
El pasado 24 de julio, la vida de una perra callejera en condiciones alarmantes cambió para siempre cuando un rescatista anónimo llegó hasta las instalaciones del refugio Stray Rescue of St. Louis (SRSL) cargándola en brazos. El pelaje enmarañado y su evidente debilidad eran señales claras de abandono y sufrimiento animal. Con voz preocupada, el individuo preguntó si el recinto disponía de espacio para un residente más.
La organización respondió sin dudar: “¡Claro que sí! Vamos a curar a esta pequeña”, publicaron en su cuenta oficial de Facebook, junto a una fotografía que mostraba a la perrita, luego llamada Woolly, en un estado lamentable.
The Dodo For Animal People, una plataforma con enfoque emocional hacia el cuidado y la defensa de los animales que dio a conocer el caso, destacó que el personal de SRSL actuó con rapidez, brindándole asistencia médica a Woolly. Aunque desde el principio sabían que sería una transformación complicada debido al grave estado de su pelaje, la verdadera magnitud del problema quedó al descubierto tras una evaluación completa.
“¡Es una de las peores cosas que hemos visto!”, relataron desde el refugio en su página web. “Esta pobre cachorrita de 4.5 kilos está siendo comida viva e infestada de gusanos”, continuaron. Incluso, algunos miembros del equipo, acostumbrados a situaciones difíciles, tuvieron que salir de la habitación consternados por lo que veían, según relataron.
La perra no solo estaba sucia, su cuerpo era un terreno para larvas que se alimentaban de su tejido.
Una transformación dolorosa

El personal médico inició de inmediato la tarea de rasurar su enmarañado pelaje. “Se tomaron su tiempo afeitando cada nudo uno por uno, hasta que finalmente, Woolly quedó casi sin pelo”, describió The Dodo. Pero bajo esa densa capa se escondía una piel inflamada, con infecciones y heridas severas.
Según explicó el equipo, la canina sufría de quemaduras fecales y urinarias, además de pioderma (una infección bacteriana con pus) y miasis. Esta última, se presenta cuando parásitos se desarrollan dentro del tejido vivo o muerto del animal, lo que puede causar daño severo si no se trata a tiempo.
Afortunadamente, el SRSL diseñó un plan de tratamiento para devolverle la salud a su paciente de cuatro patas, administrándole medicamentos especiales bajo observación médica constante, y ese mismo día encontraron un hogar de acogida para que pudiera recuperarse en un entorno tranquilo, lejos del ruido y el estrés del refugio.
“Pronto recogerán a nuestra angelita. Queremos que esté tan cómoda como nunca. ¡Su primera noche sin gusanos!”, escribieron en Facebook.
A la mañana siguiente, la cánida despertó descansada por primera vez en mucho tiempo. “Está limpia, es libre y ha sido muy dulce y agradecida”, compartió el refugio.
Con el paso de las semanas, el animal no solo sanó físicamente, también comenzó a mostrar su verdadera personalidad. Su madre adoptiva temporal, Anne, de quien se desconoce el apellido, se encariñó profundamente con ella. “Nos sacamos la lotería cuando llevamos a Woolly a casa. Es una perrita de ensueño”, escribió en redes sociales.
¿Qué es la miasis y por qué fue tan grave el caso de Woolly?

Según la Universidad de Saskatchewan, se trata de una infestación de vertebrados vivos con larvas de moscas, que pueden invadir desde la piel hasta tejidos más profundos del cuerpo.
La especie adulta es atraída por heridas abiertas, piel infectada o contaminada con orina y heces. Ahí depositan sus huevos o incluso larvas directamente. Estos parásitos luego atraviesan distintas etapas de desarrollo, y en su fase más avanzada pueden causar lesiones graves, infecciones generalizadas, e incluso la muerte del animal, si no se interviene médicamente.
Existen dos tipos de moscas relacionadas con la miasis:
- Moscas obligadas, las cuales necesitan desarrollarse exclusivamente en huéspedes vivos, como las del género Wohlfahrtia.
- Moscas facultativas, que pueden desarrollarse tanto en huéspedes vivos o muertos, como en materia orgánica.
Los animales más vulnerables a esta condición son aquellos desatendidos, inmóviles o en estado de abandono, como era el caso de Woolly. Su sistema inmune debilitado, la falta de higiene y las heridas abiertas permitieron que la infestación se propagara de manera agresiva.
De acuerdo con la información difundida por The Dodo, poco más de dos meses después de ser encontrada, la protagonista de esta historia fue adoptada de manera definitiva. Hoy, su pelaje está limpio y saludable, su energía ha regresado y su carácter juguetón llena de alegría a su nueva familia.
“Woolly llegó al refugio, irreconocible como un schnauzer”, escribió el SRSL en una última publicación. “Es una de esas perritas que hacen que la gente diga: ‘No puedo creer que sea la misma’. ¡Por eso es tan importante acoger perros de refugio! Woolly está viviendo la vida de sus sueños”.
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