
La ONU promueve la igualdad de género y la inclusión laboral a través del derecho a un trabajo decente para todos, lo que implica eliminar la discriminación y garantizar igualdad de oportunidades en contratación, remuneración y desarrollo profesional.
En México, de acuerdo con el Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación (Conapred), entre 2012 y 2020 se registraron 2 mil 925 expedientes por presuntos actos de discriminación, de los cuales el 65 por ciento se relacionaron con el ámbito laboral. Las principales causas fueron embarazo (23%), género (14%) y discapacidad (12%).
Políticas empresariales: hacia ambientes positivos y equitativos
Ante este panorama, es fundamental que los centros laborales implementen políticas que fomenten una cultura de diversidad, equidad e inclusión, como lo señala la maestra en Estudios de Género, Abril Torres, en su libro Ambientes Positivos, elaborado junto a Rosalinda Ballesteros, Humberto Charles-Leija y Carlos Castro.
Torres explicó que el modelo social de inclusión surge a partir de la Convención sobre los Derechos Humanos de las Personas con Discapacidad de la ONU (2008), donde se establece que las personas con discapacidad son sujetos de derechos, y se debe respetar su autonomía y dignidad humana.
Este modelo se aplica también a todos aquellos grupos históricamente excluidos de espacios laborales por raza, género, orientación sexual, religión, nivel socioeconómico o capacidades distintas.

Capacitación y acompañamiento: claves para una inclusión efectiva
Aunque algunas empresas ya promueven programas de diversidad, equidad e inclusión, la maestra Torres advierte que “debe haber un proceso de acompañamiento desde la política institucional hasta la cultura de la organización”.
Recientemente, eventos como Wellbeing 360: Organizaciones con Propósito han mostrado que la sabiduría, la empatía y el propósito son elementos esenciales para generar ambientes laborales positivos.

Expertos en liderazgo y bienestar coincidieron en que las organizaciones que integran el bienestar de sus colaboradores y la salud mental en sus prácticas logran no solo un mejor desempeño, sino también un entorno inclusivo y significativo para todos.
“Yo puedo tener una política muy clara de atención a violencia de género, un protocolo de denuncia, un canal y un área que lo detone, pero si no lo acompaño con programas de capacitación, sensibilización y prevención, no valdrá la pena”, indicó Torres.
“Es importante que la inclusión esté realmente sustentada en la diversidad, la equidad y los derechos humanos, y que no quede solo en la superficie, sino que involucre a todos los niveles de la empresa”, concluyó la experta.