
Un solo cuerpo, dos almas y una vida llena de retos superados. Así podría resumirse la historia de Carmen y Lupita Andrade, gemelas siamesas mexicanas que, a lo largo de sus 24 años, han demostrado que no existen barreras imposibles de romper cuando hay amor propio, resiliencia y unión.
En 2002, sus padres decidieron emigrar a Estados Unidos, buscando una posible cirugía de separación. Sin embargo, los médicos advirtieron que el procedimiento era inviable, pues el riesgo de que una o ambas murieran era altísimo. Así, las hermanas asumieron su condición con valentía y se convirtieron en un ejemplo de superación.

Carmen y Lupita nacieron en México y desde su nacimiento fueron diagnosticadas como "gemelas parápagos", condición en la que están unidas por la pelvis y parte del abdomen. Comparten hígado, sistema reproductor y el torrente sanguíneo, pero poseen corazones y estómagos separados.
Además, cada una controla una pierna, lo que supuso uno de los mayores retos en su infancia: aprender a caminar en coordinación.
Aunque comparten cuerpo, las hermanas tienen personalidades muy distintas. Carmen, más extrovertida, dejó de lado su sueño de ser veterinaria para enfocarse en su faceta como creadora de contenido, donde comparte su día a día, incluyendo su vida en pareja junto a su esposo Daniel.

Por su parte, Lupita, más reservada, no siguió una carrera académica, pero sueña con convertirse en escritora de comedia, pues, según Carmen, “ella es muy graciosa, aunque casi siempre hablo yo”.
Bullying y menosprecio
Aunque hoy disfrutan de una vida tranquila en Connecticut, Carmen recuerda que durante su infancia fueron víctimas de bullying y discriminación. “Los niños nos infantilizaban y hablaban como si fuéramos bebés. Recibimos muchos comentarios desagradables”, confesó en una entrevista para el medio Today.
A lo largo de los años, tuvieron que aprender a poner límites ante preguntas invasivas sobre su vida privada. “Mucha gente no está acostumbrada a que las personas con discapacidad pongan límites”, explicó. Sin embargo, cada obstáculo que enfrentaron fortaleció su carácter y las llevó a reafirmar que, antes que siamesas, son personas con sueños, metas y sentimientos propios.

Conexión más allá de lo físico
Más allá de compartir órganos, Carmen y Lupita aseguran que su vínculo emocional es único. Incluso recuerdan un episodio de la infancia donde ambas soñaron que caían de un avión y, al despertar, cayeron juntas de la cama, como si su conexión fuera también espiritual.
“Todavía estamos cerca de las mismas personas con las que crecimos. Lupita tiene muy buena intuición sobre las personas, así que si a ella le gustan, me gustan a mí [...] Cuando teníamos casi 6 años, tuvimos una pesadilla en la que nos íbamos a caer de un avión y luego, literalmente, nos caímos de la cama. Eso solo sucedió una vez, pero podemos sentir las emociones de la otra. Eso pasa todo el tiempo”, señalaron.

Hoy, las mexicanas son referentes en redes sociales, donde rompen estigmas y educan a miles de personas sobre su condición. Recientemente, Carmen dio de que hablar al compartir que se había casado con su novio Daniel, con quien llevaba una relación de 5 años.