
Esta noche La Casa de los Famosos México 3 baja el telón tras diez semanas de encierro, alianzas y tensiones.
Cinco nombres se disputan el premio de cuatro millones de pesos más un bono extra: Shiki, Abelito, Mar Contreras, Aldo de Nigris y Dalílah Polanco. Pero entre todos, el español ha logrado destacar no solo por su estrategia, sino por la honestidad con la que comparte sus planes y su vida personal.
En un momento previo a la gran final, Shiki habló con honestidad sobre lo que haría si el premio cae en sus manos. Con una sonrisa, lanzó una confesión que arrancó carcajadas y complicidad.
“A ver si ya mi novio de 9 años me dice, ‘¿Quieres ser mi esposo?’. Y claro que me lo dirá porque tendré 4 millones en mi bolsillo”. Después del guiño cómplice, el actor mostró un lado más serio y reflexivo: “Voy a pensar más en mi futuro. La vida pasa volando y uno necesita un techo, seguridad. Soy realista”.
Shiki y su pasión al teatro
Esa mezcla de humor y lucidez retrata con precisión al competidor que llegó a la final. Shiki, apasionado del teatro, ha invertido su propio dinero en producir puestas en escena reconocidas por el público y nominadas en los Premios Metro.
Con los recursos del reality, sueña con darles a sus actores el pago que merecen y reunir a su equipo creativo de confianza. “Montar una gran obra con ellos sería un sueño posible con ese dinero”, expresó.
Más allá del premio, su personalidad también ha sido tema de conversación. Antes de entrar a la casa, Shiki se definía como “una persona muy natural” que no mide a otros por fama o dinero. “Odio las injusticias, odio las clases sociales.
Soy muy de la calle”, explicó. Esa autenticidad, lejos del artificio que suele dominar en la industria del entretenimiento, ha sido su sello distintivo.

Así es realmente Shiki
En cuanto a su carácter dentro y fuera del reality, se describió como alguien sensible y dispuesto a escuchar. “Lloro contigo y si tienes un problema te lo intento solucionar, pero no compro problemas. Eso no va conmigo”.
Con cierta autocrítica, confesó que su lado emocional lo vuelve vulnerable: “A mí me puedes manipular perfectamente con una lágrima, que caigo, que caigo. Pero espero no ser así y menos ser de las que manipulan. Eso sí que no me gustaría”.
Ese retrato íntimo —entre bromas sobre una propuesta de matrimonio y planes de futuro— revela a un finalista distinto: uno que se reconoce humano, que quiere asegurar su estabilidad y que sueña con seguir creando arte sin precariedad. Esta noche, México sabrá si ese relato se transforma en realidad.
