente industrial (B2B). Hoy enfrentamos un desafío importante: estamos entregando muchas más unidades que en años anteriores. Esto está directamente relacionado con los costos y con la baja del costo dólar en los últimos dos años, que cambió mucho la dinámica del país.
Ahora distribuimos más unidades, pero con un ticket promedio más bajo. Ese cambio nos obliga a transaccionar más, a mover más paquetes y a optimizar los costos logísticos. Además, hay un punto clave: hace un par de años era común que las empresas tuvieran grandes stocks. Hoy eso cambió completamente. Las compañías están reduciendo inventarios y nos trasladan a nosotros esa gestión. En definitiva, tenemos que administrar sus stocks y sostener su ritmo de reposición.
¿Qué implica esa reducción de stock para ustedes?
Que cada operación se multiplica. Antes un cliente compraba mucho y con eso alcanzaba para abastecerse durante semanas. Hoy repone en función de su demanda, en cajas más chicas y con más frecuencia. Eso nos obliga a gestionar más operaciones, con el mismo o incluso menor margen de rentabilidad, porque el valor de cada envío es más bajo.
El mercado eléctrico cambió. Ya no conviene comprar mucho stock, porque el riesgo de que los precios bajen es mayor. En los últimos dos años, el tipo de cambio y los precios se estabilizaron, entonces el incentivo para acopiar mercadería desapareció. Para nosotros, eso se traduce en un desafío enorme: más entregas, más complejidad operativa y mayor presión sobre la eficiencia.
¿Cómo se coordinan hoy los distintos actores dentro de la cadena logística?
Creo que la logística es un área transversal. Recorre toda la empresa, de punta a punta. Podés estar a la mañana hablando con un proveedor en China por un contenedor y a la tarde con un cliente que recibe un producto de ese mismo contenedor. Esa amplitud hace que la logística esté en el corazón de las operaciones.
Y también creo que la gerencia logística va a tener que migrar hacia un perfil más comercial. El servicio logístico es tan trascendente hoy que define la decisión de compra. En el e-commerce, las dos palabras más importantes ya no son “precio bajo”, sino “envío gratis” y “llega hoy”. Eso cambió todo.
El cliente está dispuesto a pagar más si sabe que el producto le llega rápido y sin costo adicional. En nuestro sector pasa igual: el diferencial no está en el producto —que lo puede conseguir en cualquier lado—, sino en la velocidad, la confiabilidad y el servicio.
¿Qué impacto tiene eso en la estrategia de las empresas?
Enorme. Hoy una buena logística es parte del valor agregado. No alcanza con ofrecer un producto competitivo, hay que garantizar la experiencia completa. De hecho, muchas de las inversiones más grandes que se están haciendo en Argentina son en infraestructura logística. Hay empresas que están comprando decenas de miles de metros cuadrados para centros de distribución. Es una tendencia que muestra que la logística dejó de ser un costo y pasó a ser un factor estratégico.
¿Manejan productos nacionales o importados?
Ambos. Distribuimos productos de fabricación nacional y otros de origen importado. No hacemos importación directa, porque eso lo gestionan las marcas, pero sí sufrimos los efectos de cualquier restricción o demora. En los últimos dos años, eso mejoró mucho. Hay más fluidez y previsibilidad, lo que nos permitió planificar mejor.
¿Cuáles son los principales desafíos de la logística B2C?
El principal es la velocidad del crecimiento del e-commerce. Se estima que para 2030 los envíos en países como el nuestro podrían ser entre 10% y 11% más lentos, simplemente porque la infraestructura no crece al mismo ritmo.
Más ventas implican más tránsito, más camionetas, más motos y más congestión. Por eso, están surgiendo nuevas estrategias como los puntos de retiro, donde el consumidor puede pasar a buscar su pedido por un kiosco, almacén o punto logístico cercano.
En otros países, esta modalidad representa entre el 35% y el 40% de las entregas de e-commerce. En Argentina todavía estamos en un 10% o 15%. Es un cambio cultural: todavía queremos recibir todo en casa, pero eso tiene sus límites. Con los puntos de retiro, se ahorra hasta un 30% en costos de envío y se aliviana la congestión urbana.

¿Qué opinás sobre el concepto de “envío gratis”? ¿Es real o es un recurso de marketing?
Es totalmente real. Está medido. Hoy los consumidores, antes de mirar el precio, filtran por tiempo de entrega y envío gratis. Eso cambió la lógica del consumo.
Las grandes plataformas lo entendieron muy bien: no solo venden productos, venden un servicio logístico. Invierten millones en centros de distribución y tecnología para cumplir esa promesa. Ese es el diferencial. Si logramos entregar rápido, bien y sin complicaciones, estamos agregando verdadero valor.
¿Qué cambios creés que necesita la logística para mejorar?
Primero hay que entender algo: la tecnología es la frutilla del postre, pero antes hay que comerse la sopa. Es decir, hay que ordenar los procesos. Si no tenés procesos claros, no hay tecnología que te salve.
Después viene el paso siguiente: la gente. No alcanza con incorporar herramientas digitales, necesitás equipos formados para usarlas. En logística, el conocimiento es clave. Hay que invertir en los líderes que puedan gestionar tecnología y en la formación de los equipos.
El año pasado hicimos una inversión fuerte en automatización de picking, pero también impulsamos mejoras hechas por nuestros propios colaboradores usando inteligencia artificial. Crearon una app interna para controlar pedidos con registro fotográfico y lectura de código de barras. Eso nos permite tener trazabilidad inmediata ante cualquier reclamo.
¿Y en cuanto al enfoque humano?
Es igual de importante. La logística tiene muchos KPI, pero el más importante es uno: la satisfacción del cliente. De nada sirve entregar rápido si entregás mal o caro. Hay que entender cómo se siente el cliente y cómo resolver cada problema desde esa perspectiva. Si el cliente queda satisfecho, todo lo demás se acomoda.
Por eso, además de conocimiento técnico, hay que invertir en habilidades blandas, en empatía y comunicación.
¿Qué reflexión te gustaría dejar sobre la logística?
La logística dejó de ser un área operativa para transformarse en un área de valor agregado constante. Es el factor diferencial. Es lo que genera la percepción positiva que hace que el cliente vuelva a elegirte.
Podés tener el mejor producto, pero si lo entregás mal, se pierde todo el esfuerzo. En cambio, cuando la experiencia es buena, se genera un círculo virtuoso: el cliente confía, recomienda y vuelve. Ese es el verdadero poder de la logística.
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