
En el universo de los mitos que entrelazan el espectáculo mexicano con el ocultismo internacional, pocos relatos resultan tan intrigantes como el que une a Irma Serrano, conocida como La Tigresa, con Anton LaVey, el fundador de la Iglesia de Satán.
Una fotografía en la que ambos aparecen juntos ha circulado durante años, alimentando rumores y especulaciones sobre la naturaleza de su vínculo. El misterio persiste, y la leyenda se expande cada vez que la imagen resurge en redes sociales, especialmente tras la muerte de Serrano el 1 de marzo de 2023.
¿Qué se sabe de esto?
El mito del encuentro entre Irma Serrano y Anton LaVey se sostiene principalmente en esa fotografía, que ha servido de combustible para las historias que rodean a ambos personajes.

La instantánea muestra a la cantante y actriz mexicana junto al ocultista estadounidense, cuya fama se consolidó en 1966 al fundar la Iglesia de Satán en San Francisco. La imagen, lejos de aclarar la naturaleza de su relación, ha dado pie a interpretaciones que oscilan entre la admiración y el escándalo, reforzando la figura de Serrano como una mujer que nunca temió desafiar los límites de la moral tradicional.
La fascinación de Irma Serrano por la magia negra y el ocultismo no era un secreto para quienes seguían su carrera. En distintas oportunidades, la artista confesó en entrevistas y programas de televisión que practicaba la magia negra, motivada, según sus propias palabras, por el deseo de “cobrar venganza” de quienes le habían causado daño.
La revista Quién recoge que Serrano atribuía su interés por lo esotérico a su nana, una curandera maya que la introdujo en los misterios del ocultismo desde la infancia.

Esta inclinación se reflejó también en su obra artística, como en la canción “Llamando al Diablo”, donde la letra —atribuida a Serrano— describe la invocación de demonios para obtener venganza amorosa: “Diablos, vengan en mi ayuda, que quiero vengarme, que quiero perderle. Pa’ que sepa el dolor de un amor humillado”.
¿Quién era Anton LaVey?
Mientras tanto, Anton LaVey construía su propio mito al otro lado de la frontera. De acuerdo con Revista GQ, LaVey nació en Chicago en 1930 y, tras desempeñar oficios tan dispares como organista en bares de striptease y colaborador de la policía, se transformó en el rostro más visible del satanismo pop.
Su habilidad para captar la atención mediática fue clave en la fundación de la Iglesia de Satán, cuya sede se ubicó en una casa completamente negra en San Francisco. LaVey supo rodearse de celebridades, como Jane Mansfield y Sammy Davis Jr., y asesoró a Hollywood en películas como “La semilla del diablo”.

Su doctrina, recogida en “La biblia satánica” publicada en 1969, defendía la gratificación personal y la ruptura con la hipocresía social.
“El Diablo es el mejor amigo que jamás hay tenido la Iglesia”, afirmaba LaVey, según Revista GQ, resumiendo su visión provocadora y mediática.
En última instancia, la supuesta conexión entre Irma Serrano y Anton LaVey parece pertenecer más al reino de los mitos que al de los hechos comprobados. La leyenda persiste, envuelta en el aura de misterio y provocación que ambos cultivaron, y quizá ese sea el verdadero hechizo que los une en la memoria colectiva.


