
“El conocimiento genera seguridad, la seguridad genera confianza y la confianza genera disfrute”, sostiene Luly, convencida de que conducir puede ser una herramienta de empoderamiento femenino. En esta entrevista, comparte su experiencia en la promoción del manejo consciente y el rol clave de las mujeres en la movilidad y la logística.
¿Por qué decidiste dedicarte a la concientización del rol de la mujer en la movilidad?
Lo que yo buscaba era lograr más autonomía en las mujeres que manejaban, pero a medida que el proyecto creció, muchas se me acercaban y me decían: “Luly, divino todo lo que hacés, pero yo no manejo, mis amigas no manejan”. Entonces empezamos a investigar los porcentajes de licencias de conducir —autos, motos y licencias profesionales— y hace 16 años el número era muy bajo: solo el 24%. Después descubrimos que muchas mujeres tenían licencia, pero no manejaban.
Ahí entendí que una de las razones principales era el miedo a manejar. Como yo también me consideraba una “miedosa en recuperación”, decidí tomarlo como un propósito personal. Estudié programación neurolingüística, que te ayuda a reprogramar las creencias, y empecé a aplicar esas herramientas en mi vida. Fui soltando el miedo y noté que al volante podía conectar con muchas emociones: ansiedad, enojo, disfrute. Entonces pensé que ese era un gran lugar para trabajar la conciencia al volante.
Si somos más conscientes, podemos lograr ciudades y rutas más amables. Hoy enseño prácticas simples para tener más paz mental al conducir, y esa paz después se traslada a tu casa, a tu trabajo, a todo lo que hacés.
¿Qué aportan las mujeres cuando manejan?
Las mujeres aportan más empatía y amor. Los varones lo ven y se contagian. Creo que lo ideal es tener calles más parejas, como en los equipos de trabajo, donde la diversidad mejora los resultados.
Las mujeres solemos tener un rol de cuidado, de protección y seguridad. Por eso muchas, al elegir un auto, se fijan más en los elementos de protección, mientras que los varones se enfocan en otros aspectos. Y eso está bien: cada mirada complementa a la otra.
¿Qué posibilidades ves para las mujeres en la logística?
Hoy hay muchísimas empresas de logística que necesitan conductoras mujeres, y no solo para la última milla, como se suele pensar, sino también para viajes largos. Las mujeres aportan un trato diferente al volante, más cuidado con el vehículo y atención a los detalles, lo que genera una experiencia al servicio muy valiosa.
Las empresas que incorporaron mujeres en sus equipos lo notan enseguida: hay menos siniestros, mejor clima laboral y más compromiso con la seguridad vial. Y esto no es una competencia entre géneros; no lo hacemos mejor ni peor, sino distinto. Cuando hay un mix de varones y mujeres, se contagian las mejores prácticas. Por eso, todas las empresas que contrataron mujeres quieren sumar más. Pero para eso, necesitamos que más mujeres manejen y saquen sus licencias. Ese es el primer paso para tener más mujeres en logística.
¿Siguen existiendo diferencias marcadas entre hombres y mujeres en el mundo de la movilidad?
Sí, aunque se avanzó. Cuando empezamos, el 24% de las licencias de conducir eran de mujeres. Hoy es el 32%. Pero en licencias profesionales, el número sigue siendo bajo: apenas el 2%.
Hay muchas empresas que buscan mujeres para conducir camiones o vehículos de transporte, pero necesitamos primero que más mujeres obtengan licencias comunes. Además, hay que acompañarlas: muchas no tienen quien les enseñe o los recursos económicos para hacerlo. Por eso impulsamos programas sociales que les permiten aprender a conducir, conocer mecánica, meditación y manejo emocional.
Todavía las calles siguen siendo, en cierto punto, más masculinas. El desafío es lograr igual cantidad de mujeres y varones al volante, como ocurre entre peatones.
¿Qué repercusiones fuiste recibiendo de quienes participaron en tus programas?
Escuché historias hermosas. Muchas mujeres no solo lograron sacar la licencia o disfrutar de manejar, sino también crecer en sus trabajos.
Por ejemplo, en una cooperativa con la que trabajamos, algunas mujeres que estaban en el call center pasaron a ser supervisoras. Aprendieron a conducir, a hacer mantenimiento básico del auto, a contar hasta tres antes de reaccionar, a frenar aunque les toquen bocina, porque saben que están cumpliendo una ley.
Ese cambio interno se nota: manejan más tranquilas y contagian esa calma. Corrigen hábitos en otros: dicen “no agarres el celular al volante, pueden ser tres segundos que cambian una vida”. Ese es el tipo de conciencia que transforma el tránsito y la convivencia.

¿Qué se puede hacer para mejorar la presencia femenina en la conducción?
Hay que seguir trabajando desde las empresas y desde la infraestructura. Por ejemplo, las mujeres camioneras muchas veces no tienen paradas seguras en ruta, y eso hay que cambiarlo.
También es importante que las empresas inviten a más mujeres a sumarse y que la cultura interna acompañe. Si una organización incorpora mujeres pero no está preparada para esa inclusión, muchas terminan yéndose.
La clave es la equidad, que las condiciones sean iguales. Y me encanta cuando las capacitaciones son mixtas, porque las distintas miradas enriquecen el aprendizaje y hacen que todos crezcan.
¿Seguís con los mismos objetivos? ¿Cuáles son tus próximas metas?
Sí, sigo con el mismo propósito: potenciar la autonomía femenina al volante. Una frase que repito siempre es que el conocimiento genera seguridad, la seguridad genera confianza y la confianza genera disfrute.
También quiero seguir impulsando la capacitación en manejo consciente y seguro, derribando mitos como “mujer al volante, peligro constante”. Las mujeres capacitadas conducen igual o mejor que cualquier persona; lo importante es que se animen, aprendan y confíen en sí mismas.
Muchas veces decimos “por qué los otros no hacen algo”, pero creo que cada una y cada uno puede transformar su parte del mundo. Yo no puedo cambiar a todas las personas que no cumplen las leyes de tránsito, pero sí puedo cambiar mi actitud y enseñar desde el ejemplo. Siento que desde nuestro lugar estamos haciendo el mundo de la movilidad más amoroso y consciente, y eso beneficia a todas las personas, no solo a las mujeres.
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