
Duncan, un conejo color chocolate de orejas caídas, no era lo que se consideraría un animal amigable. Comprado en una tienda de mascotas, el lagomorfo terminó siendo entregado a un refugio luego de mostrar comportamientos agresivos, particularmente, mordeduras constantes a sus cuidadores.
“Arremetía contra cualquiera que se acercara demasiado”, detalló The Dodo For Animal People, una plataforma con enfoque emocional hacia el cuidado y la defensa de los animales. Debido a ello, la situación se volvió tan complicada que el refugio decidió enviarlo a Friends of Rabbits, una organización ubicada en el estado de Maryland que acoge conejos domésticos sin otro lugar donde ir.
Allí, Sarah Healy, miembro de la junta, fue quien lo recibió. A pesar de su ternura exterior, Duncan no era fácil de tratar, pero pronto descubrieron que el motivo de su comportamiento eran sus propias orejas.
Se sentían “como piedras duras... como huesos”, afirmó la mujer en The Dodo. Particularmente, le sorprendió identificar que, en lugar de ser suaves y flexibles, como deberían ser las orejas de un conejo sano, las de Duncan eran rígidas y pesadas.
Después de ello, el examen veterinario al que fue sometido reveló que ambas orejas estaban infectadas y completamente calcificadas, resultado de traumatismos repetidos. El especialista en salud animal comparó el caso con lo que ocurre en los boxeadores humanos cuando desarrollan la conocida “oreja de coliflor”.
“Cuando la sangre no fluye correctamente por los oídos, tanto el conducto auditivo externo como la oreja misma se endurecen”, explicó el experto. Así, comprendieron que el dolor constante y la sordera parcial generada por esta condición explicaban el comportamiento defensivo de Duncan.
“Estaba muy asustado y con mucho dolor”, explicó Healy. “Por eso mordía”.
Una nueva vida sin orejas

La mujer decidió acoger al animal en su hogar temporalmente para asegurarse de que recibiera el tratamiento y cuidado necesarios. “Tiene la personalidad más fuerte que cualquier otro conejo que haya conocido”, dijo a The Dodo. “Tomaba libros de mi estantería y los lanzaba al otro lado de la habitación. También se subía a las encimeras y tomaba cosas de ellas”.
Mientras tanto, sus infecciones de oído comenzaron a remitir con medicamentos, pero la solución definitiva requería cirugía. En Stahl Exotics, un centro especializado, se le realizó primero una resección lateral del conducto auditivo externo en ambas orejas, pero el tejido reseco volvió a crecer, provocando nuevos problemas. La solución necesaria fue amputarle ambas orejas.
La primera en ser removida fue la derecha, la más afectada por su condición. “Es todo un guerrero”, dijo Healy para el medio citado. “Es el conejo más duro que he conocido”. Sorprendentemente, el animal se recuperó rápidamente. “Normalmente tardan un poco en despertarse después de la cirugía... Cada vez que el veterinario me llamaba, me dedía: ‘Sí, está despierto y correteando’”.
Con la recuperación de la primera cirugía completada, Duncan fue sometido a la amputación de la oreja izquierda a principios del mes siguiente. Así, su calidad de vida mejoró notablemente. “Es como si ninguna de las dos hubiera existido. No tiene bultos ni puntos sensibles, solo una cabeza redonda y peluda”, detalló The Dodo.
Además, durante las intervenciones, los veterinarios descubrieron que el conejo es totalmente sordo. Según el diagnóstico, la presión y el daño en sus oídos destruyeron sus tímpanos, lo que explicaba aún más su comportamiento pasado, motivado por la falta de comunicación sensorial y el dolor.
El ‘tío Duncan’ disfruta una vida llena de amor

Con las orejas completamente sanadas y fuera de peligro, el pequeño mostró un lado que nadie había visto antes. De acuerdo con una publicación de Friends of Rabbits en su cuenta oficial de Facebook, desde que comenzó su recuperación, Duncan ha tratado de mostrar afecto a sus cuidadores. “Incluso lo vimos dar un chupete por primera vez desde que lo adoptamos”, detallaron en la red social.
Ahora, el conejo que antes era conocido por morder a todo aquel que se acercara, convive amorosamente con otras crías de la especie en el hogar de Healy. “Se interesó mucho en los conejitos”, comentó para The Dodo. “Los dejaba salir a jugar con él, se acurrucaban a su lado y… él simplemente se quedaba ahí tumbado, como despatarrado, viendo cómo correteaban”.
Por esa razón, el ejemplar de pelaje color chocolate recibió el peculiar apodo de “tío Duncan”.
A pesar de haber establecido un fuerte vínculo con él, Healy sabe que Duncan debe ser recibido amorosamente en un hogar definitivo para continuar su vida. “Se merece estar en un lugar donde sea el centro de atención todo el tiempo”, afirmó. “Porque eso es lo que realmente quiere”.
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