
Las semillas de sésamo, también conocidas como ajonjolí, han sido utilizadas durante siglos en la medicina tradicional por sus notables propiedades curativas.
Este pequeño grano de sabor suave y textura crujiente no solo es un ingrediente habitual en la cocina, sino que también representa una fuente concentrada de nutrientes esenciales que pueden contribuir significativamente al bienestar general.
Sus beneficios
De acuerdo con expertos en nutrición, el sésamo destaca por su alto contenido en grasas saludables, especialmente ácidos grasos poliinsaturados y monoinsaturados, que ayudan a reducir los niveles de colesterol “malo” (LDL) y a mejorar la salud cardiovascular. Además, su concentración en antioxidantes, como la sesamina y la sesamolina, ayuda a combatir el estrés oxidativo celular, lo que puede disminuir el riesgo de enfermedades degenerativas y fortalecer el sistema inmunológico.
Otro de los beneficios más valorados es su aporte de calcio, una cucharada de contiene aproximadamente 88 mg de este mineral, lo que las convierte en una opción eficaz para apoyar la salud ósea, especialmente en personas con intolerancia a la lactosa o dietas veganas. Asimismo, su contenido en magnesio, zinc y fósforo también contribuye a fortalecer huesos, músculos y sistema nervioso.
En el ámbito digestivo, ofrecen un efecto regulador gracias a su fibra dietética. Esta ayuda a prevenir el estreñimiento y mejora el tránsito intestinal, al mismo tiempo que contribuye al control de la glucosa en sangre. Para las personas con diabetes tipo 2, puede ser un aliado en la regulación de los niveles de azúcar, siempre que se integre en una dieta equilibrada.

También se ha documentado su capacidad para mejorar la salud de la piel y el cabello. Gracias a su contenido en vitamina E y ácidos grasos esenciales, su consumo regular puede favorecer la regeneración celular y mantener la piel hidratada y elástica, mientras fortalece el folículo capilar.
¿Cada cuándo?
Respecto a la frecuencia de consumo, los especialistas coinciden en que una dosis recomendada de una a dos cucharadas diarias es suficiente para obtener sus beneficios, sin exceder las necesidades energéticas. Se pueden ingerir crudas, tostadas o molidas, y se integran fácilmente en ensaladas, salsas, panes, batidos, postres, como parte de aderezos e incluso aguas frescas.
No obstante, se debe tener precaución en personas alérgicas, ya que el sésamo figura entre los alérgenos alimentarios más comunes. Además, por su densidad calórica, su consumo debe ser moderado en personas con sobrepeso o en planes de restricción calórica.
En resumen, incorporarlas a la dieta diaria puede ofrecer una serie de beneficios para la salud cardiovascular, ósea, digestiva y dermatológica. Su riqueza nutricional las convierte en un complemento natural valioso dentro de un estilo de vida saludable.
