
Presentes en ciudades, pueblos y zonas periféricas, con una población estimada de 300 millones en todo el mundo, los perros callejeros han aprendido a sobrevivir en condiciones adversas, dependiendo en gran medida de su capacidad para interpretar y adaptarse al comportamiento humano.
A raíz de esta situación, en un experimento reciente, especialistas del Instituto Indio de Educación e Investigación Científica en Calcuta observaron que estos animales seguían las indicaciones humanas con mayor frecuencia si habían sido recompensados en una prueba anterior, lo que pone en evidencia cómo llevan a cabo una evaluación de la confianza en el interlocutor.
Dicho hallazgo, publicado en la revista Frontiers in Psychology, aporta una nueva perspectiva sobre la plasticidad cognitiva de los perros sin hogar y su relación con los humanos, pues hasta el momento, la mayoría de las investigaciones sobre la comunicación interespecífica entre personas y cánidos se había centrado en animales domésticos, dejando una laguna importante sobre el comportamiento de la población canina más numerosa del mundo.
¿En qué consistió el experimento?

Dicho estudio, realizado en la India, se propuso analizar si los caninos sin dueño pueden comprender y responder a gestos humanos complejos, como señalar a distancia, que requieren habilidades cognitivas avanzadas.
Para abordar la cuestión, el equipo de investigación seleccionó 160 perros adultos en Kanchrapara, Kalyani y Mohanpur, tres ciudades de Bengala Occidental. Los animales, localizados en mercados, estaciones y zonas residenciales, fueron sometidos a una serie de pruebas diseñadas para evaluar su capacidad de seguir dos tipos de gestos humanos, el señalamiento distal dinámico y el momentáneo.
En ambos casos, el experimentador señalaba con el brazo extendido hacia uno de dos recipientes opacos, de los cuales solo uno contenía un trozo de pollo crudo como recompensa. No obstante, dicho procedimiento se realizó bajo un protocolo doble ciego, de modo que ni la persona que señalaba ni el perro sabían dónde estaba la comida.
Antes de las pruebas, los canes pasaron por una fase de familiarización para asegurarse de que comprendían la dinámica del experimento y no se vieran influidos por la novedad de los materiales. Solo los animales que lograron recuperar la recompensa en esta fase inicial participaron en las pruebas.
De acuerdo con la información consultada, un 50% de los perros expuestos a la señal distal dinámica, un 48% a la señal momentánea y un 50% en la condición de control (sin señal) se acercaron al montaje experimental, lo que llevó a los investigadores a interpretar que la presencia del humano no era suficiente para motivar la participación.
Entre los cánidos que se acercaron, la mayoría eligió el recipiente señalado por el humano, superando el azar y demostrando que los perros sin dueño pueden interpretar correctamente gestos complejos para localizar comida oculta. En contraste, en la condición de control, donde no se ofreció ninguna señal, los resultados no mostraron una preferencia significativa por el recipiente con comida.
La influencia del estado emocional y la experiencia previa

El análisis de comportamiento también reveló que el estado emocional de los caninos fue determinante en su disposición a participar. Ejemplo de ello es que los individuos clasificados como ansiosos, identificados por posturas encogidas, cola entre las patas y jadeo excesivo, mostraron tendencia a evitar el experimento, incluso después de haber superado la fase de familiarización; en cambio, los perros con actitudes afiliativas o neutrales se acercaron y siguieron las señales.
De igual manera, la investigación examinó la frecuencia de alternancia de la mirada entre el humano y los recipientes, un comportamiento considerado indicativo de comunicación intencional. En dicho momento, se observó que los perros alternaban la mirada con mayor frecuencia en la condición dinámica que en la momentánea, probablemente debido a la cantidad de movimiento implicada. Aún así, no se detectaron diferencias significativas en el tiempo que los perros pasaban mirando al experimentador entre las distintas condiciones.
Otro aspecto destacado del estudio fue la comparación con experimentos previos que emplearon señales proximales, es decir, gestos realizados muy cerca del objetivo. Sorprendentemente, los perros sin dueño respondieron mejor a las señales a distancia que a las proximales, lo que contradice la suposición de que los gestos simples son más fáciles de interpretar. En dicho caso, los investigadores sugieren que podría deberse a la experiencia cotidiana de estos animales en la India, donde las personas suelen lanzar comida a cierta distancia y señalar el lugar, evitando el contacto directo.
Sumado a ello, la observación permitió definir que los perros ajustaban su comportamiento en función de la fiabilidad del humano, pues seguían la señal con mayor probabilidad si habían sido recompensados en la prueba anterior, pero no modificaban su conducta tras una experiencia negativa, es decir, cuando la señal no conducía a la comida.
De esta forma, los resultados confirmaron la hipótesis de que la socialización y las experiencias con humanos moldean la personalidad y comunicación de los perros sin dueño. La mitad evitó participar, reflejando una cautela general posiblemente ligada a experiencias negativas previas en las que han enfrentado estímulos en ambos extremos.
En conjunto, los resultados experimentales permitieron concluir que, desafiando la creencia de que solo los lomitos domésticos poseen esta habilidad, los callejeros pueden interpretar gestos humanos complejos sin entrenamiento, lo cual indica que, de forma involuntaria, los humanos influyen en su comportamiento y sociabilidad.
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