
Mientras gran parte de la ciudad aún duerme, un peculiar dúo comienza su jornada antes del amanecer. Se trata de José Antonio y su perro Lucky, conocidos por muchos como “el cafetero y su perro panadero”, quienes cada día recorren largas distancias en un triciclo para ofrecer pan, café, tortas y chocolate caliente en diversos puntos de la capital mexicana.
José Antonio es originario de Veracruz, sin embargo, en entrevista para la sección de mascotas de Infobae, comparte que actualmente divide su tiempo entre su tierra natal, ubicada en la costa del Golfo, y la Ciudad de México, donde cada mañana cumple con esta labor.
Desde hace cinco años, su fiel compañero de cuatro patas lo acompaña en esta rutina diaria. Se trata de Lucky, un perro criollo de color beige que se ha convertido en una figura reconocida por quienes lo ven pasar a bordo de un triciclo acondicionado con un tapetito especial, colocado por su dueño para protegerle las patas del calor del asfalto durante las horas más calurosas del día.
Un dúo inseparable
Aunque José Antonio no reveló públicamente la colonia exacta donde vive, menciona que reside en la periferia de la ciudad. Todos los días, a las cinco de la mañana, él y Lucky parten hacia la avenida Insurgentes, uno de los corredores más transitados de la CDMX. Su objetivo es llegar antes de la hora pico, cuando miles de personas salen rumbo a sus trabajos y buscan algo caliente para empezar el día.
Además del café y el pan dulce, también venden tortas y chocolate, productos que ofrecen con una sonrisa, pero también con el inconfundible atractivo de Lucky, quien se ha convertido en la imagen viva que, en palabras de su cuidador “promociona” el negocio. “La gente pregunta: ‘¿No han visto al Lucky, al cafetero Lucky?’ Ah, pues soy yo. Ya saben que soy yo”, dice José Antonio con una sonrisa en el rostro.
Aunque en ocasiones algunas personas han llegado a creer que Lucky puede ser agresivo, su dueño aclara que es todo lo contrario. “Es un perro muy bien educado”, afirma, pues en realidad es amigable y nunca ha tenido ningún problema con alguien.
Lucky, “el perro panadero”, es más que una mascota o un compañero de ruta, es parte fundamental de una rutina que, cada mañana, alimenta el cuerpo y el corazón de quienes los encuentran en su camino.
Vender pan sobre ruedas

El pan y su distribución callejera forman parte esencial del paisaje urbano de la capital mexicana, no obstante, tal como lo explica la Revista México Desconocido, esta costumbre tiene raíces que se remontan a la época colonial, donde tras la llegada de los españoles, el pan de trigo, un ingrediente ausente en la dieta prehispánica, se incorporó a la vida cotidiana en la Nueva España.
Durante siglos, los repartidores caminaban por las calles con grandes canastos de pan sobre la cabeza, una escena común desde el Virreinato hasta casi finales del siglo XIX. Pero durante el Porfiriato, en el cambio hacia la modernidad, las bicicletas recién llegadas de Europa revolucionaron este oficio tradicional.
Según lo detallado en la publicación cultural, a principios del siglo XX, muchos panaderos comenzaron a distribuir sus productos en bicicleta, lo que más tarde derivó en el uso del triciclo, más estable y funcional para transportar alimentos. Así nació una de las tradiciones más emblemáticas de la Ciudad de México: el panadero ambulante sobre ruedas.
Hoy en día, esta tradición se mantiene viva y evoluciona como en el caso de José Antonio y su perro Lucky, quienes recorren las calles de la CDMX, honrando y renovando una herencia cultural sobre ruedas.
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