
“Hoy me siento un nexo dentro de un gran rompecabezas”, confiesa Ana Laura. Su rol combina compras globales, coordinación logística y gestión de proveedores para que los buques no se detengan. En la entrevista repasa aprendizajes, desafíos y su mirada sobre el futuro energético del país.
A grandes rasgos, ¿qué implica tu posición?
Hoy me encargo de todas las compras: materiales, pinturas, químicos, lubricantes, piezas, repuestos e incluso provisiones de los buques tanqueros. A eso se suma la gestión logística de esos materiales desde el punto de compra hasta el lugar en que se encuentra el buque.
Mi desafío es que los repuestos que adquiero en distintos proveedores del mundo lleguen a almacenes en puntos estratégicos, consolidar la carga y organizar el flete internacional, ya sea aéreo o marítimo, para que todo llegue al buque en el momento preciso.
¿Qué complejidades aparecen en ese trabajo?
La complejidad y la magnitud de la operación son muy altas. Muchas de las piezas que compro son críticas para los buques y tienen que llegar en tiempo y forma. Si no lo hacen, puede verse afectada la continuidad de la operación y la seguridad de las personas.
Si un buque zarpa sin la pieza necesaria, el riesgo es enorme porque suelen estar en tránsito entre Asia y América durante unos 50 días. La otra opción es que quede demorado en puerto hasta que llegue el repuesto. La presión diaria es fuerte. Estoy en el medio de proveedores, transportistas y clientes internos, y hay que responder rápido.
En una industria tan regulada, ¿qué desafíos encontrás?
Primero, que todo llegue a tiempo, en el lugar y momento correctos. Eso es fundamental. Después, la interacción con distintas culturas: proveedores, transportistas y agentes portuarios de todo el mundo, cada uno con su manera de trabajar y de lidiar con la presión. La barrera idiomática también juega su papel.
Y a eso se suma la incertidumbre regulatoria. Me pasa que organizo un envío y de repente aparece una norma que cambia las reglas de juego. Me pasó mucho en Argentina, trabajando con aduanas, donde cada día puede surgir un requisito nuevo. Lo importante es estar actualizado, hablar con las personas correctas y actuar rápido. En este rubro hay que hacer “borrón y cuenta nueva”: si algo salió mal, mirar para adelante, resolverlo y tomarlo como aprendizaje.
¿Qué aprendizajes te dejó gestionar con tantas culturas, idiomas y horarios diferentes?
El mayor aprendizaje es la empatía. Trabajo con personas de más de diez nacionalidades. Cada una tiene su forma de afrontar la presión, su idioma, su cultura y su manera de comunicarse. Entender eso facilita mucho la operación. Saber que detrás de todo hay personas hace que la comunicación sea más fluida y que la cadena funcione mejor.
¿Qué fue lo que más te atrapó del comercio exterior?
Me apasionó el intercambio con distintas culturas y proveedores en todo el mundo. En algún momento me imaginaba trabajando en exportación, llevando productos argentinos a otros países, y eso me entusiasmaba mucho.
Después descubrí la logística y me atrapó aún más. Hoy me siento un nexo dentro de un gran rompecabezas: conecto proveedores, agentes portuarios, transportistas y todas las partes involucradas para que la operación se concrete. Ese rol de conexión es lo que más disfruto.

¿Qué reflexión te gustaría compartir sobre el sector?
Esta industria es extremadamente dinámica: todos los días algo cambia. A veces genera frustración, pero también muchos aprendizajes. La flexibilidad es clave. Es un rubro hermoso y ojalá más personas se animen a formar parte, porque el comercio exterior es una puerta que abre oportunidades y nos conecta con el mundo.
¿Cómo ves hoy el potencial energético de Argentina?
Creo que la industria energética es nuestro mayor potencial. Es un disparador hacia inversiones de todo tipo: capitales, infraestructura, proyectos. El comercio exterior está involucrado de lleno en esto. El petróleo que se produce puede abastecer al mercado interno y a muchos otros, y eso puede posicionar a Argentina como un jugador importante en la industria. Quizás no como potencia de inmediato, pero sí con un rol clave en los próximos años.
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