
El terremoto del 19 de septiembre de 1985 en la Ciudad de México marcó un antes y un después en la historia contemporánea del país.
Este sismo, con magnitud de 8.1, sacudió el centro y el occidente de México, causando la muerte de miles de personas y el colapso de numerosos edificios, incluidos hospitales, escuelas y viviendas. La tragedia evidenció fragilidades profundas en las infraestructuras, las políticas públicas y los mecanismos de respuesta ante emergencias.

Ante la magnitud del desastre, la sociedad civil tomó un papel protagónico en las labores de rescate y reconstrucción, organizándose de forma autónoma y solidaria. Brigadas ciudadanas removieron escombros con sus propias manos, rescataron a sobrevivientes y coordinaron el apoyo logístico, lo que derivó en un fortalecimiento del tejido social y el surgimiento de múltiples organizaciones civiles.
El terremoto también impulsó reformas urbanas y normas de construcción más estrictas orientadas a mitigar futuros riesgos. La memoria del 85 permanece vigente como recordatorio del poder de la naturaleza, la vulnerabilidad humana y la capacidad de la sociedad mexicana para unirse ante la adversidad.
Cuántos millones de dólares se perdieron por el terremoto del 19 de septiembre de 1985 en la CDMX

El sismo del 19 de septiembre de 1985 en la Ciudad de México provocó daños materiales equivalentes a 4 mil 100 millones de dólares, según La Gaceta, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Este impacto económico reflejó la magnitud de la catástrofe, pues el terremoto causó la destrucción total de aproximadamente 30 mil viviendas y daños severos en más de 60 mil inmuebles adicionales. A las pérdidas materiales se sumaron más de 30 mil personas heridas y 150 mil personas desplazadas, lo que incrementó el costo social y humano del desastre.
La infraestructura urbana sufrió colapsos en hospitales, escuelas, edificios gubernamentales y zonas residenciales, obligando a reconstruir amplias áreas de la capital. El cálculo de las afectaciones incluyó el costo de levantamiento de escombros, rehabilitación de servicios básicos, ayuda a los damnificados y reparación de vialidades. La economía de la ciudad resintió la paralización de actividades productivas durante días, lo que agravó el impacto financiero.
El monto perdido impulsó la revisión y mejora de normas de seguridad estructural, así como la creación de fondos de emergencia para futuros desastres. El terremoto de 1985 redefinió la atención a situaciones de riesgo en México y evidenció la importancia de contar con mecanismos de prevención y respuesta ante eventos de gran magnitud.


