
Las mujeres y hombres que residen en el hogar de sus patrones como personas trabajadoras del hogar tienen una posición única dentro de la Ley Federal del Trabajo de México, acompañada de derechos y obligaciones muy específicos.
Según la Ley Federal del Trabajo (LFT), estos elementos buscan evitar toda forma de abuso o discriminación, al tiempo que aseguran condiciones dignas y justas para este sector históricamente vulnerado.
Las personas trabajadoras del hogar residentes, consideradas así por realizar actividades como limpieza, asistencia, cuidados y demás tareas domésticas remuneradas dentro de la vivienda de su empleador, cuentan con derechos laborales distintos y reforzados, tal como lo dicta el artículo 331 de la LFT.

Una de sus garantías centrales es el disfrute de un descanso nocturno ininterrumpido de nueve horas, acompañado de tres horas de pausa entre las jornadas matutina y vespertina. La normativa establece que “los periodos durante los cuales las personas trabajadoras del hogar no disponen libremente de su tiempo y permanecen a disposición del hogar para responder a posibles requerimientos de su trabajo... deberán considerarse como horas extras” (artículo 333).
Los empleadores, de acuerdo con el artículo 334, están obligados a proporcionar no solo el salario pactado, sino también alimentos y vivienda. Estos elementos físicos no pueden entenderse como un favor, sino como parte integral de la retribución, valuados legalmente en el 50% del salario que se paga en efectivo.
Además, alimentos y vivienda deben cumplir con estándares dignos: ser “higiénicos y nutritivos, además de ser de la misma calidad y cantidad de los destinados al consumo de la persona empleadora” (artículo 331 Ter).

El artículo 337 destaca porque menciona que los empleadores deben guardar consideración y respeto, absteniéndose de todo maltrato de palabra u obra. Por su parte, tanto la discriminación como cualquier trato que vulnere la dignidad están prohibidos en cualquier etapa de la relación laboral, incluidas la selección y el desempeño cotidiano.
Todas las condiciones laborales de las personas trabajadoras del hogar deben constar en un contrato por escrito, que incluya el nombre de ambas partes, tipo de trabajo, salario, horas laborales, días de descanso, vacaciones, así como las condiciones respecto a los alimentos y el alojamiento (artículo 331 Ter). En el caso de que se exija el uso de uniforme o ropa especial de trabajo, el costo deberá ser cubierto por el empleador.
A lo anterior se añade el derecho a vacaciones, prima vacacional, aguinaldo, pago de días de descanso y los días establecidos como obligatorios en la ley, condiciones que equiparan su situación a la de otros trabajadores formales (artículos 334 Bis y 336). Aunque el descanso mínimo semanal es de un día y medio ininterrumpido, preferentemente en sábado y domingo, la ley permite cierta flexibilidad previa negociación, pero debe de haber por lo menos 24 horas seguidas a la semana de asueto.