
“La logística es el hilo invisible que une diseño, producción y consumo; sin él, la moda no podría existir como la conocemos”, reflexiona Daniela al poner en valor el trabajo oculto detrás de cada prenda. En esta entrevista, aborda la interdependencia entre moda y comercio exterior, la logística como engranaje clave y las regulaciones que condicionan su desarrollo.
¿Cómo impacta el comercio exterior en la industria de la moda?
La moda es una industria absolutamente globalizada. Hoy en día ninguna empresa se limita a trabajar en un solo mercado o país. Normalmente las grandes compañías de moda diseñan en un país, producen en otro, se abastecen con materias primas de distintos continentes y venden en todo el mundo.
Entonces, el comercio exterior se transforma en el sistema circulatorio que impulsa el movimiento de mercadería, de materia prima y de producto terminado hacia todos los mercados.
Por este motivo, cualquier demora —el roleo de buque, un problema documental en aduana o hasta un conflicto geopolítico— impacta directamente en el costo, en el tiempo y en la disponibilidad de producto.
En moda, el “time to market”, es decir, el tiempo que tarda en llegar el producto al mercado, es crítico porque se trabaja con tendencias y temporadas. La logística internacional se vuelve entonces tan estratégica como el diseño mismo: si el producto no llega en el momento justo, el costo en ventas puede ser enorme.
Recién mencionabas el tema del cuero. ¿Cómo se da esa cadena de abastecimiento localmente?
El cuero es una materia prima viva, y su calidad depende de muchos factores: la región, el clima, la alimentación del animal, etc. No vas a encontrar dos cueros iguales, cada lote es distinto. Y a diferencia de otros materiales, no se produce masivamente en cualquier lugar; proviene de regiones específicas con tradición ganadera.
En términos logísticos, es un material delicado y requiere condiciones muy cuidadas para conservar su calidad. Actualmente en Argentina hay pocas curtiembres, y no todas producen el tipo de cuero requerido para marroquinería o moda. La mayoría están enfocadas en cuero para autos o calzado.
Teniendo en cuenta que Argentina es un país ganadero, ¿creés que ahí hay una oportunidad de mercado?
Sí, pero deberían cambiar algunas normativas. Desde los años 70 hubo una prohibición de exportar animales vivos, lo que favoreció el desarrollo de curtiembres en Argentina. A principios de los 2000 esa prohibición se levantó, se empezó a exportar ganado en pie y muchas curtiembres fueron perdieron competitividad y fueron despareciendo. Por eso hoy son pocas. Si se ajustaran esas normativas, creo que habría oportunidad de negocio.
¿Cómo ves el mercado argentino de la moda como exportador o abastecedor regional?
Latinoamérica es una gran oportunidad para las empresas argentinas, por afinidad cultural y cercanía geográfica. Estar cerca reduce los riesgos logísticos y nos permite responder rápido a la demanda, algo que nos da ventaja frente a proveedores de Europa o Asia, que trabajan con costos logísticos más altos y tiempos mucho más largos.
Yo creo que cualquier producto argentino es candidato a ser exportable. En especial porque en países vecinos como Chile, Uruguay y Paraguay, la moda argentina es percibida como sofisticada y de buena calidad. Claro que es importante trabajar en una buena propuesta de valor: conocer al consumidor, adaptar el producto a cada mercado y respetar la legislación local. Desembarcar en un nuevo mercado es un proyecto ambicioso. Siempre hay una curva de aprendizaje, pero sin dudas el potencial es enorme en la región.

¿Cuál es tu mirada sobre el impacto de la apertura de importaciones de prendas y productos textiles en el mercado local?
Por un lado, la apertura de importaciones representa un desafío para la industria local, que debe enfrentar mayor competencia y necesita innovar para readaptarse.
Pero, al mismo tiempo, genera oportunidades relevantes: los productores pueden acceder a materias primas y tecnologías que no siempre están disponibles en el país, y los consumidores se benefician con más variedad y mejores precios.
En la medida en que se siga avanzando en la reducción de la presión impositiva sobre la industria nacional, creo que en el mediano plazo esta apertura puede contribuir a ordenar el mercado y potenciar la competitividad.
En cuanto al transporte, ¿qué medios se utilizan para operaciones internacionales?
El marítimo es el más económico, pero también el más lento y el que más riesgos de demoras presenta hoy en día. El aéreo es lo más rápido y simple, pero también lo más caro. El terrestre se aplica a países limítrofes y es económico y relativamente rápido.
Por ejemplo, la mercadería de Asia llega principalmente por barco, salvo urgencias que requieren avión. En cambio, las exportaciones a países vecinos suelen ir por avión o terrestre, dependiendo del caso.
¿Y a nivel nacional cómo fluye la distribución?
Se mueve una gran cantidad de mercadería, especialmente con el crecimiento exponencial que el canal online experimento en los últimos años. El e-commerce multiplicó la demanda de envíos a diferentes puntos del país, y eso genera un gran volumen de operaciones logísticas.
Para cerrar, ¿qué te gustaría destacar?
Me parece muy valioso que se dé visibilidad al detrás de escena de la moda y la logística. Cada producto que llega al consumidor es el resultado del trabajo sincronizado de todas las áreas que integran la cadena de valor, que trabajan diariamente para maximizar la eficiencia operativa, mientras contribuyen a garantizar que diseño se transforme en experiencia de calidad para un consumidor cada vez más exigente.
Yo valoro mucho la voz de todos los miembros de nuestro equipo, porque son ellos los que viven el día a día y aportan una mirada clave. Después, uno combina esa experiencia con la propia y así el conocimiento sigue creciendo.
Al final, este sector no solo mueve productos, sino que conecta personas y posibilita que todo el sistema funcione.
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