¿Cómo limpiar las joyas de oro para mantener su brillo sin dañarlas?

El mantenimiento adecuado de piezas doradas requiere técnicas suaves y productos no abrasivos

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El uso de productos inadecuados
El uso de productos inadecuados y el almacenamiento incorrecto pueden afectar la apariencia de accesorios valiosos. Foto: (iStock)

El desgaste cotidiano afecta la apariencia de las joyas de oro, que, pese a su resistencia, pueden perder su brillo original por la acumulación de residuos y el contacto con agentes externos. Aunque el oro es conocido por su durabilidad y su capacidad para resistir la corrosión, la exposición constante a la piel, cosméticos, polvo y humedad termina por opacar su superficie.

Este fenómeno se intensifica en piezas fabricadas con aleaciones, ya que la incorporación de metales como el cobre o la plata, utilizados para aumentar la resistencia, facilita reacciones con el ambiente que alteran la apariencia del oro.

La frecuencia con la que se debe limpiar una joya depende del uso que se le dé. Para quienes portan sus piezas a diario, se recomienda realizar una limpieza suave cada mes y una más profunda entre cada tres y seis meses. En el caso de las joyas reservadas para ocasiones especiales, basta con higienizarlas antes de guardarlas, lo que ayuda a preservar su estado y evitar la acumulación de suciedad.

Es recomendable guardar estas joyas
Es recomendable guardar estas joyas por separado para evitar que se dañen entre sí. Foto: (iStock)

Existen métodos seguros y eficaces para limpiar joyas de oro en el hogar, siempre que se utilicen productos y técnicas apropiadas. El procedimiento más sencillo consiste en sumergir las piezas en un recipiente con agua tibia y unas gotas de jabón líquido suave, como el destinado al lavado de manos o platos, siempre que no contenga químicos agresivos.

Tras dejar las joyas en remojo durante 15 a 20 minutos, se recomienda frotar suavemente las zonas con suciedad utilizando un cepillo de cerdas suaves, como los diseñados para bebés. El enjuague debe realizarse con agua limpia y el secado con un paño de microfibra o algodón, evitando toallas ásperas que puedan rayar el metal.

Para una limpieza más profunda, especialmente en piezas sin piedras, puede emplearse una pasta de bicarbonato de sodio y agua. Esta mezcla se aplica con un paño suave o con los dedos, frotando con delicadeza antes de enjuagar con agua tibia y secar completamente. Es fundamental no utilizar este método en joyas que incluyan piedras preciosas blandas o pegadas, como perlas, ópalos o esmeraldas, ya que podrían dañarse.

La correcta limpieza ayuda a
La correcta limpieza ayuda a preservar mejor la apariencia de las joyas. Foto: (iStock)

Ciertos productos y prácticas deben evitarse para no comprometer la integridad de las joyas. El uso de limpiadores abrasivos, pasta dental o productos con cloro puede deteriorar el oro. Tampoco se recomienda emplear cepillos metálicos o esponjas rugosas, ni exponer las piezas a perfumes, cremas o lacas para el cabello sin protección. Guardar varias joyas juntas incrementa el riesgo de que se rayen entre sí.

El almacenamiento adecuado también contribuye a la conservación del brillo y la belleza natural de las joyas. Se aconseja mantenerlas limpias en estuches suaves, separadas unas de otras, utilizando bolsitas de tela o joyeros con compartimentos individuales. Alejarlas de la humedad y de productos químicos prolonga su buen estado y valor a lo largo del tiempo.

Con estos cuidados sencillos y el uso de materiales caseros, es posible mantener las joyas de oro limpias y relucientes, evitando daños y asegurando que conserven su apariencia y significado durante muchos años.