
La infancia de Guillermo del Toro en Guadalajara dejó una huella indeleble en su obra, y uno de los escenarios más significativos de ese periodo es la casa donde creció, hoy convertida en el restaurante Gato Negro. Ubicada en la esquina de Pedro Moreno y Emeterio Robles Gil, esta vivienda de fachada color ladrillo y arquitectura tradicional se mantiene como un testimonio silencioso de los primeros años del cineasta, quien ha alcanzado reconocimiento internacional gracias a su particular visión del terror y lo fantástico.

El entorno de la niñez de del Toro no solo incluyó este inmueble, sino también lugares emblemáticos de la ciudad, como la Parroquia El Expiatorio Eucarístico, situada a pocas calles de distancia. Este templo, con su marcado estilo gótico, representó para el director su primer contacto con una estética que más tarde se convertiría en un sello distintivo de su filmografía, especialmente visible en su reciente versión de Frankenstein.
El propio Guillermo del Toro ha reconocido la influencia de su infancia en su creatividad, al afirmar: “Desde la infancia he sido fiel a los monstruos, me han salvado. Porque los monstruos, creo, son los santos patronos de nuestra dichosa imperfección. Y permiten y encarnan la posibilidad de fallar y vivir”. Esta declaración resume la relación íntima que el director mantiene con las criaturas fantásticas y los ambientes sombríos que pueblan sus películas.
La carrera de Guillermo del Toro

La carrera de del Toro despegó formalmente en la década de los noventa, cuando dirigió Cronos, un drama de vampiros protagonizado por Federico Luppi y Ron Perlman. El éxito de esta obra lo consolidó como un realizador con una propuesta original, abriéndole las puertas para dirigir su siguiente proyecto, El Espinazo del Diablo, estrenado en 2001. La recepción positiva de este filme de fantasmas marcó el inicio de su proyección internacional.
El reconocimiento mundial llegó con El Laberinto del Fauno, que lo posicionó como una figura central en el cine de terror y fantasía. No obstante, fue en 2018 cuando alcanzó uno de los puntos más altos de su trayectoria con La Forma del Agua, película que le valió el Óscar a Mejor Director y Mejor Película.
El regreso de Guillermo del Toro al universo de los monstruos con su interpretación de Frankenstein ha sido recibido con entusiasmo tanto por el público como por la crítica, lo que podría llevarlo nuevamente a la ceremonia de los Premios Oscar. La fidelidad del director a los temas y escenarios que marcaron su infancia en Guadalajara sigue siendo un elemento central en su obra, y la casa donde creció permanece como un símbolo tangible de ese origen creativo.


